Julieta Viñales, la joven sanjuanina de 18 años, que sufrió muerte cerebral como consecuencia de una operación de amígdalas, falleció luego de agonizar 18 días. Su familia denunció al médico que realizó la cirugía por lesiones graves y mala praxis. Dijo que no les respondía las llamadas ni los mensajes. Cyntia, la madre de la adolescente, manifestó a LA NACIÓN que "desde la parte médica estaba todo hecho". Sólo restaba esperar un milagro.
El sueño de Julieta era ser médica. Por eso, luego de terminar el colegio secundario, se mudó a la ciudad de Buenos Aires para comenzar sus estudios universitarios. Pero las anginas recurrentes no la dejaban en paz y los médicos, luego de una serie de estudios, le detectaron que tenía un estreptococo en las amígdalas. La única solución para terminar con la infección que le provocaba fuertes dolores era someterse a una operación para extirpar estos ganglios linfáticos que estaban "bastante destruidos", según dijo a este medio su madre.
Todo parecía normal. Julieta se hizo los exámenes prequirúrgicos y su madre le pidió al otorrinolaringólogo que la iba a operar, el doctor Maximiliano J.B. Babsia, los medicamentos necesarios para el postoperatorio. El médico le recetó un analgésico, un antibiótico y un corticoides.
El lunes 10 de febrero a las 9.30 Julieta fue operada en la Clínica Cáceres de la ciudad de San Juan y fue dada de alta tres horas después. La amigdalectomía -procedimiento de extracción de las amígdalas- es una operación relativamente sencilla que suele durar entre 30 minutos y una hora. Sin embargo, la joven estuvo dentro del quirófano cerca de una hora y media.
"Cuando Juli salió del quirófano, el médico que la operó le recetó medicamentos para cortar las hemorragias", dijo Cyntia y recordó que su hija volvió "muy dolorida".
Tres días después de la extracción de las amígdalas Julieta fue a ver al Dr. Babsia para el primer control postoperatorio. A ella le molestaba la boca en la zona de la operación. El médico le dijo que esas cascaritas que sentía eran normales y le explicó que debió escarbar más para extraer la amígdala derecha y, según él, por eso se extendió la intervención.
"Nos dijo que tomara medicación para hemorragias cada 24 horas, en lugar de cada 12 y que siguiera comiendo helados y otras cosas blandas para ayudar a desinflamar la zona", dijo Cyntia. Además, Babsia le recetó otro corticoide y un protector gástrico.
Hemorragia masiva
El viernes 14 a la noche Julieta y Cyntia estaban solas en su hogar. "Juli me dice que sentía líquido en la boca. Va al baño y escupe sangre. Cuando sale, me cuenta y empieza a vomitar sangre. Luego se desmayó y la tuve que dar vuelta porque se ahogaba en su propia sangre", recordó la mujer que, ante el grave estado de su hija, está de licencia en su trabajo como administrativa de un laboratorio.
Desesperada, Cyntia salió a la calle y fue a la garita de la Policía que está cerca de su casa. Con la ayuda de los agentes, llevó a Julieta a la guardia del Hospital Marcial V. Quiroga donde la estabilizaron, pero la joven seguía con pérdida de conocimiento.
"El Dr. Babsia dijo que me quedara tranquila porque era una cascarita que se desprendió", recordó la madre de Julieta. Sin embargo, la adolescente fue trasladada en ambulancia al Hospital Rawson, de mayor complejidad, donde quedó internada en terapia.
"El sábado la fui a ver, comió gelatina y tomó jugo bien frío. El otorrino que la operó fue a verla el sábado al mediodía y decidieron dejarla en terapia hasta el lunes al mediodía", dijo Cyntia y recordó algo que le dijo una enfermera: "¡Qué raro que siga con tanto dolor!".
El Dr. Babsia revisó a Julieta y le dijo a la madre: "Quedate tranquila. Le vamos a pasar un poquito de morfina para que le baje el dolor y pueda dormir". Cyntia y su marido, Leonardo Viñales, regresaron a su casa para intentar descansar.
No hay algo más alarmante que, cuando se tiene a un pariente internado, suene el teléfono a la noche. "A la madrugada del domingo me llamaron para decirme que Julieta había tenido una hemorragia grande, que estuvo en paro por 40 minutos. Salimos volando para el hospital", dijo Cyntia.
"Cuando llegamos ella todavía estaba en el quirófano, que estaba todo lleno de sangre", recordó la madre de Julieta y agregó que también estaba el médico que hizo la extracción de las amígdalas. Según la mujer, su hija perdió casi cuatro de los cinco litros de sangre que tenía.
Durante la intervención de emergencia, a Julieta le repararon la arteria carótida que fue lesionada durante la operación de amígdalas.
Al respecto, el Dr. Babsia dijo que "estas son cosas que pueden ocurrir y hay que ver cómo evoluciona Julieta". Luego, no se supo más de él.
Transcurrieron una horas hasta que los médicos le retiraron la medicación por completo a Julieta. Luego hicieron estudios de reflejos y, como no había respuesta, les notificaron a la familia que ella tenía muerte cerebral porque la falta del oxígeno durante el paro fue muy grande.
Ahora el médico no contesta el teléfono celular y en la Clínica Cáceres le dijeron a la familia que estaba fuera de la provincia por asuntos personales.
Acciones legales
"No podés llegar a entender que una simple operación de amígdalas termine así", dijo a LA NACIÓN el abogado de la familia Viñales, Juan Bautista Bueno. Según el letrado: "Todos los profesionales que consulté indicaron que lo único que puede generar esta lesión son las mismas pinzas que se utilizan para extirpar las amígdalas podrían llegar a lesionar la arteria carótida".
Por otro lado, el Dr. Bueno habló de la sensación de "temor colectivo en la provincia porque estamos hablando de una operación de amígdalas, no de corazón abierto".
Además, el abogado recordó el caso de la muerte de la periodista y legisladora porteña Débora Pérez Volpin, quien murió hace dos años tras una endoscopía y, que luego de una investigación judicial, fue condenado el médico que realizó el procedimiento.
"Puedo criticar que la operación haya sido fallida, pero más voy a criticar el accionar del médico durante los días posteriores que, al desaparecer, cometió abandono de persona", dijo Bueno y agregó que "absolutamente no hay dudas de que se trata de un caso de mala praxis".
El abogado de los Viñales afirmó que "Julieta no tenía ninguna enfermedad preexistente, porque eso quedó determinado en los estudios prequirúrgicos".
Finalmente, luego de 18 días de agonizar en el Hospital Rawson de la ciudad de San Juan, Julieta Viñales falleció.
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