Un mundo nuevo y un suplemento que cambia con él
¿Se acuerdan de aquellos domingos? La radio, la cancha y los compactos a las diez de la noche. ¿Y de los lunes? Los diarios por la mañana con fotos en blanco y negro, El Gráfico a la noche con fotos en colores. Y otra vez la radio. Eso era el fútbol argentino de fines de los 80 y principios de unos 90 que añadieron la experiencia del codificado. Así vivíamos no hace tanto: 20, 25 o 30 años.
Hoy todo es diferente. Podemos ver todo en cualquier momento y las veces que deseemos, enorme desafío para los medios gráficos: ¿qué hacer cuando todo parece ya sabido? Cambiar el rumbo.
El suplemento diario de LA NACION Deportes que se relanza mañana se basa en el reconocimiento de un hecho –el predominio de la cultura audiovisual– y en una convicción: la prensa escrita tiene mucho, pero mucho que ofrecer.
Debemos contar lo que la televisión no puede –o no quiere– mostrar. Salir y entender que el deporte es un fenómeno que atraviesa a toda la sociedad, para abrirnos a ella con nuevas miradas y menos prejuicios. Sobre la base del notable suplemento creado en 1996, a partir de mañana damos un giro con un producto que aspira a interpretar los nuevos tiempos.
Así es que, antes que contar un partido, explicaremos lo que se deriva de él, porque nos enfocaremos en sus protagonistas, en las grandes y pequeñas historias dentro y fuera de la línea de cal. Buscaremos, rabiosamente, ser diferentes, nunca previsibles ni aburridos. Seremos tan abiertos al mundo como atentos a lo que suceda en el país más allá de Buenos Aires. Nos zambulliremos en los grandes temas de debate y generaremos debate, potenciaremos la cobertura de disciplinas tan importantes como el tenis, el rugby, el golf, el básquet, el polo, el automovilismo o el olimpismo en general. Al aporte de los grandes columnistas que los lectores están habituados a encontrar en LA NACION, como Ezequiel Fernández Moores, Juan Pablo Varsky, Jorge Búsico, Diego Latorre y Osvaldo Príncipi, se suman otras grandes firmas: Santiago Segurola, Miguel Simón y Marcelo Gantman. Seguiremos leyendo a Manu Ginóbili, claro, y habrá más de una sorpresa. ¿La meta? Entender y disfrutar, vivir fuera de la cancha la misma pasión que se siente adentro.
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