Vacunación a mayores de 80 en la ciudad: “Ahora puedo empezar a imaginar un viaje, empezar a ver a mis nietos”
Horacio Jorge Orlando está próximo a cumplir los 89 años. Hoy está en La Rural esperando su primera dosis de Covishield de Oxford-AstraZeneca. Acá todos le halagan su vitalidad y él les contesta que lo más importante para llegar con energía a su edad es trabajar hasta los 80 y después tratar de viajar o disfrutar de la vida como a cada uno lo haga feliz. Él, días antes de que en la Argentina empezara el aislamiento social obligatorio, se encontraba en Cuba junto a su hermana.
Ahora está ansioso: la pandemia lo obligó a estar encerrado durante meses y espera poder volver a la normalidad. “Esto nos va a dar la posibilidad, cuando llegue la segunda dosis, de seguir nuestra vida, de conectarnos con gente, vamos a volver a vivir. Estuve encerrado durante meses sin poder conectarme con nadie. A mis nietos hasta agosto nos lo vi, hice una cuarentena muy estricta”.
Hoy, con la aplicación de la vacuna contra el coronavirus a mayores de 80, empezó la segunda etapa del plan de inmunización de los grupos estratégicos en la Ciudad. Hay 40.000 dosis disponibles de la vacuna Covishield que también se destinarán a los residentes de geriátricos. Hoy se aplicarán cerca de 5000.
Los vecinos pueden elegir entre 29 centros de vacunación públicos especialmente acondicionados que están distribuidos de manera estratégica a lo largo del territorio porteño. Se encuentran ubicados en clubes, edificios de Gobierno, centros culturales, entre otras locaciones. Funcionarán de lunes a viernes de 8 a 17 horas y tendrán un equipo de más de 2000 personas trabajando. Al asistir, con turno previo, los vecinos solo deben presentar el DNI y, luego de recibir la dosis, permanecen media hora en observación.
Para el operativo de vacunación en las 498 residencias de la tercera edad, se desplegarán ocho unidades móviles que llevarán adelante la tarea dentro de cada institución. Cada uno estará conformado por tres vacunadores, dos registradores, un responsable de frío y una persona de seguridad. Así, se garantizará que los 16.542 adultos mayores que viven en estos establecimientos cuenten con la posibilidad de recibir la vacuna sin necesidad de trasladarse.
Rosana Orlando, de 54 años, es la hija de Horacio y hoy lo acompaña en este día tan especial. “Él es muy inquieto, en condiciones normales no para. Viaja, hace de todo. Hace poco se fue a Brasil con sus dos hermanas, que también tienen 80 años”.
Desde la India
“Horacio Orlando”, se escucha por altoparlante. “Es tu turno papá”, dice Rosana. “Bueno, vamos, vamos”, responde Horacio, y emprende su caminata hacia otra sala de espera, la última escala antes de recibir la vacuna.
Luego de 15 minutos, lo hacen pasar al vacunatorio. Enrique es el hombre que le va a aplicar la primera dosis que llegó de la India. Horacio espera sentado dentro de un cubículo. Aunque tiene dos barbijos que ocultan buena parte de sus expresiones, desborda de alegría, sus ojos brillan mientras mira a su hija desde la silla donde lo ubicaron.
“Bueno, acá llegó”, dice Enrique, y agarra una bandeja blanca con una inyección lista para ser aplicada. Esteriliza el brazo con alcohol y le pregunta si está listo. Horacio dice “sí, querido”, y entonces Enrique hunde la aguja en su brazo derecho. “¿Dolió?”, le pregunta Rosana. “No, nada”, responde Horacio, que se levanta de la silla y le pide a Enrique que se saque una foto con él. “Ahora puedo empezar a imaginar un viaje, empezar a ver a mis nietos, me da una felicidad enorme. Quiero llegar a los 89 y encontrarme con toda mi familia”.
“Esta semana vamos a aplicar las 40.000 dosis. La Covishield tiene como característica extraña que mientras más alejada está la primera de la segunda dosis, más efectiva es, pero no puede ser más de 12 semanas entre cada dosis y no menos de 28 días. Como arrancamos con la Sputnik-V para vacunar al personal de salud, a los mayores decidimos aplicar la Covishield para no tener dos vacunas distintas en un vacunatorio. La próxima tanda que llegue, se va a usar para aplicar otras primeras dosis, no la segunda a quienes se vacunaron hoy”, explica Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria, Ambulatoria y Comunitaria porteño.
Inés Pradanos, de 85 años, es una de las tantas personas mayores de 80 que están sentadas aguardando su turno en el enorme pabellón de La Rural. Se encuentra junto a su hija, Andrea, que asegura que su madre estuvo muy sola porque ella vive en Villa Gesell y su hermana en España. Durante meses no pudieron venir a visitarla.
“Estuve encerrada todo el año. Necesito retomar la normalidad porque tengo que volver a ir a los médicos, necesito los médicos que me atendían siempre para hacerme los chequeos, pero no tengo idea cuándo va a llegar la segunda dosis y sin ella no me animo a salir”, se lamenta Pradanos.
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