Formó parte de la cadena de PDV Sur que Chávez inauguró en la Argentina, en 2005; con su muerte, comenzó la declinación del negocio; en Las Lomas empezó a cerrar en 2017; juicios y problemas
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Lo primero en acabarse fue la nafta. Los empleados de la estación de servicio PDV Sur de la esquina de la avenida Sucre y Tomkinson, en San Isidro, cerraron primero un surtidor, luego otro. Hasta que, para mediados de 2017 ya no hubo nada que vender. A falta de suministro, pero también de órdenes de sus superiores, fueron improvisando.
Los empleados del local de comidas de la estación de servicio tardaron unos meses más en quedarse sin trabajo, pero pronto sucedió lo inevitable: al no haber reposición de mercadería, se quedaron sin medialunas, más tarde sin café y sin golosinas. Para 2018 todo el comercio, ubicado en un punto estratégico de Las Lomas de San Isidro, había quedado vacío.
“Cuando los empleados se fueron, ya hacía meses que no cobraban el sueldo y estaban en juicio. Antes de eso, los pocos que quedaban en la estación me decían que no los habían despedido y que no querían renunciar por si la situación remontaba. Hacían turnos para que la estación no quedara sola, hasta que un día no volvieron más y esto quedó así. Cada vez está peor”, cuenta Arturo Reynoso de 66 años, que hace 25 trabaja como encargado de una galería comercial que linda con la estación. Observa con pena la estación, grafiteada y totalmente vandalizada, que de vez en cuando es ocupada por personas sin hogar.
En lugar de vidrios, en algunas ventanas el municipio ha colocado maderas para evitar los intrusos y los robos. Pero, tras cinco años de abandono, ya queda poco allí adentro por robar: dentro del local de comidas falta gran parte de las placas de revestimiento del techo, además de los aires acondicionados, los electrodomésticos, las luminarias y, desde hace poco, también la caja registradora. “Una mañana vi cómo un tipo se la llevaba. Salía caminando cargado la caja”, cuenta Milagros de Leonardis, de 23, recepcionista de un centro de belleza de uñas de la misma cuadra.
Al abandono siguió también el robo de dos casas linderas y un local y varios autos que debieron ser remolcados del lugar: como las tapas de los pozos de los surtidores fueron sustraídas, muchos de quienes aprovechaban para estacionar allí comenzaron a quedarse estancados. Es por eso que el año pasado el municipio decidió vallar el predio.
Los vecinos han denunciado varias veces la presencia de okupas. Así como también, hace pocos meses, una llamarada salía del techo, aparentemente ocasionada por un cortocircuito tras una entradera. Los únicos que parecen disfrutar del deterioro del lugar son las jóvenes que esta mañana viajaron desde Florida hasta esta playa para filmar una coreografía de baile urbano, con sus guantes de red, sus tops deportivos, sus labios de un rojo intenso y los ojos delineados de negro.
“Este terreno vale fortunas. Esta en el corazón de Las Lomas, y mirá el daño que le han hecho”, se lamenta el vecino Alberto Zabaljauregui, de 66, mientras entrena a su cachorro de dóberman en la playa de estacionamiento abandonada. Todavía recuerda el local de comidas del lugar repleto de comensales y las largas filas de autos frente a los surtidores.
Esta estación abandonada, y otras tres que también exhiben la cartelería de la empresa venezolana, son el resabio que dejó el fracaso del proyecto petrolero chavista en la Argentina. Un sueño truncado que terminó en un entramado de tráfico de dinero, embargos judiciales, deudas millonarias y al menos 80 juicios de empleados y proveedores por salarios y pagos atrasados.
