“Un nueva epidemia”: siete innovaciones simples que podrían salvar la vida de dos millones de embarazadas y bebés
Un informe de la la Fundación Bill y Melinda Gates señala que el progreso para erradicar la mortalidad maternoinfantil se estancó desde 2016 y en algunos países incluso aumentó
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MADRID.- Siete innovaciones médicas o tratamientos, la mayoría de ellos, fáciles de aplicar y de bajo costo podrían reducir de forma significativa las muertes maternas y de bebés en todo el mundo, especialmente en el África subsahariana y el sur de Asia. Es la conclusión del último informe anual Goalkeepers 2023, publicado por la Fundación Bill y Melinda Gates el martes. “Haciendo accesibles las nuevas innovaciones a quienes más las necesitan, podrían salvarse dos millones de vidas adicionales de aquí a 2030 y 6,4 millones de vidas de aquí a 2040″, estima la gran entidad filantrópica en su informe anual que pone el énfasis en la mortalidad maternoinfantil, cuyo progreso se ha estancado desde 2016 y en algunos países, incluido Estados Unidos, incluso ha aumentado.
Entre estas innovaciones están el diagnóstico rápido de la hemorragia posparto, una inyección de hierro intravenoso contra la anemia, un suplemento probiótico para bebés, corticosteroides (antiinflamatorios) prenatales para mujeres que darán a luz prematuramente, azitromicina (un antibiótico) para reducir las infecciones o un aparato de ecografía portátil con inteligencia artificial para controlar a pacientes de alto riesgo en entornos con bajos recursos.
En 2015, los líderes mundiales acordaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible con la vista puesta en 2030. El año 2023 representa el ecuador, es decir, la mitad del camino de esos objetivos. Y, en el caso de la maternidad maternoinfantil y neonatal, los datos indican que falta mucho camino por recorrer. El objetivo fijado entonces fue el de acabar con todas las muertes infantiles prevenibles para 2030 y reducir la mortalidad materna a 70 de cada 100.000 nacimientos. Eso no ha sucedido. Cada día mueren 800 mujeres en todo el mundo por motivos relacionados con el embarazo y el parto. Es decir, una cada dos minutos. El 70% de estas muertes se producen en el África subsahariana, según la ONU. Además, cada año, aproximadamente cinco millones de niños mueren antes de cumplir los cinco años. Casi otros dos millones de bebés mueren antes de respirar por primera vez: nacen muertos.
Y eso, a pesar de que según el informe, nunca había habido tanto conocimiento científico sobre salud maternoinfantil. “Los investigadores han aprendido más de la salud de las madres y los recién nacidos en los últimos 10 años que en todo el siglo anterior”, asegura el informe. El problema es que las soluciones no llegan a quienes más lo necesitan. Los autores hablan incluso de una “epidemia de mortalidad maternoinfantil”, no solo en países de bajos ingresos. En Estados Unidos, por ejemplo, la mortalidad de madres afrodescendientes se ha duplicado desde 1999. “Las mujeres estadounidenses tienen tres veces más probabilidades de morir durante el parto que las mujeres de casi todos los demás países ricos. Pero quienes más afectadas se ven son las mujeres afrodescendientes e indígenas”, afirma Melinda French Gates.
En la década de los 2000 los indicadores de bienestar humano como los de pobreza o educación mejoraron sustancialmente y fue precisamente la salud maternoinfantil la que más progresó. Eso fue posible, en parte, porque varias organizaciones internacionales se fijaron objetivos ambiciosos, que, sin embargo, se vieron truncados a partir de 2016 y que acabaron de estancarse con la llegada de la pandemia de Covid-19. Hay países como Venezuela o Estados Unidos en los que incluso ha aumentado, según releva el informe.
Tres salvavidas de bajo costo
Según Melinda French Gates, tres innovaciones de bajo costo pueden evitar que miles de mujeres de países de ingresos medios-bajos mueran durante el embarazo y el parto: un tratamiento nuevo contra la hemorragia posparto, la aplicación del antibiótico azitromicina para prevenir infecciones y la inyección de hierro por vía intravenosa en casos de anemia.
La hemorragia posparto (HPP), es decir, perder más de medio litro de sangre en las 24 horas que siguen al parto, es la primera causa de muerte materna. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que afecta a 14 millones de mujeres al año, de las que 70.000 mueren, sobre todo en países de ingresos bajos. En países empobrecidos el principal problema es darse cuenta de que hay una pérdida importante de sangre. En muchos lugares, esto solo se estima visualmente y la consecuencia es que miles de mujeres mueren sin recibir el tratamiento que podría salvarlas.
