Una casa con historia, flanqueada por torres
"Chiche" Mairal es el dueño de la propiedad de Belgrano R que ayer apareció en la tapa de este diario
"A esta le decimos longaniza, a la otra calabresa", ironiza Juan Carlos Mairal, alias "Chiche", mientras conversa con LA NACION en la puerta de su casa en Crámer al 2200, que quedó "atrapada" en medio de dos torres de unos 12 pisos cada una. En Belgrano R, su vivienda es más que un hogar: es una especie en extinción.
Su casa fue protagonista de la tapa de la edición de ayer de LA NACION: es un claro ejemplo de la desaparición de las viviendas unifamiliares frente a la proliferación de los edificios de departamentos. Por cada 1000 nuevos departamentos, se construyen solo 6 casas.
Fue su bisabuelo, José Moneta, quien compró el terreno en 1882. Allí vivieron, hasta la fecha, cinco generaciones de esta familia que todo el barrio parece conocer y apreciar. "Es mucho tiempo. Acá nació mi abuela, mi mamá, yo, mis hijos y mi nieto", resume "Chiche", que tiene 70 años y se emociona con sólo recordar anécdotas de aquella época en que el barrio era otro. Hoy convive con su esposa Haydée, su hijo Alejandro, su nuera Eugenia, y el carismático perro de la familia, "Tote".
"Acá al lado, en la torre que llamamos longaniza, había una quinta que tenía el frente tapiado con unas rejas verdes. Era tan grande que tenía salida a la calle Conesa", recuerda. "Había una gran cantidad de árboles de frutas, de manzanas, duraznos, limones... Con mis primos saltábamos la cerca y comíamos las frutas", evoca con mirada perdida.
Un par de décadas más tarde, hace 47 años, "Chiche" se casó con Haydée, quien se convirtió en una ferviente opositora a una posible venta de la casa familiar. "Desde 2009 me ofrecen comprarla, pero mi mujer no quiso saber nada hasta ahora", resume.
Hoy la situación ha cambiado y los Mairal han decidido mudarse. "Nos vuelven locos", resume. "Nos tiran tarjetas por debajo de la puerta o nos tocan el timbre. Sólo la semana pasada tuvimos tres ofertas", describe. "Estamos por vender porque ya no se puede vivir acá. Barrés y en dos segundos se llena de nuevo de polvo, no hay aire puro y hay mucho ruido durante toda la noche", detalla. "Lamento mucho tener que irme del barrio, imaginá que para una persona de mi edad el desarraigo es algo muy duro", afirma "Chiche" entre lágrimas.
Al lado de su casa, un enorme cartel anuncia la venta de "pisos premium de 4 ambientes con dependencia". Desde su balcón, se observan en altura los perfiles de los departamentos sin estrenar que pronto ocuparán familias con el deseo de formar recuerdos tan felices como los de "Chiche". En ese mismo barrio, aunque ya no sea el mismo.