Dos cabezas de toro sobresalen en la histórica esquina de Alsina y Defensa, a pocos metros de la Casa Rosada. Un grupo de turistas pasa y se queda mirando asombrado por estos detalles en mampostería. Sorprende ver esto, más la cortina de tiras plásticas de colores, propias de los almacenes de barrio, que cuelgan en la puerta. Una palabra escrita en letras de molde rojas, impone respeto: "Carne". El lugar es el Museo de la Ciudad (Defensa 185), donde se puede visitar la exposición que busca mostrar la historia del ganado vacuno en el país, poniendo el foco en la relación con los habitantes de la Ciudad. El Museo se convirtió en una carnicería.
"La carne nos conforma como pueblo. Es una marca muy fuerte en nuestra identidad. Queremos resaltar una industria y la relación que tenemos los porteños con la carne", explica Mariano Oropeza, uno de los curadores de la exposición, que provoca el interés de los que caminan por uno de los lugares más transitados de Buenos Aires.
La idea que persiguieron al ambientar de esta manera la entrada del museo es la de recrear las viejas carnicerías de la década del 40 y el 50, cuando era habitual que los comercios tuvieran detalles de este tipo, que identificaban el rubro. Las cabezas de toro fueron hechas por artistas escenógrafos del Teatro General San Martín. Una secuencia de imágenes del fotógrafo egipcio Sameer Makarius sobre la actividad en un matadero de la década del 60 ilustran la pared del Museo sobre la calle Adolfo Alsina. Las reacciones no tardaron en verse: "Muerte", reza un grafiti rojo. "Aquellos que no coman carne pueden venir y aprender sobre la industria formó nuestra Nación", sugiere Oropeza.
Desde el museo aseguran que dejarán que aquellos que no estén a favor del consumo de carne puedan expresarse. "La intención es que la pared refleje también este momento de pugna que existe entre vegetarianos y consumidores de carne", asegura Oropeza.
Del lado opuesto están los veganos, que no están conformes con la muestra. "La exposición sólo propone una única lectura y eso está mal, porque la industria cárnica no es sostenible y hay otros paradigmas de producción más amigables que no se muestran, como así también la contaminación que provocan los feet lots", afirma Eduardo Martinez, artista de 43 años y vegetariano desde los 16 años.
Vera Veiga, docente de 35 años, asegura que "hay que estar en equilibrio con los demás seres vivos y no consumirlos". Sin embargo, los dos están de acuerdo en que la carne constituye un referente cultural para nuestra sociedad.
El montaje y la curaduría proponen diferentes caminos para recorrer la muestra y entender el proceso por el cual la carne significó el punto de partida para las bases de nuestro desarrollo. En 1556 llegaron siete vacas y un toro provenientes del Paraguay a la aldea que en aquel entonces era Buenos Aires. A partir de ahí, cambió para siempre la dieta de los que vivían aquí y consumían carne de ñandú y de pecarí (jabalí). Con el ingreso de la carne vacuna al horizonte pampeano se modificó no sólo la alimentación, sino que se creó la primera industria. Los saladeros fueron un motor de crecimiento, al igual que los frigoríficos.
El recorrido aborda la historia de los principales, como los de Staples, Mc Neile y Trapani, ubicados en Ensenada en 1810, los de Rosas y Terrero, en la zona de Quilmes. El "Matadero del Sur", en lo que hoy es Plaza España. Los "Corrales Viejos" (actual Parque Patricios), los de Plaza Miserere, de Recoleta, la primera exposición rural de 1875 y los corrales de "Nueva Chicago", en Mataderos, un barrio que se formó alrededor del ganado vacuno.
"Este año comienza la mudanza del Mercado de Liniers, que es el principal enclave del comercio de la carne en la ciudad", señala Oropeza, develando uno de los disparadores para la realización de la muestra. La afinidad de la carne con los porteños no sólo se puede hallar en la matriz económica, sino en la gastronomía. En la sala central del Museo se puede ver la recreación de una carnicería de barrio, reproducida hasta el mínimo detalle. Un teléfono sobresale en el mostrador. "Era un bien suntuario, las carnicerías tenían uno", detalla Oropeza. Las familias de plata solían llamar al carnicero para hacerle pedidos, que luego iba a buscar la servidumbre. Si la carnicería fue y continúa siendo el punto de encuentro de las familias, el carnicero representa un personaje de un peso social trascendente.
La muestra, en otro de sus recorridos, permite ver algunos de los principales elementos de trabajo de estos pintorescos personajes. También es posible hallar referencias de la carne en el universo literario y al cine. "El Matadero", de Esteban Echeverría y una cita de José Hernandez. La película muda "Juan sin Ropa" de 1919, pasando por "Carne" de Isabel Sarli y culminando en la reciente "Animal" (con Guillermo Francella, quien trabaja en un frigorífico), marcan casi un siglo de filmes con la temática de la carne como eje.
En una vitrina se exhiben latas de corned beef, un alimento que fue muy popular en las mesas familiares. Luego se inicia otro de los caminos hacia la carne, la importancia del asado, el churrasco y las milanesas, platos que fueron pasando a través de las generaciones y que constituyen la columna vertebral de la dieta porteña.
Según un estudio del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva), la carne está asociada a 16 significaciones positivas, siendo la primera de ellas, "comida sabrosa". Además, un promedio de 17 días al mes una familia tipo consume carne como plato principal, pero 24 veces en el mismo periodo, incluye a la carne en diferentes tipos de preparaciones. El asado es el corte que más se vende en las carnicerías. En nuestro país existen alrededor de 53 millones de cabezas de ganado vacuno y el consumo per capita es de 57 kilos, mientras que en Estados Unidos es de 38 y y en China de 6. Según fuentes del sector, este año Argentina exportará alrededor de 450.000 toneladas, volviendo a estar entre los principales 10 países exportadores del mundo.
"Carne" establece trambién un puente con las bellas artes. Uno de los pilares de esta muestra son los cuadros que se exhiben al lado de la réplica de la carnicería barrial. Micaela Gauna es una artista plástica rosarina que presenta su serie "Lo que el cuerpo puede". La obra -hiperrealista- se destaca por mostrar cortes de carne como tema central.
"La carne es incómoda, es rara, los carnívoros necesitamos olvidar de donde proviene. Mis carnes no son alimento, son ejercicios pictóricos, se convierten en pinturas bellas", afirma la artista. La muestra además incluye una serie charlas y actividades en relación al tema de la exposición.
El plato fuerte será el sábado 29 cuando se presente "La Verdad de la Milanesa", una clase abierta de cortes vacunos dictada por notables carniceros de la Ciudad. Los organizadores prometen además, una sorpresa para todos aquellos que asistan.
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