Osvaldo Gross: un mago en el mundo de los dulces
Es el gran pastelero de América latina y además, como cuenta aquí su querida colega, un guía de turismo incomparable para los amigos cercanos
Osvaldo es sinónimo de profesionalismo, de buen gusto, de rigurosidad. Por algo la revista británica Restaurant le otorgó el premio al mejor pastelero de América latina en la lista de los 50 mejores. Nos une una hermosa amistad y tengo por él una profunda admiración.
Pero, además, los más cercanos tenemos la suerte de consultar a "Oswald tour". Gross es un experto organizando viajes: desde las rutas aéreas hasta las mejores zonas de los hotels. Y siempre hace magia para saber las ofertas que más convienen. Sobre todo conoce París como a un segundo hogar. Cuando planifica sus viajes allí, o a Nueva York y Amsterdam, coincide con las temporadas de ópera, porque también es un gran melómano. De hecho, compartimos hace muy poco un viaje, mitad trabajo y mitad placer, en un crucero por el Mediterráneo. Visitamos todas las pastelerías de París, probamos postres, salimos de compras en bazares gastronómicos y tiendas especializadas. Era como estar en Disney. Ahí pude disfrutar y descubrir, además, al Oswald niño.
En una juguetería donde yo buscaba regalos para mis nietos, él no dudó un instante en disfrazarse de oso y ponerse a jugar, hacer un videíto y subirlo a las redes: ¡increíble, pero real! Era una cabeza de oso, con toda la piel y las manitos, y empezó a moverse para la cámara, haciendo ruido como si fuera el animal...
Antes de las redes sociales, Osvaldo se conocía como un señor serio, matemático, químico, y creo que a partir de ellas hay un Oswald más divertido, más humano, más dicharachero. Igual que cuando damos clases de cocina en cualquier parte: él agarra una botella de champagne y se pone a tomar en la clase. Tiene un humor muy ácido, pero maravilloso. Incansable, este año ha mostrado una nueva faceta comunicándose en las redes. Todos los días publica recetas, técnicas, anuncia sus clases magistrales en distintas partes del país y del resto del mundo. Pero lo más curioso es que nos sorprende con un humor increíble y se muestra más divertido, disfrutando de cada imagen que transmite. Lo conozco tanto que sé que esta es una tarea personal, que no tiene un community manager, que es él quien graba el paso a paso de sus fórmulas infalibles, saca las fotos de los platos, escribe las recetas y las comparte en Instagram o Facebook. Contesta todas las preguntas y... ¡además agradece!
Cada libro que publica es un éxito editorial, está entre los diez más vendidos y se agota rápidamente. Está en todas las pastelerías de hoteles y restós como bibliografía de consulta.
Tuve el placer de conocer a Osvaldo hace muchos años e invitarlo a un programa de televisión; rápidamente pasó a ser una figura, empezó a viajar sin parar y a convertirse en el gran maestro que es hoy: como director del Instituto Argentino de Gastronomía (IAG) han pasado generaciones de profesionales bajo su mando. Y sigue enseñándonos, mostrando las mejores técnicas, lo siguen desde todas partes. Es el gran maestro pastelero de América latina. Felicidades, Oswald.
Del editor: ¿por qué es importante? El mejor en su tipo, multiplicó este año su fama con su actividad en las redes sociales
Dolli Irigoyen
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