Una tortuga verde fue reinsertada al mar tras encontrar nylon y celofán en su organismo
El animal, que fue rehabilitado y devuelto a su hábitat, es uno de los cientos que cada año sufren la contaminación de su entorno
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Una bolsa de nylon puede ser una medusa y el envoltorio de una golosina puede ser un alga. En el fondo del mar, para una tortuga, los desechos plásticos se confunden con alimento, y en el interior de su cuerpo los resultados son nocivos. Con ese cuadro llegó, a la Fundación Mundo Marino, R24 -como fue denominada en el lugar-, una tortuga verde juvenil que fue rescatada, rehabilitada y reinsertada en las costas de San Clemente del Tuyú. No fue un caso excepcional: en lo que va del año otras 23 tortugas llegaron al centro y solo dos de ellas llegaron con vida. Históricamente, el 96% de las tortugas verdes que ingresaron al área de Conservación de la Fundación Mundo Marino presentaron restos de plásticos en sus desechos.
R24 es una Chelonia Mydas y fue encontrada por el pescador artesanal Roberto Ubieta. El hombre, igual que otros pescadores, es un asiduo colaborador de la Fundación, que entre otras tareas se dedica a capacitar a personas que viven de la pesca para asistir y trasladar a animales afectados por la contaminación marítima. El aporte de los pescadores, que trabajan esencialmente en busca de corvinas para el comercio, es fundamental en términos de preservación. Aunque la Chelonia Mydas no está bajo amenaza en la región, a nivel global se la considera una especie “en peligro”.
“Cuando empezamos a detectar la cantidad de plástico que había en estos animales, comenzamos a pedirle a los pescadores que, aquellas tortugas que quedaran enmalladas, fueron traídas al centro para ser examinadas”, explicó, a LA NACIÓN, Karina Álvarez, bióloga y responsable del Área de Conservación de la Fundación Mundo Marino. La sorpresa de los investigadores fue descubrir que tortugas que, en apariencia, estaban en buen estado de salud, estaban ingiriendo y defecando restos de plástico. R24 fue una de ellas. Con ese hallazgo, la fundación cambió el protocolo y, desde entonces, los pescadores artesanales como Ubieta, se capacitan para asistir de forma apropiada a aquellas tortugas que aparecen entre la pesca del día.
El proceso de rehabilitación de esta tortuga verde que fue reinsertada al mar en los últimos días llevó una semana y media. En los primeros estudios, su estado de salud parecía bueno, pero al analizar sus desechos, confirmaron lo que es prácticamente una regla de las tortugas verdes que ingresan al lugar. Así, el animal se mantuvo en observación hasta que el plástico dejó de aparecer entre sus desechos. En el lapso de 10 días, los especialistas encontraron un total de dos gramos del material sintético en su cuerpo, entre los que había fragmentos de bolsas de polietileno y celofán, típicamente usados para las bolsas de supermercado y los envoltorios de productos como las golosinas.
En otras oportunidades, lo que se encontró fueron restos de banditas elásticas, papel film, restos de globos y precintos de paquetes. “Empezar a identificar que son productos que usamos en lo cotidiano es impactante”, sostiene la bióloga. “Cuando ves que todo es residuo humano es escalofriante, decís ‘¿qué estamos haciendo?’”.
Si bien R24 registró bajas cantidades de plástico en su organismo, en un estado avanzado, una tortuga puede sufrir lo que se conoce como el “cuadro del chaleco”. “Una de las cosas más típica de estos animales es que, después de ingerir mucho plástico o de hacerlo durante mucho tiempo, se tapan los conductos del sistema digestivo”, explicó Álvarez. Esto, a su vez, genera que se empiece a acumular material sintético en el intestino y produce la putrefacción de sus tejidos. Además, genera gases que se acumulan en el organismo y que provocan una suerte de “efecto globo”. “Estos gases alteran la flotabilidad de los animales, que, si no pueden sumergirse, no pueden alimentarse. Y si no pueden alimentarse, mueren”, señaló la bióloga.
En el océano, según explicó la especialista, el mayor problema con el plástico es que tiene el poder de instalarse y camuflarse en cada rincón. “Y los animales están en absolutamente todos los cuerpos de agua”, sostiene Álvarez. “De acuerdo a sus hábitos alimenticios, los animales confunden el plástico con el alimento, porque desde la altura y por la forma de moverse en el agua, estos restos lucen exactamente igual que su alimento”. El sábado último, después de 10 días en el área de Conservación de la Fundación Mundo Marino, R24 volvió al mar.
“Siempre una reinserción es algo muy emotivo”, define la bióloga que ve llegar a los animales al centro, los ve rehabilitarse -y participa del proceso- y los ve regresar al mar. “Todo ocurre muy rápido, vas a la playa, te acercás a la orilla y es impresionante ver la reacción del animal cuando detecta que volvió a un entorno marítimo. La dejás en la arena y ves cómo empieza a avanzar de a poquito, no te querés perder nada porque ocurre muy rápido. En cuanto se acerca al agua ves que empieza a aletear más rápido hasta que la ola la cubre por completo”, contó la bióloga. “Para nosotros, poder reinsertar a una tortuga al mar, después de su recuperación, es una forma de darles una segunda oportunidad”.
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