Un nuevo debate: ¿sirve terminar con la repitencia en el secundario como impulsa la provincia de Buenos Aires?
El gobierno de Axel Kicillof evalúa un cambio en el régimen académico que, entre otras modificaciones, posibilitaría pasar de año aún con dos materias previas; buscan bajar la deserción escolar
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Para pasar de año ya no sería requisito haber aprobado la mayoría de las materias. Dicho de otro modo, tener más de dos materias previas no sería condición para repetir el año. O más sencillo: los estudiantes no repetirían en ninguna circunstancia. Esta sería la principal modificación de la reforma en el régimen académico del nivel secundario que entraría en vigor el año próximo en la provincia de Buenos Aires. El foco está puesto en lograr que los adolescentes permanezcan en la escuela y no abandonen por haber tenido un mal desempeño, sobre todo después de los alarmantes números que dejó la pandemia.
Sin embargo, la medida, que impulsa el gobierno bonaerense, promete controversia, y desde distintos ámbitos aseguran que modificaciones de este tipo solo funcionarán como parches de corto plazo que no lograrán revertir el deterioro de la calidad educativa ni la realidad de los estudiantes que permanecen en la escuela.
“La repitencia no es buena, pero eliminarla no va a garantizar mejores aprendizajes ni mejores saberes”, apunta Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba).
“El problema es empezar por destacar la repitencia o no, dejando muy postergado hablar de qué y cómo enseñar y aprender”, señala Irene Kit, pedagoga y presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos. “Por una parte, la evidencia nacional e internacional es muy robusta. Repetir siempre es pronóstico de peores resultados de aprendizaje. No repetir, coincido, puede ser una medida parche. El problema que tenemos en la región y en la Argentina es que aún los estudiantes que no repiten tienen logros mediocres, e incluso bajos. Y eso es más porque la enseñanza y el aprendizaje están centrados en contenidos atomizados y que se trabajan superficialmente”, agrega Kit.
“No es la primera jurisdicción que decide abandonar el sistema de repitencia. Sabemos por trabajos estadísticos que la repitencia no ayuda a mejorar los aprendizajes. En general, los alumnos que repiten terminan abandonando la escuela”, dice Guillermina Tiramonti, pedagoga, investigadora de Flacso y autora del libro El gran simulacro: el naufragio de la educación argentina. Pero hoy, “la escuela que tenemos tiene la repitencia y los aplazos como una metodología de evaluación. Forma parte de una organización institucional que para todos o casi todos debe cambiar. Transformarse. Abolir la repitencia nada más sirve para poco. O mejor dicho, empeora la situación. Hay que repensar qué tienen que aprender los chicos, cómo lo tienen que aprender y cómo evaluarlos”, agrega.
Hay que recordar que hasta antes de la pandemia, los estudiantes podían pasar de año si tenían hasta dos materias pendientes. En 2020, con las escuelas cerradas, se optó por un modelo de promoción semiautomático: todos pasaron de año. En 2021, cada distrito tomó distintas medidas. En la provincia de Buenos Aires, se permitió tener hasta seis materias previas para pasar al siguiente nivel. Sin embargo, este año se volvió al sistema anterior.
Otras modalidades
En otros distritos, como en la provincia de Santa Fe también se evalúa un sistema similar: a partir del año próximo, la provincia pondría en vigor un esquema de “avance continuo” de la educación en el nivel secundario, lo que posibilitaría la eliminación de la repitencia. El argumento es el siguiente: la repitencia además de alentar la deserción escolar, plantea una contradicción. Es decir, un alumno que desaprueba tres materias tiene que volver a cursar y a rendir siete o más que tenía aprobadas. El sistema allí sería similar al universitario, donde la acreditación de saberes es por materia y no por año.
Hay que recordar que el régimen académico (lo que se plantea reformar) es una herramienta que tiene cada gobierno, que le permite adoptar distintas modalidades con el fin de garantizar la obligatoriedad del secundario en todo su territorio, tal como consagra la ley 26.206 de 2006.
El impacto de la pandemia sobre el nivel secundario fue enorme. No solo bajó el rendimiento académico de los estudiantes, sino que muchos adolescentes directamente abandonaron la escuela. También aumentó el número de chicos, que en edad escolar, salieron a trabajar, por la situación económica en sus hogares. Todo esto plantea un gran desafío para las autoridades educativas. ¿Hay que retenerlos en la escuela? ¿Sirve que permanezcan, pero que no aprendan?
Proceso de trabajo
“Estamos trabajando junto a directores, directoras y docentes de toda la provincia para debatir todos esos temas. No podemos asegurar aún cómo se definirá la promoción de los estudiantes, porque el proceso de trabajo continúa abierto”, explica a LA NACION Gustavo Galli, director del nivel secundario de la provincia de Buenos Aires. ¿En qué consisten las modificaciones en el régimen académico de la secundaría que entrarán en vigor desde el próximo ciclo lectivo? Son más amplias que las condiciones de promoción, aclara. “La revisión del régimen académico implica repensar las formas de convivir y vincularse en la escuela, la asistencia, la planificación de la enseñanza, la organización de los tiempos, las formas de evaluar y de acreditar los saberes”, dice. Y agrega: “En esta semana hay cerca de 200.000 docentes de toda la provincia debatiendo en sus escuelas estos temas. Hemos realizado más de 200 encuentros de directores y directoras en lo que va del año”.
