Una argentina en "la máquina de Dios"
Seguramente la noticia científica del año fue la puesta en marcha de "la máquina de Dios", el "monstruo" circular de metal que, sepultado a cien metros de profundidad cerca de la frontera entre Suiza y Francia, albergaría fabulosas colisiones entre protones lanzados a aproximadamente la velocidad de la luz, y energías nunca antes creadas en la Tierra.
Ubicada en la primera fila de ese espectáculo histórico, que permitiría atisbar cómo debe haber sido el universo instantes después del Big Bang, estaba la física argentina María Teresa Dova, docente de la Universidad de La Plata (UNLP) e investigadora del Conicet, al mando de un grupo que incluyó no sólo a doctorandos de la UNLP y a jóvenes investigadores de la UBA, sino también a científicos del Argonne National Laboratory, de EE.UU., y de la Universidad de Birmingham, entre otros.
Dova, hija de un artista y empleado de correos y de una ama de casa, y madre de dos hijos, fue junto con su equipo la encargada de desarrollar algoritmos para seleccionar los eventos significativos (unos 200) entre las miles de millones de interacciones que se registrarían por segundo en el acelerador. Nueve días después del lanzamiento hubo que detener la máquina más compleja de la historia por una falla en una pequeña pieza eléctrica de niobio y titanio. Pero mientras se espera la nueva puesta en marcha, que se prevé para mediados de 2009, Dova no descansa. "Seguimos a toda máquina porque se trata de preparar «el camino del descubrimiento». Gracias a esta falla, tuvimos un poquito más de tiempo, pero ahora sí que todo está absolutamente listo."
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