Arabia Saudita paga a científicos españoles para hacer trampa en el ranking de las mejores universidades del mundo
Más de una decena de ellos declaran falsamente que su trabajo principal es en instituciones de Arabia Saudita para elevarlas artificialmente en las clasificaciones académicas
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MADRID.– La química Mira Petrovic, una de las científicas más citadas de España y del mundo, muestra todavía estupefacta la oferta que recibió de una universidad saudí justo antes de la pandemia. La investigadora percibiría cada año 70.000 euros en su cuenta bancaria si hacía constar esa institución árabe, la Rey Saúd de Riad, como su lugar de trabajo principal en una de las bases de datos que utiliza el influyente ranking de Shanghái para designar a las mejores universidades del planeta. Petrovic, que trabaja en Girona en el Instituto Catalán de Investigación del Agua, solo estaría obligada a pisar Arabia Saudita un par de veces al año, en escapadas de tres días. Ella rechazó sin dudar este ofrecimiento “indecente”, pero decenas de reputados investigadores de todo el mundo figuran como afiliados a universidades saudíes en primer lugar, aunque sea obviamente falso, disparando artificialmente a las instituciones árabes en las clasificaciones académicas internacionales. China, con 12 casos, y España, con 11, son los países con más investigadores que actualmente muestran un salto ficticio a un centro saudí.
El ranking de Shanghái es el más poderoso del mundo. Las universidades luchan cada año para escalar posiciones, ganando un prestigio que se puede traducir en influencia política o en más dinero por las matrículas de los alumnos. La número uno actual es la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Entre los factores decisivos para ascender peldaños figuran el número de ganadores del Nobel y la cantidad de profesores incluidos en los highly cited researchers, una lista elaborada por la empresa inglesa Clarivate con los 7000 científicos de todo el mundo cuyos estudios son más citados por otros colegas. Las universidades saudíes ofrecen dinero fácil a estos investigadores muy citados para que cambien su principal lugar de trabajo en la base de datos, un truco que solo se detecta en la web de Clarivate. En el mundo real, los científicos españoles siguen trabajando en España y firmando sus investigaciones con sus instituciones españolas.
El químico Rafael Luque aceptó en 2019 una oferta saudí y modificó sus datos, para figurar en primer lugar como investigador de la Universidad Rey Saúd, a espaldas de su auténtica empleadora, la Universidad de Córdoba. La institución española lo expulsó de facto, con una sanción de 13 años sin empleo y sueldo. La Universidad de Córdoba se desplomó unas 150 posiciones en el ranking de Shanghái por aquel cambio a escondidas de Luque, según un detallado informe sobre el caso enviado a este periódico por la consultora SIRIS. Si Luque no se hubiese mudado falsamente al centro saudí, la Universidad de Córdoba estaría en torno del puesto 684 del ranking de Shanghái, en lugar del actual 837.
El químico Damià Barceló fue uno de los primeros investigadores españoles que aceptó una oferta saudí. Desde 2016, consta como científico de la Universidad Rey Saúd en primer lugar, pese a que su dedicación principal es ser director del Instituto Catalán de Investigación del Agua. Barceló asegura que a él le interesaba analizar los contaminantes en cultivos regados con aguas residuales en Arabia Saudita. “La solución para poder realizar estos estudios era que tuviésemos como primera afiliación la Universidad Rey Saúd. Era una condición sine qua non: sin afiliación a la Rey Saúd yo no podría recoger muestras en Arabia Saudita”, afirma.
Barceló, de 69 años, es uno de los científicos más prolíficos de España. Firmó más de 1600 estudios en su vida, alcanzando algunos años un ritmo de un nuevo trabajo cada tres días. Para conseguir entrar en la lista de highly cited researchers es importante la calidad, pero también influye mucho la cantidad. Ya en 2013, Barceló recibió de manos del actual rey saudí, Salmán bin Abdulaziz, un premio dotado con 500.000 riyales (unos 120.000 euros) por sus investigaciones sobre los contaminantes en el agua. Por ejemplo, la presencia de cocaína en los ríos españoles.
El químico reconoce que solo fue a Arabia Saudita una vez al año a recoger muestras y dar una charla, pese a figurar como investigador de la Rey Saúd. Barceló niega recibir los 70.000 euros anuales ofrecidos a otros científicos, pero no revela las condiciones de su contrato con la universidad saudí, más allá de explicar que le cubren todos los gastos de sus “carísimos” experimentos y que le pagan hoteles de lujo, viajes en primera clase y hasta 2000 euros por conferencia.
Arabia Saudita es una dictadura islamista que condena a muerte cada año a decenas de personas, a menudo crucificadas o decapitadas con espada en plazas públicas. En las universidades Rey Saúd y Rey Abdaluziz, las mujeres van habitualmente cubiertas con un niqab negro, el velo integrista que tapa el rostro. Barceló recuerda dar charlas en las que la sala estaba llena de hombres y, segregadas en una habitación contigua, las estudiantes veían el acto en una pantalla.
