Una ciudad en duelo: quiénes eran las 13 personas que murieron por el derrumbe del club en Bahía Blanca
La mayoría eran familiares de las patinadoras que iban a hacer una exhibición en el gimnasio que colapsó por el feroz temporal del sábado pasado
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BAHÍA BLANCA.- Pasaron las 72 horas de duelo que decretó el municipio por la muerte de 13 de sus vecinos en el Club Bahiense del Norte, aplastados por una pared que se derrumbó durante un temporal que, además, provocó destrozos graves en gran parte de la ciudad, con familias que perdieron su vivienda y comerciantes que debieron descartar toneladas de alimentos frescos porque están todavía entre ese más de 35% de domicilios que no tieneN energía eléctrica.
Pero el dolor no sabe de plazos ante lo único irreparable que dejó este fenómeno meteorológico: las muertes de Juliana Barquero, Adriana María Contento, Norma Gladys Nieto, María Laura Rodríguez, Federico Luis Dúo, Diego Carrasco, Luis Pérez, Juana Graciela Danszyt, Rosa Figueroa, Bryan Ortega, Diego Cassati, Rubén Baldi y su hijo, Benicio, de apenas 5 años.
Casi todos vecinos de esta Bahía Blanca sacudida por el golpe que representaron tantas pérdidas humanas, con varios nombres conocidos en la comunidad local que corrieron del foco el desastre que quedó en las calles y puertas adentro de casas y comercios, casi sin excepciones en los distintos puntos de la ciudad.
Baldi tenía un lavadero de autos y junto a Celeste, su esposa, esperaban ese sábado para ver en acción a su hija, Lola, parte de la exhibición de patín trunca cuando se desplomó la pared de una de las cabeceras del gimnasio donde también resultaron heridas otras 14 personas.
Barquero era docente y la muerte la encontró allí en vísperas de su cumpleaños. Tenía 52 y tres hijos. Colaboraba con el grupo de patinadoras en las tareas de maquillaje y sus restos, según trascendió, serán trasladados y sepultados en Chacabuco. Nieto era su colega, pero estaba jubilada. También estaba en esas gradas cuando los vientos de más de 180 kilómetros por hora sacudieron esa construcción hasta partirla.
Sentados uno al lado del otro fallecieron Pérez y Danszyt, de 67 años, ya jubilados e infaltables en estas presentaciones a las que concurrían para ver patinar a su nieta.
El Club Pacífico de Tenis publicó una sentida despedida a Dúo, un contador que era un participante frecuente de torneos en el circuito regional de este deporte.
Casatti era un empleado municipal que concurrió a este festival junto a su esposa, que sobrevivió ante el impacto de la caída de más de 20 metros cuadrados de pared. Rodríguez, de 45 años, era empleada de un comercio local.
Figueroa, de 66, era de la vecina localidad de Médanos y viajó especialmente para ver patinar a su nieta. Lo mismo que Contento, que desde su rol de abuela acompañaba y esperaba por el show en esa tribuna.
Ortega también quería ver patinar a su hija. A su lado estaba Tatiana, su prima, que habló con LA NACION y solo sufrió unos mínimos magullones. “Fue desesperante”, dijo sobre lo que se vivió esa noche.
De Carrasco cuentan que tenía 42 años y se desempeñaba como enfermero en un establecimiento de salud de la ciudad. Estaba acompañado de su esposa, que sufrió lesiones importantes por el impacto del trozo de pared que cayó desde casi dos metros de altura.
Heridos
En el Hospital Municipal permanecen internados en terapia intensiva cuatro personas, entre ellas un menor. Todos con lesiones gravísimas, pronóstico reservado y riesgo de secuelas. En total fueron 14 los lesionados. Los más leves, con indicios de buena recuperación, ya fueron dados de alta.
Lo que sí da otra oportunidad es la reconstrucción de cada bien material dañado por estas ráfagas con una capacidad de destrucción inmensa. Desde las plazas, con decenas de añosos y altos árboles arrancados de raíz, hasta las frágiles viviendas de las afueras que dejaron a decenas de familias solo con lo puesto.
En atención a ellos comenzó este miércoles la asistencia con materiales, en especial tirantería y chapas que, en buena parte, son aportes del Estado provincial y que buscan contribuir a que cada uno vuelva a poner en pie la vivienda que tenía.
La distribución se hace con apoyo de personal de Gendarmería Nacional, que llegó con móviles y equipamiento para asistir en las distintas y múltiples necesidades que asoman en el distrito. Desde recomponer el tendido eléctrico hasta distribuir alimento.
El servicio de energía que brinda la empresa EDES poco a poco gana nuevos barrios y, al menos hasta las primeras horas de este miércoles, el 62% de los domicilios contaba nuevamente con la posibilidad de poner en funcionamiento luces y equipos eléctricos.
Desesperación
La desesperación extrema pasa por los comerciantes que no solo perdieron toda la mercadería fresca por la imposibilidad de mantenerlos a una temperatura adecuada. Salvo excepciones que tenían o consiguieron generadores portátiles, no hubo más opción que tirar todo lo que ya no estaba apto para consumir. “Lo que pudimos lo regalamos, pero otras cosas ya eran un riesgo”, contó el propietario de una fiambrería de las afueras de la ciudad que sigue sin suministro.
Se daban situaciones inéditas para salvaguardar algunos de esos productos. Como el caso de carnicerías donde, a diferencia de lo que ocurre a diario, las medias reses se pasaban de estos locales a los camiones de distribución para llevarlas a lugares donde había en funcionamiento unas cámaras frigoríficas.
En este sentido, el municipio de Bahía Blanca anunció nuevas bocas de acceso comunitario a la energía eléctrica. A las postas dispuestas para carga de celulares sumaron una para que comerciantes trasladen sus freezers y puedan mantener allí su mercadería a resguardo.
A la par hay una colaboración muy fuerte entre los propios vecinos que ponen a disposición lo que se pueda: desde facilitar enchufes para cargar equipos hasta entregar agua o víveres para quienes más lo necesitan.
Quien se puso al frente en esa cruzada, pero a nivel internacional, fue Manu Ginóbili. Viajó a Bahía Blanca y desde aquí grabó un mensaje que acompaña su pedido de donaciones, con opciones desde US$50 hasta US$2000. “Créanme. Todo ayuda. Pueden hacer una gran diferencia”, dijo y alentó a sus seguidores para que colaboren con la causa.
Como había anticipado LA NACION, junto con estas campañas solidarias de pedidos de ayuda y donaciones también aparecían algunos intentos de estafas. El primero que se confirmó fue sorprendente: el involucrado es hijo de una concejal de Bahía Blanca y pretendió hacerse de dinero promocionando el alias falso de la cuenta bancaria de la Fundación Ginóbili. Se llama Ivan Safar, es hijo de Valeria Rodríguez (de La Libertad Avanza) y si bien pidió disculpas, quedó investigado por la Justicia.