Un Stonehenge español: descubren una de las mayores concentraciones megalíticas de Europa
Los arqueólogos califican el hallazgo de “único”, porque incluye la localización de 526 menhires de entre el sexto y el tercer milenio antes de la era actual y tres áreas de observación del cielo
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MADRID.- Como el precio de la palta no cesaba de subir ―el 96% de la producción termina en la Unión Europea―, la propiedad de la finca de 600 hectáreas La Torre-La Janera (en la provincia de Huelva) decidió en 2018 cubrirla con esta planta de las lauráceas. La Junta de Andalucía, dado el posible potencial arqueológico de las tierras, le puso una condición: había que realizar antes una prospección. El resultado ha sido espectacular. Los arqueólogos han descubierto tres recintos megalíticos, “posiblemente vinculados al control del ciclo de las estaciones y a la observación de eventos astronómicos”, dos crómlech (círculos de piedra semejantes a los de Stonehenge), 526 menhires y diversos agrupamientos de dólmenes. Los expertos de las universidades de Huelva y Alcalá de Henares califican este conjunto ―que comenzó a erigirse a finales del sexto milenio antes de nuestra era y se mantuvo casi 3000 años― como “único”, una de las mayores concentraciones megalíticas de Europa.
La Torre-La Janera se localiza en la margen izquierda del río Guadiana, en torno al cerro Monte Gordo (155 metros). Actualmente, los terrenos se ubican a unos 15 kilómetros de la línea de costa, pero no siempre fue así. En la Prehistoria reciente, entre 6500 y 4000 años a. C., el nivel del mar era dos metros superior y solo la retirada de las aguas formó la actual colmatación fluvial y las marismas.
En ambas márgenes del tramo inferior del Guadiana, en su frontera con Portugal, los arqueólogos ya conocían diversos megalitos tallados en grauvaca, una roca arenosa formada por mica, feldespato y cuarzo. Se tenía constancia de dos menhires, cinco dólmenes, tres áreas de enterramiento circular (tholoi), una cantera y cuatro necrópolis, entre otras construcciones. Pero las nuevas prospecciones, acompañadas de fotointerpretación de imágenes por satélite y aéreas, así como el uso de datos LiDAR (láser), entre otras técnicas, han desvelado un mundo muchísimo más rico arqueológicamente.
Primitiva Bueno-Ramírez, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares, lo define así: “Hasta el momento no se conoce una concentración de sitios megalíticos tan compacta y con tantas expectativas de obtener datos arqueológicos en ningún lugar de Europa, y las conozco todas. Lo importante es que la Junta de Andalucía, la Delegación de Huelva, los alcaldes de la zona y los propietarios de los terrenos están muy implicados”.
El artículo El sitio megalítico de La Torre-La Janera (Huelva): monumentalidades prehistóricas del Bajo Guadiana, publicado en la revista Trabajos de Prehistoria, de los arqueólogos José Antonio Linares-Catela, Coronada Mora Molina, Adara López López, Teodosio Donaire Romero, Juan Carlos Vera-Rodríguez y Primitiva Bueno-Ramírez, descubre que “es un sitio único hasta el momento en la península Ibérica. Las arquitecturas en piedra y otras manifestaciones asociadas a ellas remiten a etapas cronológicas diferentes de la Prehistoria Reciente, coexistiendo monumentos con funciones y tradiciones técnicas distintas”. El lugar, añaden, “destaca por la alta densidad y diversidad de megalitos de grauvaca y hallazgos asociados como áreas de extracción, grabados rupestres y estructuras de piedra seca”.
Diversidad
Los menhires son los elementos más numerosos: 526 se han hallado de pie o derrumbados. Sus formas son de lo más variadas, ya que se han localizado lenticulares, ovoides, subtrapezoidales y rectangulares. Su longitud varía entre 1 y 3,5 metros. “Una parte mayoritaria se ha encontrado donde fueron extraídos, en los mismos emplazamientos o en las cercanías, como es frecuente en la Bretaña francesa”. Aparte, habría que sumar los menhires inacabados o desechados por sus creadores como consecuencia de roturas. No obstante, sobre sus superficies aún “son visibles el desbastado, talla y piqueteado por percusión directa de las aristas y superficies, incluso el pulimento y abrasión en zonas concretas”.
Entre los menhires detectados en túmulos circulares ―zonas de enterramiento― destaca el llamado API-2, ubicado en la margen izquierda del arroyo de Rocín, con 3,5 metros de longitud y uno de anchura. Está calzado en seco con piedras dispuestas en oblicuo y reforzado con dos muros paralelos de gran porte. “Su monumentalidad constructiva y los grabados incisos en su cara occidental remarcan su valor simbólico”, afirman los expertos.
La mayoría de los menhires (hasta 260) se concentran en 26 alineamientos y dos crómlech. Los alineamientos, de una a seis filas, pueden alcanzar los 250 metros de longitud en algunos de los casos. Todos se alzaron en laderas o cimas. Los dos crómlech se construyeron “en los altos de cerros con horizonte despejado hacia naciente, desde donde pueden observarse los ortos solares equinocciales y solsticiales”. El mejor conservado está formado por nueve menhires tumbados, formando una U abierta hacia el Este. A 20 metros de distancia se levantan otros y a 300 metros hacia el suroeste se distingue un monumento similar con otros seis menhires, que delimitan un espacio de 65 por 40 metros.
