Una pelea entre chicos en el Abasto desnudó el mundo de los floggers
Son en su mayoría adolescentes; están dispuestos a todo por fama, y suben sus fotos a Internet
Cada miércoles, más de 2000 adolescentes que viven en la Capital se reúnen en el shopping del Abasto, situado en la avenida Corrientes y Agüero, congregados a través de Internet, para compartir experiencias y sacarse fotografías que luego suben a sus fotologs .
Pero anteayer, pasadas las 18, la reunión terminó mal. Alrededor de 50 jóvenes, que según algunas versiones serían de Recoleta y Caballito, se enfrentaron entre ellos a golpes de puño y provocaron destrozos dentro y fuera del shopping.
Se trata de los floggers (así se llama a las personas que abren una cuenta en Fotolog), una nueva tribu urbana que comparte su pasión por subir y compartir fotos en Internet con otros usuarios.
A raíz de la trifulca, un agente de seguridad del shopping sufrió una herida en su tabique nasal, y una de las puertas del shopping quedó inutilizada. Algunos jóvenes aprovecharon el desconcierto reinante para robar celulares y asaltar las vidrieras de algunos comercios.
Fuentes policiales informaron a LA NACION que, al cierre de esta edición, no había detenidos, y que los agresores no pudieron ser identificados. "Lo único que tenemos es una denuncia por los destrozos", informó la policía.
Un guardia de seguridad privada del shopping precisó a LA NACION que "la pelea se inició entre los mismos floggers , y que lo que motivó la pelea fue un problema de polleras y de popularidad entre dos grupos antagónicos".
En efecto, esta nueva tribu urbana hace un culto de la fama y la popularidad.
El flogger Federico Valenti, que con certeras dosis de ironía sigue de cerca esta nueva tendencia, afirmó: "El fotolog permite a los adolescentes obtener popularidad de una manera muy simple y divertida. La mayoría de las fotos que suben son autorretratos; buscan verse lindos y tener aceptación con el sexo opuesto".
Según Valenti, cuantas más firmas tenga un fotolog , mayor será su popularidad.
En efecto, en una recorrida virtual que realizó LA NACION por los fotologs pudo comprobar que el pedido: "agregame a favoritos" mina cada pantalla electrónica, como un deseo omnipresente de popularidad.
Es que cuantos más "amigos" tiene un fotolog, más gente lo conoce y, por ende, crece en popularidad para bien o para mal.
Los floggers , en general, cultivan una imagen andrógina, usan piercings, remeras con colores fluorescentes, ropa de la marca A.Y. Not Dead, pantalones "chupines" y flequillos peinados para el costado.
Maleducados
Claudio, un taxista de 47 años que para en la puerta del shopping, afirmó: "Vienen muchos padres, en automóviles caros, a traer a sus hijos a estas reuniones. Y si bien son chicos de familias adineradas, la verdad es que les falta educación. No puede ser que se peleen y hagan los destrozos que hicieron. La gente y los turistas que estaban dentro del shopping estaban muy asustados. Los padres tienen que dialogar más con sus hijos. No puede ser que Internet eduque a nuestros hijos".
Un grupo de adolescentes que estaba ayer en el shopping, y que estaba al tanto de las reuniones de floggers , contó: "Dentro de los floggers hay subgrupos: hay unos chicos que se hacen llamar Los Cabezas, y que están en contra de los «chetos», y otros que son «chetos». Eso siempre genera problemas y enfrentamientos".
Los floggers escuchan música pop, emo y electrónica. Sus grupos de cabecera son Miranda!, Belanova, My Chemical Romance, y las bandas retro que pasan canales de videoclips, como VH1.
Romina Díaz, una flogger que vive en Palermo, contó: "Preferimos juntarnos acá [en el shopping del Abasto], porque es más seguro, y podemos comer algo, escuchar música, comprar la ropa que nos gusta. Además, podemos bailar y sacar fotos".
La polémica en torno a los floggers ya llegó a YouTube, donde hay decenas de videos que retratan los encuentros que los floggers realizaron en el shopping del Abasto. Las opiniones en favor y en contra se cuentan por centenares. Pese a todo, el próximo miércoles, los floggers estarán otra vez en el shopping, y los comerciantes temen que haya nuevos enfrentamientos.
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