El sueño de Chávez y Kirchner
Cuando en 2005 se inauguró la primera de las estaciones de la empresa estatal venezolana PDVSA en la Argentina, el pronóstico dentro del rubro de los combustibles era de prosperidad. Tras el acuerdo energético binacional Pdvsa-Enarsa, directivos de la estatal Petróleos de Venezuela prometieron abrir ese mismo año 600 estaciones de servicio en todo el país. Hablaban también de adquirir la red local de Shell y afirmaban que contarían con una planta refinadora propia y hasta un puerto.
“Aquí se están rompiendo las barreras del neoliberalismo salvaje, del capitalismo. Vamos a seguir abriendo estaciones y vamos a comenzar a perforar pozos petroleros para que, en el futuro, la Argentina no tenga que importar petróleo”, dijo el entonces presidente venezolano Hugo Chávez en el acto de inauguración, tras cargar él mismo el tanque del icónico Chevrolet rojo modelo 1939 con el que Juan Manuel Fangio había cumplido, en 1948, la carrera “Buenos Aires-Caracas”.
El golpe inicial fue el fracaso de las negociaciones con Shell, afirmaron a LA NACION expertos del rubro. Fue entonces que la petrolera venezolana optó por adquirir la red local de la cadena uruguaya Sol Petróleo (Petrolera del Conosur S.A), que hasta entonces era propiedad de la empresa pública uruguaya Ancap. Así, todas las estaciones de servicio independientes que tenían contratos temporales con Sol fueron empapeladas con los afiches violetas de la flamante PDV Sur. A su vez fueron empapeladas las cuatro estaciones que eran propiedad de la empresa uruguaya, como es el caso de la que hoy se encuentra abandonada en Las Lomas de San Isidro.
Tras el cambio de planes, los proyectos anunciados por la empresa venezolana quedaron truncados. De las 600 estaciones prometidas, Pdvsa solo llegó a tener 65. Con los años el número comenzó a decaer hasta que finalmente, a mediados de 2013, sus locales empezaron a cerrar.
“Los que hicieron un buen negocio fueron los de Ancap, que lograron transferir Sol a Pdvsa. Habría que felicitarlos”, opinó Daniel Gustavo Montamat, expresidente de YPF y exsecretario de Energía, el año pasado a LA NACION, al ser consultado sobre la debacle de la filial argentina de Petróleos de Venezuela.
El economista agregó: “Si hubieran comprado Shell, hubiesen tenido más estaciones y hubieran tenido refinación propia. Pero no lo lograron, entonces tenían que comprar combustible en el país, porque traer combustible de Venezuela también era a pérdida. Durante un tiempo, vendían el combustible a un precio menor que las otras marcas. Eso lo bancó un tiempo Venezuela, pero después ya no, porque todo eso se traducía en pérdida”.
El fracaso final ocurrió en 2013, tras la muerte de Chávez y lel ascenso de Nicolás Maduro a la presidencia de Venezuela, cuando la filial argentina dejó de recibir dinero de Caracas. Según fuentes cercanas a la compañía, los fondos locales de Pdvsa eran inexistentes. “La empresa nunca generó un centavo en la Argentina”, afirmó un exempleado de alto cargo que prefirió resguardar su identidad.
Entre otras demandas, Pdvsa tiene una causa por tráfico ilegal de dinero desde Bolivia hacia la Argentina. Los US$100.000 no declarados incautados en un aeropuerto boliviano, en enero de 2020, eran transportados por una mujer, María Palacios, quien luego declaró que el dinero estaba destinado al pago de sueldos de Pdvsa Argentina.
Incertidumbre en San Isidro
Los vecinos de la estación abandonada en Las Lomas de San Isidro temen que la situación del local siga empeorando y dicen tener desconocimiento total de quién es el propietario del predio. Según fuentes de la intendencia sanisidrense, el inmueble sigue a nombre de Petrolera del Conosur S.A. “La habilitación que tenían para funcionar como estación de servicio se dio de baja de oficio en febrero de 2021. El terreno es propiedad privada. Hasta el momento los dueños no presentaron en el municipio ningún proyecto ni pedido de habilitación para ese lote”, afirman.
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