Género: pese a la lucha por la equidad, baja la participación de los varones en las tareas domésticas y de cuidado
Crece la brecha dentro de las familias: en la ciudad, bajó el 12% la participación de los hombres en el trabajo no remunerado en el hogar respecto de la última medición
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La herramienta se diseñó por ley, para medir la brecha de género en cuanto al uso del tiempo. Y para impulsar políticas públicas que permitieran achicarla. ¿Cómo emplean su día los hombres y las mujeres? ¿Cuántas horas de trabajo remunerado realizan? ¿Cuántas horas de trabajo no pago dedican entre el mantenimiento del propio hogar y la atención de otros miembros de la familia que demandan cuidado? ¿Cuántas tareas realizan en simultáneo? Como cocinar, contestar mensajes del trabajo, limpiar y asistir a los hijos. La primera medición se hizo en el ámbito de la ciudad en 2016, y se repitió el año pasado. La mala noticia es que los resultados no hablan de avances, sino de retrocesos.
Pese al avance del feminismo y de la reivindicación de la igualdad de derechos, las mujeres siguen asumiendo la mayor parte de las tareas de cuidado y de la casa. Y no solo eso, ellos dedican menos horas al trabajo no remunerado –tareas domésticas en el propio hogar, cuidado de los miembros del hogar y cuidado de otros– que siete años antes. El número, presentado esta mañana en la sede del gobierno porteño por Eugenia Lago, directora de Estadística y Censos local, resulta llamativo: en 2023 (la medición se hizo entre junio y septiembre del año pasado), el aporte de los hombres al trabajo compartido bajó un 12% con respecto a la encuesta anterior.
“Las conclusiones obtenidas en la Encuesta sobre Uso del Tiempo realizada en 2016 mantienen plena vigencia, tanto en lo que refiere a la importancia del aporte del trabajo no remunerado al producto social como a las diferencias de género y socioeconómicas que determinan un uso diferencial del tiempo y un acceso desigual al mercado de trabajo, elemento clave para el logro de la autonomía económica”, señala el documento que se presentó hoy. También apunta algunas diferencias destacables encontradas.
Aun cuando se mantiene la mayor presencia masculina, se redujo ligeramente la brecha de género en cuanto a la participación en el mercado laboral. El 47% de las mujeres participa del mercado laboral remunerado, un 2% más que siete años antes. Lo mismo que el 55% de los hombres, un 2% menos que en 2016. “En contrapartida, se expandió la diferencia en las tareas domésticas, principalmente por un marcado descenso en la participación de los varones”, señala el informe.
Mientras que el 87% de las mujeres realiza trabajo no remunerado para el propio hogar (en 2016 era el 91%), solo el 70% de los hombres (contra el 82% siete años antes) hace su aporte en las tareas de la casa.
“Otro dato que llamó la atención es que creció notablemente la participación en el uso de medios”, dice la encuesta. Significa que tanto ellas como ellos dedican más horas diarias al uso de dispositivos, entre los que el teléfono celular va a la cabeza. Mientras que en 2016 insumía unas 2 horas y media a las mujeres y unas 2 horas con 52 minutos a los varones, ahora ambos grupos superan las cuatro horas diarias.
Como la encuesta mide separadamente la cantidad de horas que se dedican al trabajo doméstico y al cuidado de integrantes del hogar, se puede concluir que los varones dedican el doble de tiempo al uso de medios de comunicación que a realizar las tareas de la casa: 4 horas y 6 minutos a las pantallas, contra 2 horas y 5 minutos de trabajo para su propio hogar a diario.
“El trabajo doméstico no remunerado, el trabajo de cuidado y el trabajo de apoyo sufrieron leves variaciones, salvo para los varones: se disminuyó en 12 puntos porcentuales el trabajo doméstico no remunerado. El grupo de actividades que muestra el mayor aumento es el uso de medios de comunicación, en un 10 y un 11 puntos para mujeres y varones, respectivamente. Ahora, si medimos todo el trabajo productivo más el trabajo que se hace en forma no remunerada, observamos que las mujeres aportan el 58,1% de su trabajo total, 8 horas con 48 minutos cada día. Los hombres aportan 7 horas con 17 minutos cada día”, explica Lago.
Así, se estableció que unas 1.347.285 mujeres aportan el 58,1% del tiempo de trabajo total (que suma las tareas remuneradas y no remuneradas). En cambio, unos 1.175.346 varones aportan el 41,9% del tiempo de trabajo total de la ciudad.
