“Va a ser difícil volver”. Los estudiantes universitarios regresarán a la presencialidad plena
Más de 2.300.000 alumnos del nivel superior retoman la actividad en las aulas después de casi dos años de enseñanza remota por las restricciones por la pandemia de Covid; algunos reclaman esquemas híbridos
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A mediados de marzo, los 2.343.587 alumnos que según el último informe disponible de la Secretaría de Políticas Universitarias estudian en alguna de las 131 universidades públicas y privadas de todo el país, volverán a las aulas presencialmente después de casi dos años de virtualidad.
La reacción de los alumnos ante el retorno es variada. Algunos se muestran entusiasmados, otros lamentan la pérdida de la comodidad virtual, pero la mayoría reclama la implementación de esquemas híbridos.
Sofía Zaiser tiene 22 años y estudia derecho en la Universidad de Buenos Aires. “Mi carrera no necesita práctica, y a mí la virtualidad me solucionó un montón de temas. Los horarios, la comodidad y también lo económico porque cursar virtual me permitió trabajar doble turno y cursar a la noche sin viajar a ningún lado. Ahora que vuelvo a la presencialidad tengo que dejar un turno de trabajo porque no llego con los tiempos y es más lo que tardo en viajar que lo que estoy en la facultad. Banco la presencialidad en carreras que lo necesitan, pero creo que debería ser optativa”, dijo a LA NACION.
Estanislao Campos, de 25, agregó: “Creo que la vuelta a clases es buena más que nada para volver a socializar con la gente y estar en un ambiente más académico, pero va a ser difícil porque me re acostumbré a las clases virtuales y la vuelta me va a matar. Lo mejor de la virtualidad es poder grabar la clase y la optimización de los tiempos. Preferiría poder elegir cuándo ir”, comentó el joven que estudia comercio exterior en la Universidad de Belgrano.
En dicha institución aseguraron que las clases arrancarán de modo 100% presencial para las carreras de grado. “Se va a emplear un modelo híbrido en las carreras de posgrado y, como prueba piloto, en dos carreras de grado. La universidad cuenta con muchos años de experiencia en educación virtual, lo que permitió continuar con el calendario académico con mínimos ajustes durante la pandemia. Todo ese bagaje se va a continuar aprovechando ahora con la presencialidad”, aseguró Ana Linares, vicepresidente de Docencia e Investigación de la universidad.
El martes 15 de febrero, el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, ratificó que durante el ciclo lectivo 2022 habrá presencialidad plena y cuidada en todas las universidades del país. “Es el compromiso que habíamos firmado a fin de año con las rectoras y los rectores de las universidades de garantizar la presencialidad en el primer cuatrimestre de este año y hoy tenemos las condiciones sanitarias para lograrlo”, dijo en el encuentro que encabezó junto a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, y el secretario de Políticas Universitarias, Oscar Alpa. Los estudiantes regresarán bajo el protocolo “Aula Segura”, que consta de seis pilares: vacunación, uso de barbijo, asistencia cuidada, ventilación, higiene y limpieza y distancia social.
Alieto Guadagni, miembro de la Academia Nacional de Educación, opinó: “En términos generales, en todos los niveles educativos, el cierre de aulas ha agudizado la desigualdad. Los pibes de clase media y de clase media alta han podido tener educación a distancia porque tienen los equipos necesarios para hacerlo, pero los pibes pobres no los tienen y son quienes están desertando de la escuela. Vamos a ver un aumento en la desigualdad que en el nivel universitario será menos grave porque la mayoría de los estudiantes son de clase media para arriba. Hay muy pocos pobres en las universidades. Es probable que si está bien armado el esquema, pueda realizarse la educación virtual en este nivel educativo”.
Sin embargo, la doctora en educación superior e investigadora del Conicet Mónica Marquina, opinó: “En general se traspoló el modelo tradicional de enseñanza al formato virtual. Me refiero a docentes hablando por una plataforma a decenas de estudiantes con la cámara apagada, por ejemplo, o propuestas asincrónicas en las que la plataforma fue un mero repositorio de material. Eso es lo que no hay que replicar, porque es más que probable que ese pasaje a lo remoto haya dejado a muchos estudiantes en el camino, y no haya asegurado aprendizajes de calidad en la pandemia, sobre todo a los estudiantes con mayores dificultades. ¿Fue mejor que nada? Sí. Pero de ninguna manera, en mi opinión, es la alternativa a futuro de la educación universitaria”.
Las universidades
En términos generales, las universidades solo ofrecerán esquemas híbridos en los cursos de posgrado o últimos años de carreras de grado.
