Un nuevo parque temático, en Escobar
El invierno regaló ayer una tarde soleada, y más de 8000 personas decidieron aprovecharla para visitar el Parque Temaikén, en Escobar. Abrigados con camperas -pero decididos a disfrutar-, padres, hijos, abuelos y nietos colmaron los caminos internos del parque.
Temaikén está situado en el kilómetro 0,700 de la ruta provincial 25, a la altura del kilómetro 50 de la ruta 9. Su nombre significa, en lengua tehuelche, "tierra de vida". Desde su inauguración, hace apenas una semana, alrededor de 28.000 personas visitaron el parque y recorrieron las 34 hectáreas que lo componen.
"¡Vení, mami, vení. Hay un tiburón. Te juro que vi un tiburón!", gritaba ayer Delfina Walther, de 7 años, mientras corría en la penumbra del acuario, preocupada por no perderse nada. Los ojitos de Delfina se abrían enormes ante cada aparición: rayas, tiburones, peces de todos los tamaños.
Ubicado casi en la entrada del parque, el acuario es, sin duda, uno de los espectáculos preferidos por grandes y chicos. Su construcción aísla al visitante de la luz natural y el verde reinantes, para sumergirlo (literalmente) en una atmósfera de media luz, agua y maravillas.
Una enorme pecera octogonal de casi tres metros de altura se ubica en el centro de la construcción, recreando un río de nuestra Mesopotamia. Es el Acuario de Agua Dulce, que alberga peces de los ríos argentinos. Frente a él, un anillo de aguas saladas conforma el Acuario Marino. Entre uno y otro, el pasillo circular por donde los chicos corren y los padres miran absortos. "Esto es increíble. Yo estoy más entusiasmado que la nena", decía Martín, el papá de Delfina.
Fuera del acuario, la sorpresa se repetía cada vez que una pecera vidriada permitía ver, bajo el agua, a los pingüinos, los hipopótamos, los yacarés e incluso al tigre de bengala disfrutando de un baño.
El Arca de la Vida es otra de las principales atracciones. En esta sala de cine circular -con una pantalla de 56 metros que envuelve al espectador de pie allí- los chicos asisten a un espectáculo que recurre a las imágenes, el sonido y los efectos especiales para relatar el origen y la evolución de la vida sobre la Tierra.
"Esto está buenísimo. Los que más me gustaron fueron los cocodrilos y el tiburón", decía ayer Justo Durañona, de 7 años, mientras tomaba aire antes de salir corriendo otra vez por los puentes de madera que cruzan los lagos del parque.
Aprender jugando
Más que un zoológico, Temaikén está pensado como un gran parque educativo, cubierto de espacios didácticos para que los chicos aprendan sobre aquello que están viendo.
Durante las vacaciones de invierno el parque permanecerá abierto todos los días, de 10 a 18. Las entradas cuestan cinco pesos para los menores de 10 años y 10 pesos para los mayores. "A mí lo que más me gustó fueron los murciélagos. Y me divertí mucho mirando a las suricatas", decía Milagros Cassana, de 7 años, mientras comía una porción de torta de chocolate con su tía.