La encuesta se hizo sobre una muestra de 4400 hogares, con la metodología que propone la Cepal, sobre la base de la Clasificación de Actividades de Uso del Tiempo para América Latina y el Caribe (Cautal), que se utiliza en la mayor parte del mundo. Se les solicitó a los participantes que llevaran un diario de actividades del día anterior. Como ellas realizan más cantidad de actividades en simultáneo que ellos, si solo hicieran una actividad por vez necesitarían un día de 27 horas y ellos, uno de 26.
La diferencia de esta medición con respecto a la anterior es que se incluyeron hogares de barrios populares e informales. Cuando cruzaron la variable de zona de residencia con la cantidad de horas que dedican hombres y mujeres a tareas compartidas de cuestiones domésticas y de cuidado, la brecha de género resultó mayor en los barrios del norte porteño que en el sur, “siendo las varones de zona norte quienes menos tiempo dedican al trabajo no remunerado y las mujeres de zona sur las que más tiempo le dedican al trabajo a tareas domésticas y de cuidado”, apunta Lago.
Mientras que las mujeres que viven en el sur dedican 6 horas con 52 minutos diarios al trabajo no remunerado, los hombres de esa misma área realizan unas 3 horas y 35 minutos; son los que más trabajan dentro de sus casas y en el cuidado de los suyos. Los varones que viven en el centro dedican unas 3 horas y 2 minutos diarios al trabajo en sus casas y los que viven en zona norte, 2 horas y 26 minutos. Las mujeres que viven en el centro trabajan unas 5 horas y 54 minutos diarios en sus casas y las del norte, unas 4 horas y 12 minutos.
Las diferencias se profundizaron cuando además se cruzó nivel socioeconómico. “Vemos diferencias según el quintil de ingresos de los hogares, mientras el primer quintil vemos diferencias significativas entre mujeres y varones, también se observan diferencias muy significativas entre el primer quintil de ingresos y el quinto quintil de ingresos”, dice Lago.
Así, en el primer quintil –es decir, en el 20% del total de hogares con menores ingresos– las mujeres realizan unas 7 horas y 50 minutos de trabajo doméstico y de cuidado a diario, mientras que los hombres hacen unas 4 horas y 18 minutos. En cambio, en el quinto quintil –el 20% de los hogares con mayores recursos– ellas realizan unas 4 horas y 33 minutos de tareas de la casa y cuidados (a hora y 15 minutos más que hace siete años), mientras que ellos hacen dos horas y 23 minutos diarios.
“Si queremos observar este mismo indicador, pero teniendo en cuenta la condición de ocupación de los varones y de las mujeres, mientras a los varones la condición de ocupación parece no influirles en el tiempo de trabajo de no remunerados, en las mujeres incide. E incluso las mujeres ocupadas dedican en promedio 5 horas y 13 minutos por día al trabajo no remunerado”, agrega Lago.
José Luis Díaz, jefe del departamento de Diseño conceptual de la encuesta, apunta que los datos dan cuenta de que la brecha de género no disminuye puertas adentro, sino que crece. “Los datos muestran que prácticamente un tercio de la población de la ciudad reside en hogares donde hay alguien que debe ser cuidado. Si esto lo ponemos en valores absolutos, estamos hablando de aproximadamente 450.000 hogares en la ciudad que requieren cuidado. ¿Esto se distribuye de manera homogénea en la geografía de la ciudad? No realmente. Vemos que, por ejemplo, la zona sur prácticamente duplica a la zona norte en cuanto a demanda. La pregunta que realmente surge a continuación es, si esta es la demanda, ¿quién provee de cuidados a estos hogares?”, preguntó Díaz en la presentación de los primeros resultados de la II Encuesta del Uso del Tiempo en la ciudad.
“En primer lugar, la comunidad, es decir, las redes sociales de apoyo, el apoyo de otros hogares, de modo tal que uno de cada cinco hogares recibe ayuda de esta naturaleza para realizar las tareas de cuidado. En segundo lugar, está el mercado. Hay hogares que tienen la posibilidad de pagar cuidadores, de adquirir cuidado en el mercado. Digamos que son uno de cada diez hogares en esta condición. Y, en menor medida, también el Estado aporta a través de sus instituciones: solo dos de cada cien hogares pueden realizar el cuidado que sus componentes a través de la ayuda del Estado. ¿Quién absorbe mayoritariamente el cuidado de los miembros que lo requieren? El propio hogar, y esto se traduce en una mayor carga horaria de las mujeres”, explicó Díaz.
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