Un país con grandes conflictos religiosos
A pesar de su riqueza petrolera, en Nigeria hay fuertes desigualdades
El secuestro de Santiago López Menéndez, el ingeniero agrónomo argentino que trabaja para la empresa Flour Mills en Kontagora, al oeste de la capital Abuja, puso la lupa sobre un país petrolero aquejado por la pobreza extrema y los conflictos tribales y religiosos.
La ex colonia británica de Nigeria, que logró su independencia en 1960, es la nación más poblada de África, con 177 millones de habitantes. Es, también, una de los más pobres: el 62% de los nigerianos vive con menos de dos dólares al día, según datos del Banco Mundial, un nivel por encima del promedio para todo el continente.
En contraste, las inmensas reservas petroleras de Nigeria alcanzan los 37.000 millones de barriles, según datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la décima del mundo en importancia. En tanto el país se encuentra en el puesto 13 entre los productores de crudo, apenas por debajo de Venezuela, según la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos. En total, el petróleo y sus derivados constituyen más del 90% de las exportaciones de Nigeria, y hacen de su economía la 20» en importancia del planeta.
Pero los petrodólares, que desde el fin de la guerra civil, en 1970, impulsaron la economía, no lograron revertir la miseria de la población ni apaciguar el conflicto entre los más de 400 grupos étnicos ni entre musulmanes y cristianos. Precisamente mayor aún es la desigualdad entre el norte musulmán y el sur cristiano. En el Norte, el ingreso promedio es apenas la mitad que en el Sur, la pobreza es tres veces mayor, hay más desempleo y el analfabetismo es el mayor de toda África. Ahí es donde actúa, precisamente, el grupo armado Boko Haram.
De ideología salafista, los jihadistas de Boko Haram, aliados de Estado Islámico, operan en el norte de Nigeria desde 2002, pero ahora también en Chad, Níger y Camerún. A partir de 2009 el grupo recrudeció su ofensiva contra el gobierno. Según el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, entre 2009 y 2015 más de 13.000 personas murieron por las acciones de un grupo.