Destino
Además de estas construcciones, los expertos han hallado otros 475 soportes para ellas desplazados de su lugar de origen y diseminados por el terreno, posiblemente por antiguas labores agrícolas. Pero además de estos espectaculares elementos, se han detectado numerosos dólmenes, túmulos y cistas que “deben ser contenedores funerarios, aunque tampoco es descartable que algunos hayan estado asociados a prácticas evocativas y rituales de conmemoración, implicando o no la deposición de ofrendas, como se ha constatado en túmulos de otros ámbitos peninsulares”.
En concreto, los dólmenes se han hallado tanto aislados como agrupados. Uno de ellos tiene una cámara de 3,50 metros de longitud, casi un metro de anchura y un túmulo circular que lo rodea de siete metros de diámetro. Por su parte, los túmulos de piedra poseen distintas longitudes, entre los 6 y 17 metros, y presentan estelas asociadas. Se han documentado, además, 41 cistas individuales o para dos o más individuos. Son estructuras rectangulares de entre 1 y 2,5 metros de longitud talladas en piedra.
En cuanto a los tres recintos megalíticos encontrados sobre terrazas o plataformas, se trata de “grandes construcciones abiertas y articuladas en niveles escalonados. En su interior se concentran estructuras de funciones y cronologías diversas: dólmenes, cistas y menhires. Según el estudio, se “emplazan en cerros prominentes, de amplia visibilidad y de gran perceptibilidad paisajística, cuyas cimas y laderas fueron transformadas topográficamente. Se concentran en torno al arroyo de Rocín y albergan menhires reutilizados, fracturados en sus extremos o por la mitad”. Uno de los recintos ocupa 1,95 hectáreas de superficie y alcanza 200 metros de longitud en su eje mayor. Se compone de una plataforma circular en la cima y dos niveles circundantes formados por muros de mampostería de grandes bloques. En la ladera sureste, se suceden hasta seis niveles. Cuenta con 15 menhires reutilizados, cistas megalíticas, estructuras excavadas en la roca y construcciones de mampostería.
Otro de los recintos hallados tiene forma de H, ocupa 1,18 hectáreas y 100 metros de longitud por 80 metros de anchura. Se emplaza en una elevación amesetada con declive progresivo del 6,5% de noroeste a sureste, con horizonte despejado hacia el este. Comprende una plataforma superior y una estructura formada por la unión de tres muros de grandes bloques pétreos y seis menhires reutilizados.
El tercer recinto, en este caso en forma de U, tiene 150 metros de lado y se extiende por 1,2 hectáreas. Su trazado, adaptado a dos espolones rocosos, combina tramos de bloques y mampuestos. En su derredor se sitúan otros seis menhires y tres canteras. También se han localizado 46 áreas de extracción ―24 de ellas para bloques medianos y pequeños― y 22 para grandes. En su entorno se observan bloques en proceso de transformación, martillos y percutores de cuarcita y soportes desechados de entre uno y tres metros. En cuanto a grabados rupestres, se han contabilizado 10, principalmente formados por círculos y líneas incisas. Algunos grabados se superponen a marcas de erosión naturales para aprovechar las ranuras lineales, los surcos y las estrías.
El informe recuerda que “la fusión entre lo natural y lo antrópico otorga a La Torre-La Janera un carácter propio, siendo la mayor parte de los monumentos de aspecto tosco y apariencia sencilla. Los alineamientos y crómlech revelan la existencia de monumentos abiertos con formas y funciones más complejas, posiblemente vinculadas al control del ciclo de las estaciones y a la observación de eventos astronómicos. Se levantaron en emplazamientos destacados y con amplia visibilidad del paisaje que los conectaban espacialmente con el relieve circundante, horizonte y cielo, como es común en este tipo de agrupaciones”.
Para los expertos, “los dólmenes, túmulos y cistas debieron de funcionar como casas de los muertos y lugares rituales, conteniendo restos de los antepasados y ofrendas. La erección colectiva y las actividades comunales realizadas por las comunidades del Bajo Guadiana en torno a los menhires y dólmenes podrían haber servido para fijar el territorio de los ancestros, fomentar lazos de cohesión intergrupales y crear una memoria del lugar durante una larga temporalidad”.
Y concluyen: “Su descubrimiento aporta nuevos argumentos que refuerzan las interpretaciones del megalitismo atlántico como uno de los más antiguos fenómenos humanos encaminados a la transformación y antropización de los territorios. Consecuentemente, el sitio amplía el horizonte de conocimiento de los megalitismos de Europa occidental y las potencialidades de investigación del suroeste peninsular”.
El estudio se ha realizado dentro del proyecto general de investigación Menhigua. Menhires y megalitos en el Bajo Guadiana. Los trabajos se iniciaron a finales de 2021 y se prolongarán hasta 2027, momento en el que está previsto concluir “el análisis integral del yacimiento”.
Vicente G. Olaya
©EL PAÍS, SL
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