En la Universidad del Salvador (USAL) confirmaron que el año lectivo iniciará con presencialidad plena y la vicerrectora académica, Romina Cavalli, comentó: “La virtualidad se aplicó como excepcionalidad ante un contexto sanitario muy desfavorable. La experiencia con la tecnología ha sido positiva, pero nada reemplaza la dinámica alumno-docente del aula física”.
Por su parte, voceros de la Universidad de Buenos Aires (UBA) afirmaron: “En la UBA valoramos y buscamos una presencialidad plena”. Pero también reconocieron que “desde el inicio de la pandemia se han documentado experiencias educativas muy valiosas donde, por ejemplo, los alumnos pudieron aprender utilizando software o herramientas como microscopios digitales de forma individualizada. También los docentes se capacitaron y se han esforzado en la producción de material audiovisual y didáctico que, sin lugar a dudas, enriquecieron los procesos de aprendizaje de los alumnos. Por eso, creemos que debemos continuar potenciando las innovaciones y las mejoras logradas durante este período. Como universidad trabajamos sobre las mejores formas de aprovechar las ventajas de la presencialidad y de la virtualidad”.
Desde la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), Federico Iñiguez, decano de la Facultad de Ciencias Económicas, dijo: “Para nosotros es muy importante retomar la presencialidad ya que, si bien los entornos remotos y virtuales fueron una solución inestimable para poder llevar adelante la educación universitaria en un contexto de pandemia, entendemos que estas estrategias no reemplazan ni garantizan la calidad obtenida en los sistemas presenciales. El factor social y de relacionamiento entre alumnos y docentes y entre los propios alumnos resulta clave para la formación integral de los alumnos. Si fuera necesario por cuestiones particulares de salud, o frente a un retroceso en la actual situación epidemiológica, los alumnos pueden acceder al total de las clases dictadas en tiempo real vía streaming, o acceder a las mismas en diferido, ya que quedan grabadas y guardadas en la plataforma de la universidad”.
“Estoy de acuerdo con volver a cursar presencialmente porque a pesar del cansancio que genera ir, es positivo por la parte social. En algunas materias, como en mi caso anatomía, te motiva estar y ver, pero estaría bueno encontrar un equilibrio entre la virtualidad que mantuvimos durante estos dos años y la presencialidad en las materias que más lo requieran. Los que estábamos más avanzados en la carrera nos desacostumbramos a ir y nos va a costar retomar el ritmo, el viaje y estar tantas horas fuera de casa. A mí la virtualidad me enseñó a ser mucho más autodidacta. Seguramente los más beneficiados van a ser los chicos que nunca llegaron a conocer la universidad”, contó Manuela Chavaño, quien tiene 22 años y estudia ingeniería biomédica en la Universidad Favaloro.
Ignacio Videla tiene 20 años y es uno de los casos que mencionó Chavaño. Está por arrancar segundo año de abogacía en la Universidad Nacional del Sur y nunca cursó presencialmente, por lo que no conoce cómo es una clase pre pandémica. “La mayoría de los que estamos en esta situación partimos de la incertidumbre. A la dificultad que de por sí se va agregando año a año de la carrera, ahora se le suma el regreso a la presencialidad 100%, lo cual puede resultar complejo. La virtualidad dejó cosas buenas que en este regreso no se estarían aprovechando. Algunas cursadas podrían mantener cierta virtualidad, más en carreras como abogacía, y ayudaría mucho a gente que trabaja o tiene impedimentos para cursar presencialmente”, comentó.
La Universidad Tecnológica Nacional de Buenos Aires (UTN-BA) es una de las pocas instituciones que considera la implementación de un esquema híbrido en carreras de grado. El decano Guillermo Oliveto dijo a LA NACION: “Vamos hacia un esquema híbrido porque queremos aprovechar las enseñanzas que nos dejaron estos dos años. Nosotros veníamos trabajando desde antes de la pandemia en clases y campus virtuales y remotización de laboratorios, que son cosas que llegaron para quedarse. Hay experiencias que requieren presencialidad como el trabajo en equipo y el desarrollo de habilidades blandas, pero el esquema híbrido permite administrar mejor los tiempos. Hay que valorar las dos cosas y aprovechar el autoaprendizaje que desarrollaron los alumnos durante la pandemia. Hoy tenemos un nuevo paradigma educativo que modificó el modelo de enseñanza. Si volvemos a las mismas clases de 2019 no aprendimos nada”.
