Una investigación preguntó a los jóvenes si se irían del país y la respuesta fue contundente
Casi ocho de cada diez dijeron que, si tuvieran la posibilidad, emigrarían; representan 18 puntos porcentuales más que en 2021
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CÓRDOBA.– Mucho se habla de la emigración de los jóvenes (y no tanto) argentinos. Ahora, un estudio privado señala que casi ocho de cada diez se quieren ir del país. Los integrantes de ese grupo etario son los menos optimistas, los especialmente sensibles a desarrollar sentimientos de pesimismo en un clima social “agitado”. Los números marcan “potencialidad migratoria” –no todos los que expresan el deseo lo harán realidad– y están 18 puntos porcentuales arriba de los obtenidos en 2021.
Los datos se desprenden del trabajo “Medición de calidad de vida en pueblos y ciudades de Argentina”, un relevamiento anual sobre un conjunto de indicadores que comenzó en 2020 y se realiza a través de cuestionarios digitales. La muestra de localidades se diseñó en cuatro estratos no proporcionales, según el tamaño del lugar. En total se incluyeron 1400 casos efectivos con un margen de error +/- 2,6%.
La investigación fue impulsada por la Fundación Colsecor; el trabajo de campo lo hizo la consultora Dicen y el politólogo Mario Riorda, director de la maestría de Comunicación Política de la Universidad Austral, estuvo a cargo del diseño.
El 52% del total de encuestados afirmó que se iría del país si tuviera la posibilidad de hacerlo, el mismo porcentaje que el año pasado y seis puntos porcentuales más que en 2020. El pico de las respuestas positivas se da en las ciudades de más de 100.00 habitantes (59%) y el menor nivel en las de menos de 10.000 (46%). Predominan entre los hombres (56%), con seis puntos más que entre las mujeres.
El salto a 78% se da entre los más jóvenes, de 15 a 24 años, y entre personas con educación universitaria completa (57%). Entre los 25 y los 39 años, el porcentaje de quienes se irían baja a 58% y cae a 52% entre las personas de 40 a 59 años. Entre los mayores de 60 años, la idea de dejar el país alcanza al 42%.
En diálogo con LA NACION, Riorda planteó que “los datos muestran una cuestión aspiracional, tanto entre los jóvenes como en el resto de los grupos”. Indicó que todos los años el estudio evidencia que “en las grandes ciudades siempre es más alta la percepción de todos los factores que hacen al bienestar. Más tristeza, más pesimismo, más disconformidad con los servicios”.
Entre 2020 y este año hay un descenso fuerte en el consenso de que el Estado “tenga un rol importante en la vida en sociedad”: pasó de 6,9 a 5,2. También cayó la percepción de que la libertad de mercado debe ser el mecanismo de funcionamiento de la economía, de 6,9 a 5,7.
“No es que esté bien el mercado, pero empeoró la percepción del Estado”, dijo Riorda. Las evaluaciones van de uno a diez y el 19,5% le puso “uno” al Estado.
Más optimismo y también cansancio
Más allá del tamaño de las ciudades, el 43% dijo sentirse “optimista” la mayor parte del tiempo, ocho puntos porcentuales más que en 2020 y uno menos que el año pasado. En cambio, aumentó el volumen de quienes se sienten “preocupados” casi todo el tiempo (35%, contra 32% del año pasado y 31% de 2020) y “estresados” (31% contra 30% y 23%, respectivamente).
“El cansancio pandémico generalizado sigue presente –señala el análisis–. Se detectaron estados individuales menos graves (menos soledad, menos percepción de tristeza y depresión), pero menos vitalidad y energía, especialmente en ciudades grandes”. La mayoría (64%) declaró que “disfruta” de la vida, pero con una leve caída en comparación con 2021. El nivel de disfrute crece en las localidades más chicas.
Riorda señaló que hay un “clima menos grave respecto a la pandemia. La gente se siente más acompañada menos triste, pero aumentó el cansancio pandémico. La mitad dicen que no se levantan descansados y eso tiene una afectación de la vida cotidiana”.
Ante la consulta de qué tan satisfechos se sienten con la calidad de vida en la localidad o la ciudad donde viven, el 68% afirmó estar entre “muy y algo” satisfecho, un punto menos que el año pasado, pero 11 menos que en 2020. El nivel de satisfacción aumenta en los lugares de menos de 10.000 habitantes (75%).
Cuando se comparan los indicadores de servicios educativos, de salud y de transporte, se evidencia una caída significativa en la percepción de satisfacción con la vuelta a la presencialidad. Aunque más atenuada, también crece la disconformidad con la oferta laboral existente en el lugar donde se vive (58% en general).
Respecto de la satisfacción con el nivel de ingresos, el 52% muestra disconformidad, dos puntos más que el año pasado y 11 más que en 2020. Hay una relación directa con la inflación creciente y también con el ritmo de “normalización” de la vida a medida que fue liberándose la actividad desde el inicio de la pandemia del Covid-19.
Consultados sobre qué estrategias hay frente a la inflación, se impusieron el comprar ofertas (62%) y reducir “significativamente” compras y salidas (54%).
Pasada la crisis pandémica, la valorización de la libertad supera a la solidaridad y al orden; el año pasado la solidaridad era la opción más elegida. A la vez, hay un aumento en la confianza pública y el compromiso comunitario, pero en paralelo los encuestados plantearon más desconfianza en el otro y en la participación en diferentes instituciones.
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