Decenas de los científicos más citados del mundo recibieron una oferta saudí y la rechazaron. Petrovic, también adscrita a la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), explica abiertamente que rechazó los 70.000 euros anuales. Otros dos miembros españoles de la lista de highly cited researchers acceden a hablar de sus casos, pero de manera anónima. No todas las propuestas son iguales. Uno de ellos cuenta que un profesor saudí le ofreció, cara a cara en una videoconferencia, unos 4000 dólares al mes. “Me duplicaban el sueldo”, relata. El otro investigador recuerda que recibió un mensaje de un intermediario de una universidad española, que le trasladaba una oferta ridícula de la Universidad Rey Abdulaziz: unos 11.000 euros anuales de financiación para un proyecto de colaboración, con la escandalosa condición añadida de incluir en sus estudios a coautores saudíes que en realidad no harían nada.
“Enorme repercusión”
El suizo Yoran Beldengrün, coautor del informe de la consultora SIRIS, recalca la opacidad de las transferencias saudíes. “Unos científicos usarán el dinero para adquirir un microscopio y otros para comprar una casa en la Costa Brava”, advierte. Su consultora, con sede en Barcelona, asesora a universidades de medio mundo. Beldengrün y sus colegas se enteraron al leer EL PAÍS de la sanción a Rafael Luque y decidieron analizar casos similares. “Hasta donde sabemos, es la primera vez que una universidad toma una decisión así [dejar sin empleo y sueldo al investigador]. Esta decisión tendrá, probablemente, una enorme repercusión no solo en España, sino en todo el mundo, haciendo a las universidades reconsiderar los derechos y obligaciones de su personal académico”, argumenta el informe.
El análisis de la consultora barcelonesa muestra que Arabia Saudita presume de contar con 112 investigadores en la lista de los científicos más citados del mundo, una proporción que multiplica por cinco a la de Alemania. Otro de ellos es Luis Martínez, catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Jaén. Martínez cuenta que entró en la lista de los highly cited researchers en 2017 e inmediatamente empezó a recibir ofertas de universidades árabes. Las rechazó durante un lustro, pero afirma que el año pasado no consiguió financiación pública española para sus proyectos y decidió aceptar un ofrecimiento saudí, con unos 60.000 euros anuales sobre la mesa.
Martínez aparece ahora en la lista como investigador de la Universidad Rey Saúd en primer lugar. La consultora SIRIS calcula que la Universidad de Jaén también caerá unos 150 puestos en el próximo ranking de Shanghái por culpa de esta mudanza ficticia. El catedrático insiste en que estuvo cinco años negándose: “Esta vez dije que sí por supervivencia”.
El vicerrector de la Universidad de Jaén, Gustavo Reyes, muestra su estupor. “Nosotros nos enteramos cuando salió la lista de Clarivate. Vimos que Luis Martínez aparecía en la universidad saudí e inmediatamente lo llamamos a una reunión con el rector. Estuvimos toda la mañana diciéndole que eso no podía ser, que no era ético, y que él es un catedrático a tiempo completo, con un complemento de exclusividad”, rememora. El artículo 83 de la Ley Orgánica de Universidades regula las colaboraciones con otras entidades, pero el vicerrector de Jaén detalla que la Universidad Rey Saúd no acepta un contrato normal, sino que exige firmar directamente con Martínez un cambio de su afiliación en la lista de Clarivate. La Universidad de Jaén estudia tomar “acciones legales” contra su propio catedrático.
El matemático Domingo Docampo es una de las personas que mejor conocen las tripas del ranking de Shanghái. Fue rector de la Universidad de Vigo y, ante la obsesión generalizada por esa clasificación académica, decidió “descerrajar el secreto del asunto”. Hace una década logró poner al desnudo la metodología empleada por los autores del ranking, especialistas chinos de la Universidad Jiao Tong de Shanghái. Docampo insta a las instituciones españolas a “dejar de hacer la vista gorda” con las “prácticas corruptas” de Arabia Saudita.
“Las universidades árabes compran que tú pongas en una lista que perteneces a esa institución. Te lanzan calderilla, pero para algunos investigadores es suficiente dinero como para perder la decencia”, opina el antiguo rector. “Lo triste es que esto está ocurriendo, sobre todo, en España. En China hay 12 casos y aquí hay 11, pero la población china multiplica por 30 la nuestra, no es comparable”, lamenta Docampo. En el Reino Unido hay otros seis casos, igual que en Italia. En Alemania hay cinco. En Francia no hay ninguno.
El físico Andrés Castellanos ganó hace seis meses en España el Premio Nacional de Investigación para Jóvenes, por sus prometedores avances en nuevos materiales de espesor atómico. La nota del Ministerio de Ciencia explicaba que Castellanos es investigador del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid, pero él mismo había modificado en 2020 sus datos para figurar en primer lugar como científico de la Universidad Rey Saúd en la lista de Clarivate. “Me pidieron esa condición para concederme una beca de visitante con un proyecto de colaboración”, afirma el físico. “Era una buena oportunidad para dotar de más recursos a mi grupo de investigación”, añade. Lleva tres años constando como saudí en los rankings.
