Un nuevo estudio local reveló las “reales” secuelas cerebrales que provoca el consumo del paco
Investigadores de la Fundación INECO reclutaron a 72 adolescentes exdependientes y realizaron distintas evaluaciones neuropsicológicas
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“El adicto al paco es irrecuperable”. “La pasta base les consume el cerebro”. “Los liquida en pocos meses”. Un grupo de investigadores de la Fundación INECO quisieron someter a juicio científico estas afirmaciones populares sobre el paco y se propusieron investigar las reales secuelas cerebrales que provoca el consumo del paco y en función de ello, preguntarse sobre la efectividad de los tratamientos para la recuperación. Para desarrollar esta investigación, reclutaron a 72 adolescentes exdependientes de pasta base y cocaína, y realizaron distintas evaluaciones neuropsicológicas para analizar sus dominios cognitivos. Los adolescentes fueron sometidos a resonancias magnéticas y funcionales y a la vez a una batería de estudios para evaluar tanto la estructura cerebral como las funciones y respuestas. Las conclusiones se publicaron en un trabajo por la editorial Elsevier, en una revista sobre enfoques biomédicos y psicosociales patrocinada por el College on Problems of Drug Dependence de Estados Unidos.
Quienes consumieron paco desde una edad temprana, mostraron una disminución en la densidad de sustancia gris, sin embargo el mayor impacto no se da en la estructura del cerebro sino en las funciones que conectan las distintas áreas para llevar adelante las tareas. Así, quienes consumieron paco desde chicos tuvieron peores resultados en los procesos de atención, de memoria, de fluidez verbal, y una menor capacidad de adaptarse ante las situaciones que se les presentan, entre otras características. Sin embargo, la buena noticia que aporta esta investigación es que como las deficiencias no son estructurales sino funcionales, esto es, en la interconexión de las áreas del cerebro, esto alienta a creer que el diseño de tratamientos específicos de tipo conductual y de neuroprogramación puedan tener mejores resultados que los tratamientos que se llevan adelante ahora en la recuperación de este tipo de adictos.
Los estudios de estructura cerebral de los adictos al paco mostraron una disminución en la densidad de sustancia gris, que es aquella zona que contiene la mayoría de los cuerpos de células neuronales, afectando considerablemente, y en particular, el rendimiento de la llamada memoria de trabajo, cuya función es mantener a la mente informada durante el desarrollo de una tarea concreta, detalla el trabajo. También se vio afectado el pensamiento flexible, que representa la capacidad de acomodarse a cambios que se dan cuando ya estamos llevando a cabo una tarea. Y el control inhibitorio, que es la posibilidad de inhibir una respuesta automática cuando es lo más apropiado para la tarea que se está realizando.
Entre las conclusiones se destaca que el consumo desde una edad temprana genera mayores perjuicios que la cantidad y frecuencia.
“El mayor perjuicio se evidencia en las funciones ejecutivas que permiten la anticipación y el establecimiento de metas, la formación de planes, el inicio de las actividades, la autorregulación conductual y la habilidad de llevarlas a cabo eficientemente y de manera adecuada al entorno. De este modo, aquellas personas que presentan fallas en este tipo de funciones, dependiendo de la gravedad, se pueden encontrar con dificultades cotidianas para planificar y organizar sus planes, como por ejemplo, “adaptarse ante situaciones novedosas o imprevistas, regular su conducta y emociones, sostener un objetivo a largo plazo o manejar bien los tiempos”, detalla el trabajo.
Crisis de 2001
“El consumo de paco despegó en el país a partir de la crisis de 2001. Y a partir del aumento de casos, y del abordaje de la problemática en los medios también surgieron muchos prejuicios, que no son ciertos”, apunta Laura Alethia de la Fuente, la bióloga que llevó adelante la investigación, junto a Sofía Schurmann y a un equipo de psiquiatría y neuropsicología de INECO.
“En todo este tiempo, se hicieron aseveraciones fuertes sin sustento. Al consumidor se lo tomó por mucho tiempo como irrecuperable. En la investigación descubrimos que no es así. Las funciones ejecutivas permiten controlar la conducta. Los resultados alientan a pensar que es posible ajustar los tratamientos, que en general son inespecíficos y solo tratan los síntomas”, apunta.
En ese sentido, advierte la investigadora, este estudio resultará de gran utilidad clínica para las comunidades terapéuticas. “Conocer en mayor profundidad los déficits cognitivos asociados al consumo del paco permite comprender mejor la adicción en sí misma y los mecanismos que la hacen permanecer en el tiempo, ya que en muchos casos estos contribuyen al aumento del consumo de drogas y al rechazo al tratamiento”, señala el trabajo.
El estudio demostró que el desempeño estaba más vinculado a la conectividad entre las áreas cerebrales que a la atrofia o cambios estructurales en las mismas. “Este dato tiene una gran implicancia clínica, porque abre la posibilidad de rehabilitación a través del estímulo, lo que permitiría la recuperación de los consumidores, rompiendo con la noción de que el daño producido por el paco es irreversible. En general, si bien los déficits cognitivos parecen mejorar con la abstinencia, esta mejoría puede llevar mucho tiempo y es necesario continuar investigando para conocer si la recuperación es completa. Sin embargo, existe evidencia creciente y prometedora sobre la eficacia del entrenamiento cognitivo y la rehabilitación como una estrategia complementaria en el tratamiento de las adicciones”, agrega.
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