La Fundación Gates propone una forma sencilla y barata de cuantificar esta pérdida de sangre: un paño obstétrico que parece una bolsa de plástico calibrada en forma de V que se cuelga en el borde de la cama y la sangre que va cayendo en él va subiendo como lo hace el mercurio en un termómetro. Es un indicador visual rápido que alerta al personal sanitario. Además, en lugar de aplicar de forma secuencial los cinco tratamientos para detener la hemorragia (masaje uterino, fármacos oxitócicos, ácido tranexámico, líquidos intravenosos y examen del tracto genital), se propone agruparlas. En un estudio denominado E-MOTIVE, la ginecóloga-obstetra nigeriana Hadiza Galadanci y un equipo de investigadores de cuatro países africanos con una alta tasa de mortalidad materna comprobaron que este cambio consiguió reducir los casos de hemorragia grave en un notable 60%.
Otro de los cambios propuestos es el tratamiento de la anemia, que afecta a 37% de las embarazadas —aunque en algunos lugares del mundo, como el sur de Asia, puede llegar hasta el 80%— y aumenta las posibilidades de hemorragia en el parto. Diagnosticarla durante el embarazo es esencial, pero en lugar de tratarla con suplementos orales de hierro que deben tomarse durante 180 días, Bosede Afolabi, obstetra e investigadora nigeriana, está trabajando para que se implemente en su país una nueva y prometedora intervención: una única infusión intravenosa de hierro que dura 15 minutos y que puede reponer las reservas de hierro de las mujeres.
Otra de las principales causas de mortalidad materna son las infecciones. En los últimos años, los investigadores han descubierto que una de las nuevas formas más prometedoras de prevenirlas durante el embarazo es la administración durante el parto de uno de los antibióticos más utilizados en el mundo: la azitromicina. En un estudio realizado en el África subsahariana, redujo los casos de sepsis (una reacción inflamatoria extrema) en un tercio.
“Estos avances no son soluciones milagrosas por sí solas: exigen que los países sigan contratando, formando y remunerando equitativamente a los profesionales sanitarios, especialmente a las matronas, y construyendo sistemas sanitarios más resistentes. Pero juntos pueden salvar la vida de miles de mujeres cada año”, estima Melinda French Gates
El boom del conocimiento sobre la salud de los bebés
“Durante la última década, el campo de la salud infantil ha avanzado más rápido y más lejos de lo que pensé que vería en mi vida”, señala Bill Gates, que destaca la puesta en marcha de tres programas de la Fundación Gates para investigar la muerte de niños y recién nacidos con el fin de evitarlas: Champs (Vigilancia de la Salud Infantil y Prevención de la Mortalidad, en sus siglas en inglés); Perch, que examina las causas de la neumonía infantil, y GEMS, sobre las enfermedades diarreicas.
Hace 10 años, continúa, “cualquier registro de muerte de un niño enumeraba una de las cuatro causas más comunes: diarrea, desnutrición, neumonía o parto prematuro”. “Pero cada una de ellas abarcaba un vasto océano de enfermedades diferentes, con decenas de causas y tratamientos diferentes; la neumonía, por ejemplo, está relacionada con más de 200 tipos de patógenos”, añade Gates.
La recopilación de datos de los últimos años, a través de la toma de muestras de sangre y tejidos de niños que habían muerto, y la comparación de casos, ha revelado que algunos patógenos eran menos probables de lo esperado, como el que causa la tos ferina, mientras que otros eran más comunes, como la klebsiella, que es más difícil de tratar. Estas nuevas informaciones sobre esta última bacteria “está permitiendo a los médicos revisar qué antibióticos administrar”, explica Bill Gates. Es lo que denomina “el boom de los conocimientos sobre bebés”. “Gracias a estudios como los realizados por Champs, Perch y GEMS, los profesionales de la salud empiezan a comprender con precisión cuándo y por qué mueren algunos bebés, lo que les permite salvar la vida a otros”, apunta.
Otro de los ejemplos que destaca Gates es cómo los médicos ayudan a respirar a los bebés prematuros, con la administración a la madre gestante de corticoesteroides prenatales (ACS, por sus siglas en inglés) cuando se prevé que el parto se va a adelantar. Según los cálculos de la fundación, “los ACS podrían salvar la vida de 144.000 bebés en África subsahariana y el sur de Asia de aquí a 2030, y de casi 400.000 de aquí al año 2040″. También el suministro de suplementos probióticos con bifidobacterias, unas bacterias que viven en el aparato digestivo y ayudan a descomponer los azúcares de la leche, reduce el riesgo de muerte o de enfermedad grave de los bebés prematuros.
Por Beatriz Lecumberri y Patricia R. Blanco
©EL PAÍS, SL
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