“Nosotros fuimos convocados y presentamos un documento preliminar y en estos días hicimos un congreso nacional de enseñanza privada en Mar del Plata y ahí presentamos a las autoridades educativas nuestra propuesta”, plantea Zurita. “La pregunta es: ¿este cambio asegura que en los próximos tres o cuatro años los alumnos tengan mejores resultados en las pruebas internacionales o va a ser más de lo mismo o aún peor? Creemos que se debe avanzar en una reforma estructural del sistema educativo secundario, que los parches no sirven. La transformación de la secundaria requiere ser integral, inteligente y vencer el modelo tradicional, Esto tiene que mejorarse desde lo estructural, tiene que haber financiamiento y acompañamiento de las trayectorias educativas. La nuestra propuesta es que realmente se deben generar mecanismos para que los alumnos aprendan. El debate no es repitencia sí o repitencia no”, agrega.
Para Galli, la cuestión de la repitencia no es el único tema que se está trabajando en el cambio del régimen académico. “Es un tema importante al igual que lo es la planificación de la enseñanza, la convivencia escolar o la organización de los tiempos. En los encuentros y jornadas participan directivos y docentes de gestión estatal y privada. Además, ya hemos tenido conversaciones al respecto con las cámaras que representan al sector de escuelas de gestión privada y han sido muy provechosas. Lo haremos así también con los gremios, es un proceso muy participativo”, afirma.
“Queremos chicos que aprendan, que incorporen experiencias, conocimiento y por sobre todo que puedan discernir y resolver diferentes tipos de problemáticas que se le van a dar en el transcurso de la vida. Más allá de no tener la confirmación oficial de cuáles serían los cambios, pedimos que estén sostenidos desde el debate y evidenciados en datos. Aclaramos que la provincia de Buenos Aires no tiene voluntad de brindar datos abiertos y en tiempo real sobre las problemáticas de los estudiantes, matrículas y del sistema educativo en detalle”, plantea Joaquín Gardel, líder de Padres Organizados en la provincia de Buenos Aires.
“Esta medida no mejora la calidad de los aprendizajes y tampoco es inclusiva. El problema central no radica justamente en que un estudiante repita o no, sino entre otras acciones que se podrían llevar a cabo, identificar qué es lo importante aprender”, señala la diputada nacional por la provincia de Buenos Aires Danya Tavela (Evolución Radical), que fue secretaria de Políticas Universitarias de la Nación durante la gestión anterior. “La ausencia de un programa integral nos lleva a pensar que la propuesta se asemeja más a un parche que a una posible solución. ¿El gobernador pretende encubrir el gran problema de la deserción?”, cuestiona la diputada.
Más reformas
Otro de los cambios que se impulsa es el de la promoción ciclada. Para pasar al siguiente nivel, los alumnos deberían acreditar saberes al concluir el ciclo. El primero se extendería desde primer año hasta tercero, y el segundo, de cuarto a sexto. Entonces, serían solo dos instancias de promoción.
“¿Cómo debería organizarse la escuela en términos de ciclos?... ¿Cómo se organiza el trabajo docente y los tiempos escolares?”, plantea el documento que entregaron los directivos de escuelas privadas a la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense.
Los cambios en el régimen académico incorporarán algunas de las modificaciones adoptadas el año pasado, como por ejemplo el pasaje de trimestres a cuatrimestres. O el reemplazo de boletín tradicional por una valoración cualitativa de tres categorías: Trayectoria Educativa Avanzada (TEA), Trayectoria Educativa en Proceso (TEP) y Trayectoria Educativa Discontinua (TED). Así, para aprobar una materia, el alumno deberá demostrar un nivel avanzado (acreditar más del 70% de los contenidos) en los dos cuatrimestres para ser entonces evaluado con una nota de 7 a 10. Caso contrario, participará de alguna de las instancias de “intensificación”, en diciembre o en marzo.
El documento que enviaron los representantes de escuelas privadas es contundente: “La transformación del régimen académico no se reduce al cambio de la regulación sobre calificación, evaluación, acreditación y promoción que es el aspecto que parece concentrar la atención bajo un eslogan como repitencia si o no. Implica revisar la organización del currículum y de la enseñanza, de los tiempos y los ritmos, la organización del trabajo docente, la articulación entre niveles, los sistemas de apoyo a los estudiantes. Hay que encarar una transformación integral que debe ser planificada, apoyada en el conocimiento experto y programada en el tiempo”.
Y sigue: “El formato de la escuela secundaria es, desde sus orígenes, selectivo y su organización tradicional, basado en un currículum clasificado y muchas veces desactualizado, con docentes formados por disciplina y designación por horas cátedra, promueve experiencias fragmentadas de los estudiantes en relación con el conocimiento y ofrece escasas posibilidades para el trabajo colaborativo entre los docentes. Las evaluaciones nacionales e internacionales muestran resultados muy por debajo de lo deseable y además altos niveles de abandono, graduaciones tardías o frustradas. Y aun la experiencia escolar de quienes egresan en tiempo y forma adolece en muchos casos de sentido y relevancia”.
El cambio del régimen académico, explica Galli, buscará mejorar los aprendizajes: “Esto, por supuesto implica bajar la deserción, pero esta será una consecuencia de la mejora. Necesitamos que nuestros chicos y chicas aprendan más, para eso es condición necesaria que ingresen y permanezcan, pero no de cualquier modo. Buscamos que aprendan, se esfuercen, y que la escuela ofrezca una propuesta más justa a la vez que debe responder a las demandas de la época”.
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