Un servicio que integra a los no videntes
Funciona desde 1927 en Lezica 3909; presta libros, imprime resúmenes bancarios en braille y favorece la autonomía
Es la más antigua en lo suyo y después de haber cumplido 86 años sigue renovándose. La Biblioteca Argentina para Ciegos trabaja desde 1927 para ayudar a la plena integración de las personas con discapacidad visual en la sociedad.
Tiene muchos servicios para las personas ciegas, como la Biblioteca Braille Circulante, el Libro Parlante, la Imprenta Braille Informatizada, la distribución de materiales para ciegos, el Servicio de Apoyo Educativo (SAE), la Biblioteca en Tinta, el Ateneo Cultural Julián Baquero, además de informática y deportes para ciegos.
Las puertas de Lezica 3909 se abren una y otra vez. Todo el tiempo llega alguien que utiliza alguno de los servicios de la entidad.
En la imprenta se producen revistas para chicos y grandes que la biblioteca distribuye gratuitamente. “Hay muy poco material en Braille y lo enviamos a quienes nos lo solicitan en las provincias y en países de América latina –explica la directora ejecutiva, Olga Torres Morel–. Queremos cumplir con nuestra misión, que es la difusión y el acceso a la información y a la cultura.”
Olga explica que existe un decreto que establece que circule sin costo el material para ciegos, como cartas certificadas libres de franqueo, y como secogramas, viaja gratis el material Braille. De todos modos, quisieran poder más: “Costeamos los gastos de producción y eso hace que no podamos hacer tantos ejemplares como quisiéramos”, lamenta Olga.
En la imprenta trabajan Pablo Gutiérrez y Fabián Ramírez. El primero tiene un resto visual y es, además, actor de teatro. Fabián, en cambio, es ciego y también es campeón olímpico de yudo. Hacen las matrices de hoajalata, cargan las máquinas e imprimen las publicaciones.
Es un trabajo realmente artesanal. Después compaginan todas las revistas a mano, porque no cuentan con una compaginadora automática. La máquina que hace las matrices es casi una reliquia: tiene 20 años y trabaja con un sistema operativo antiquísimo.
Olga ganó el concurso y se convirtió en directora el año pasado. No es nueva en la biblioteca. “Vengo desde chica, de más grande fui voluntaria y en un tiempo trabajé”, cuenta.
Otra tarea de la biblioteca es la impresión en Braille de los resúmenes de los servicios y las tarjetas de crédito. “Hay una ley nacional que indica que todos los servicios deben facturar en Braille y una ley de la Ciudad que obliga a restaurantes y confiterías a imprimir los menúes en Braille –señala Olga–. Aunque no todos lo hacen, nosotros imprimimos los que nos lo solicitan.”
Además de favorecer la autonomía y privacidad de las personas ciegas, es una fuente de ingresos para la biblioteca. Si bien el usuario no debe pagar nada por recibir el resúmen, que se acompaña con uno impreso en tinta, las empresas le pagan a la entidad por las impresiones.
Detrás de esta tarea está María, que imprime y ensobra –con ayuda de alguien que ve– los resúmenes. María entró como bibliotecaria, hace 24 años, y hoy se dedica a las impresiones en Braille. Sin ir más lejos, imprime unos 200 resúmenes de la tarjeta Visa cada mes, de cualquier banco, que se solicita gratuitamente llamando al 4379-3400. “Yo vivo sola y no quiero pedirle a alguien que no conozco que me lea el resumen y se entere así de cuánto gasto y en qué”, dice Olga.
En el salón de lectura se respira la historia de la biblioteca. Cuenta con unas 2500 obras, en 13.000 volúmenes porque cada libro impreso en Braille ocupa varios tomos. Cada sábado se llena de música con el ateneo cultural abierto al barrio, siempre gratis, a partir de las 18.
Un piso más arriba está el Libro Parlante, con más de 1040 títulos. Graciela está a cargo del servicio y pasó por todos los momentos de la tecnología: desde la cinta abierta hasta el CD actual, pasando por el cassette. “Aquí no sólo vienen ciegos sino también personas que ya no pueden leer por otros problemas de salud o por tener una edad avanzada”, explica.
Con tantos servicios, y aunque cuenta con 13 personas rentadas, la biblioteca siempre necesita de voluntarios para colaborar en distintas tareas, sobre todo en cuestiones administrativas o de informtática. También de socios adherentes que aporten su granito para que pueda mantenerse. Sus teléfonos son (011)4981-0137/7710 y su página web es www.bac.org.ar
El alquiler de departamentos en el edificio donde funciona la entidad, algunos servicios que ofrece a empresas y una campaña de regalos empresariales aportan fondos que siempre parecen escasos. “Organizaciones como ésta existen porque no hay quién cubra estas necesidades”, lamenta Olga.
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