Castellanos y Barceló pertenecen al mayor organismo de ciencia en España, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Otros tres miembros de esta institución pusieron una universidad saudí como su lugar principal de trabajo en años anteriores. El CSIC inició una investigación interna caso por caso tras recibir una consulta de este diario.
Intermediarios
Las universidades saudíes a veces utilizan a intermediarios españoles para transmitir sus ofertas. El que fue el catedrático más joven de España, el matemático Juan Luis García Guirao, contactó en los últimos años a varios integrantes de la lista de highly cited researchers, urgiéndolos a que modificaran su lugar de trabajo principal a cambio de financiación árabe a través de proyectos de colaboración. García Guirao, de la Universidad Politécnica de Cartagena, fue nombrado “científico distinguido” de la Rey Abdulaziz en 2020. “Yo no cobré nunca, tengo una relación exclusivamente científica con ellos. De hecho, nunca fui allí ni pisé la Universidad Rey Abdulaziz”, afirma el matemático.
García Guirao reconoce que fue él quien contactó con la japonesa Ai Koyanagi, una psiquiatra que estudia trastornos mentales en el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu, en Barcelona. Koyanagi incluyó en 2022 la Rey Abdulaziz como su lugar de trabajo principal, dejando en segundo lugar a la fundación pública que le paga el sueldo, ICREA. La psiquiatra publicó el año pasado 115 estudios, casi uno cada tres días. En muchos de ellos firma junto a su colega Josep Maria Haro, jefe científico del Parque Sanitario Sant Joan de Déu, que desde 2017 consta como investigador de la Universidad Rey Saúd.
El experto en dátiles José Ángel Pérez, catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Elche, recuerda que García Guirao lo contactó en 2020, en plena pandemia. La oferta saudí exigía que Pérez pusiera como lugar de trabajo principal la Universidad Rey Abdulaziz en la lista de Clarivate. Pérez lo hizo, pese a que era falso, a cambio de nada, según su relato. Fue “profesor afiliado distinguido” durante un año. “Yo no cobré, así que, si los demás cobraron, yo fui el engañado de turno, porque era honorífico”, sostiene. El especialista en dátiles sabe que su decisión afectó a la posición de su auténtica empleadora en los rankings académicos. “Voy a estar arrepentido toda mi vida. Pedí disculpas en mi universidad”, afirma.
El investigador Jordi Sardans, sin embargo, culpa al sistema científico español de su salto ficticio a la Universidad Rey Abdulaziz. En su web se presenta como “doctor en ciencias biológicas, licenciado en farmacia, licenciado en ciencias químicas, máster en ecología terrestre y máster en análisis químico”. Publicó más de 110 estudios, incluidos muchos en revistas de primera fila, como Nature, donde hace un par de meses alertó de variaciones abruptas en los ecosistemas por el cambio climático. Sin embargo, Sardans cuenta que durante siete años tuvo que compaginar un trabajo a media jornada como profesor de instituto con su empleo a tiempo completo en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona. “Yo no tengo un contrato de exclusividad. Soy libre y el gobierno español no me ha dado nada. Estoy haciendo ciencia top y tengo el bolsillo a cero, así que, si ahora gano cuatro cuartos porque estoy en la lista de Clarivate y me llegan cosas de fuera, pues moralmente me siento más que en posición de poder hacerlo”, argumenta.
Los otros cuatro científicos en España que constan como saudíes en la lista de 2022 son el ecólogo marino Ángel Borja, del centro tecnológico vasco AZTI; la experta en alimentos Francesca Giampieri, de la Universidad Europea del Atlántico (privada, en Santander), y Rubén Domínguez y Mirian Pateiro, dos investigadores del Centro Tecnolóxico da Carne, una entidad dependiente de la Xunta de Galicia en San Cibrao das Viñas (Ourense). AZTI confirma que autorizó el acuerdo de Ángel Borja con la Universidad Rey Abdulaziz. La italiana Francesca Giampieri se limita a explicar que colaboró con muchas universidades del mundo y que terminó su vinculación con la Rey Abdulaziz a finales de 2022, igual que Borja. Este periódico intentó hablar con los dos investigadores del Centro Tecnolóxico da Carne, sin éxito. En total, 19 científicos en España constaron como saudíes desde 2014.
Otro de los criterios que utiliza el ranking de Shanghái para designar a las mejores universidades del mundo es el número de estudios que publican en dos prestigiosas revistas científicas: Nature y Science. La ingeniera agrónoma Blanca Landa, del Instituto de Agricultura Sostenible de Córdoba (CSIC), muestra pruebas de que Arabia Saudita también está intentando hacer trampas en ese factor. En noviembre de 2022, Landa recibió un mensaje de un profesor de la Universidad Rey Saúd. “Me gustaría que me incluyeras en estudios que vayas a publicar en Nature u otra revistas de alto nivel […]. Te puedo transferir 1500 dólares por cada estudio publicado e invitarte como profesora visitante con todos los gastos pagados”, le proponía el investigador árabe. Landa respondió enseguida: “No me interesa en absoluto. No me vuelvas a contactar”.
Por Manuel Ansede
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