Una señal de alarma: por cuarto año, cae la confianza de adolescentes y jóvenes en la vacunación
Es una muestra de 7299 participantes representativa de la población nacional mayor de 15; fue elaborado por la Fundación Bunge y Born
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Una nueva medición del nivel de confianza de los argentinos en la vacunación en general revela por tercer año consecutivo que no logra terminar de recuperarse a los valores de 2019, previos a la pandemia de Covid-19. Y hay un dato que debería activar señales de alerta entre las autoridades sanitarias: en los adolescentes y jóvenes de hasta 20 años, la confianza en la inmunización, una herramienta clave para cuidar la salud pública, no para de caer en estos cuatro años.
“Esto es preocupante porque [esos jóvenes] serán los responsables de vacunar a los niños en el futuro”, dijo Tomás Olego, investigador asociado de la Fundación Bunge y Born al presentar los resultados de la cuarta edición del Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas (ICAV).
Junto con Julio Ichazo, coordinador de Proyectos de la entidad, señalaron también que se revirtió la mejoría en la confianza de los mayores de 65 que se había registrado en 2021, probablemente asociada con ser uno de los grupos de riesgo durante la pandemia, según recordaron.
Mientras que el índice de confianza nacional promedio entre los mayores de 15 años –la población relevada– era de 93,7 puntos en 2019, el año pasado se ubicó en 85,9 puntos en una escala de resultados que va de cero a 100 puntos: a menor valor, menos confianza de acuerdo con su importancia para los chicos, su seguridad y su efectividad.
Descenso
Una primera mirada a los datos presentados muestra cómo no solo no se terminan de recuperar los valores prepandémicos, sino que también se estancó la leve recuperación de hace un año en medio de un descenso preocupante de las tasas de cobertura de las vacunas de calendario en la población pediátrica y adolescente.
Ese freno, según se explicó, es a expensas de que la confianza se mantiene estable (en 87,7 puntos) en los adultos de entre 41 y 50 años y volvió a descender en los mayores de 65, aunque más levemente (8%) que entre los adolescentes y los jóvenes. De 94,9 puntos de confianza en 2019, el índice bajó a 83,9 puntos entre los adultos mayores el año pasado, tras un repunte de 85 a 91,2 entre 2020 –cuando todavía no había arrancado la campaña de vacunación para Covid-19– y 2021.
Entre los 15 y 20 años, la confianza bajó de manera sostenida de 90,6 en 2019 a 80,9 el año pasado, de acuerdo con los datos relevados en diciembre del año pasado en una muestra de 7299 participantes representativa de la población nacional mayor de 15 años.
En tanto, entre los 21 y 30 años, la confianza en la vacunación aumentó un 3,6% (de 83,5 a 86,5 puntos, con respecto de los 91,9 en 2019) y, entre los adultos de entre 31 y 40, lo hizo un 6% (de 81,9 a 86,8 puntos, comparado con 94,1 en la primera edición del ICAV hace cuatro años).
Por distritos y regiones, “la confianza sigue cayendo”, según apuntó Olego, en la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires.
“Por tercera medición consecutiva, y de manera constante desde 2019, se observa que la confianza de los más jóvenes (entre 15 y 20 años) presenta una tendencia a la baja”, señaló Ichazo al referirse a las recomendaciones a partir de estos resultados. “Se debe prestar especial atención a este segmento etario, ya que a futuro muchos tendrán menores o adultos a cargo y tomarán decisiones relacionadas a su vacunación”, agregó.
Acceso
Como hace un año, ninguno de los tres elementos con los que se mide la confianza alcanzó los valores originales por encima del 93% de opinión positiva de 2019: ahora, un 88% de los mayores de 15 opinan que las vacunas son efectivas, igual porcentaje las considera importantes para los chicos y el 90,4%, que son seguras.
Al indagar las condiciones en las que la población accede a la vacunación, esta edición del ICAV se concentró en un grupo en especial: las personas con menores de 14 a cargo, lo que es alrededor de un 40% de la población en el país, según estimaron los investigadores. El foco puesto en estos cuidadores proporcionó información de acuerdo con ocho variables que recomienda un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud: información sobre dónde vacunarse, costos asociados, facilidad de acceso a la vacunación en general, dificultad en llegar al vacunatorio, rechazo previo en el vacunatorio, horarios, tiempo de espera y, por último, si se logró la vacunación. Olego e Ichazo destacaron que es la primera vez que se mide en el país.
En una escala también de cero a 100, el nivel de acceso fue de 66,9 puntos, de acuerdo con el resultado obtenido a partir de alrededor de 2500 participantes con menores a cargo. En el norte del país, el Gran Buenos Aires y la Capital, los valores estuvieron por debajo de ese promedio nacional, comparado con la Patagonia, la región cuyana y el centro del país. Las diferencias llegaron a superar los 10 puntos.
A la vez, a menor nivel de educación formal de los cuidadores, menor era el acceso a la vacunación: en aquellos con educación de posgrado era de 80,7 puntos y en los que no habían terminado la primaria, de 57,4 puntos. La misma tendencia siguieron los resultados al tener en cuenta la edad de los cuidadores: si tenían menos de 20 o más de 65 años, el nivel de acceso declarado disminuía, con respecto del resto de los grupos etarios.
El ICAV reveló, además, que a un 12% no le habían preguntado si los chicos a cargo tenían al día las vacunas de calendario en el último control, mientras que un 21% de los cuidadores desconocía qué vacunas correspondían para la edad. Y si bien surgió de la encuesta que un profesional de la salud alguna vez le había recomendado no vacunar a un menor a cargo en el 17% de los casos, el equipo de la Fundación Bunge y Born aclaró que no profundizó en las causas o en qué condiciones ocurrió esa negativa en uno de cada seis casos relevados. Aun así, concluyeron que: “Existe una asociación entre aquellos que recibieron la recomendación de no vacunar y niveles más bajos de confianza y acceso”.
Gerardo della Paolera, director ejecutivo de la entidad, consideró al presentar la edición 2022 en conferencia de prensa virtual que estos datos son “fundamentales para la planificación de estrategias de inmunización en salud pública”.
Para medirlos, se adaptó el modelo del Índice de Confianza en las Vacunas que desde 2015 aplica a evaluaciones internacionales un equipo de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. También participaron de este trabajo Alejandra Candia, directora de Proyectos de Educación, Salud, Sustentabilidad e Innovación Social de la fundación, junto con Brenda Walter y Dana Gutman, respectivamente, gerente y analista de la misma área. Como investigadores asociados, además de Olego, trabajaron en esta edición Guillermo Bozzoli (economista), Jorge Insúa (especialista en medicina interna y geriatría) y Andrés Snitcofsky, responsable de la visualización de los datos.