En la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) también contemplan esquemas híbridos o virtuales. “La experiencia transitada en la virtualidad en estos dos años, ha impulsado el desarrollo de proyectos de enseñanza que permitirán combinar estrategias que incluyen horas no presenciales en las carreras presenciales. Se contemplan dos tipos de esquemas que se suman al que es totalmente presencial: clases semipresenciales y aulas híbridas, en las que los alumnos podrán optar por participar de algunas clases por Zoom. Hay mucha expectativa tanto en docentes como en alumnos”, agregó Gastón O’Donnell, rector de la universidad.
Susana Urrutia, vicerrectora de Alumnos y Extensión de la Universidad Austral, explicó: “Este 2022 lo iniciaremos con 100% de presencialidad para las carreras de grado. La presencialidad cimienta las bases de la formación, promueve los vínculos, favorece la generación de habilidades de pensamiento complejas y la formación integral, pero entre los aprendizajes que nos dejó la pandemia, aparece con fuerza la necesidad de resignificar la presencialidad, esto es, que venir a la universidad “haga diferencia”. Por ello, en algunos casos se han previsto contenidos para ser cursados de manera virtual. También hemos previsto una mayor incorporación de contenidos virtuales para los últimos años de las carreras y para los posgrados. Esto posibilitará a los alumnos de grado en etapas terminales que puedan disponer de mayor tiempo para su inserción laboral, y a los profesionales en ejercicio que cursan posgrados, un mejor aprovechamiento de su tiempo, viajar menos y una consecuente mayor autonomía”.
Los docentes
Desde el punto de vista docente, Silvia Pasquali, que enseña sociología en la UBA, está muy de acuerdo con la vuelta a la presencialidad: “En las clases por Zoom, es decir, en la teleeducación, se pierde mucho el estímulo. El esfuerzo que puede hacer un profesor para estimular el aprendizaje se pierde en un 80%. Por consiguiente, no hay feedback y cuesta mucho la respuesta del otro lado. Sin hablar de la sociabilidad y el poder compartir las dudas con compañeros y docentes. Se entorpece muchísimo la comunicación. Si bien se gana tiempo, son muchas más las pérdidas que lo positivo que puede tener la educación virtual. Las evaluaciones son caóticas. No queda otra que tomar parciales domiciliarios que muchas veces implican tener que bajar el nivel”.
Además, Pasquali considera que tras dos años de educación virtual, las clases quedaron totalmente desvirtuadas y que el deterioro educativo fue muy grande: “Aunque implique un esfuerzo físico, sobre todo para el docente, tenemos que remitirnos a usar un buen barbijo para poder volver a las clases. Los esquemas híbridos son una solución intermedia cuando no hay más remedio, pero siempre y cuando los exámenes sean presenciales. Deben serlo. En estos dos años perdimos alumnos, muchos más que cuando las clases eran presenciales porque como docentes perdimos el timing, no sabemos cómo y cuánto estás llegando a los estudiantes y te das cuenta cuando el alumno ya dejó. La primera dificultad fue que mucha de la bibliografía no estaba digitalizada y que los estudiantes participan mucho menos. Los más chicos que están en el CBC no conocen a nadie, se intimidan y les cuesta mucho más participar. Ni hablar de los grupos poblacionales más vulnerables que no alcanzaban a tener dispositivos. Leer bibliografía de un celular es una tarea espantosa, pero incluso cuando hay recursos se desvaloriza la educación, se baja de jerarquía a la clase”.
“La presencialidad en la universidad es muy importante sobre todo para las carreras en las que el ejercicio de la profesión posee alto riesgo, como ingeniería, arquitectura, medicina, y otras. El aprendizaje requiere no solo de recibir información, sino también de transmitir experiencias profesionales, que son difíciles en la condición remota. Por otro lado, existe una gran duda en los resultados de los exámenes, ya que lo virtual se presta a que los alumnos obtengan recursos no éticos para aprobar. Existen por supuesto carreras que son 100% no presenciales y funcionan muy bien, pero poseen un perfil de menor riesgo en su ejercicio profesional”, agregó Carlos Mazzuco, profesor en la carrera de Ingeniería Aeronáutica de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Marquina, quien es además investigadora del Conicet, reflexionó: “Si las universidades quisieran ofrecer en el futuro sus carreras a distancia o con propuestas híbridas, lo primero que hay que hacer es un sincero balance de lo que pasó: cuánto se aprendió, cuántos estudiantes siguieron y cuántos abandonaron. Y a partir de allí, realizar transformaciones de fondo en las formas de enseñar”.
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