Un hijo no puede ser nuestro hobby
Hubo un tiempo en que criar hijos no era tan agotador. Los adultos hacían vida de adulto. Pero en esta generación, además, hay otro asunto: las mujeres aspiramos a ser y parecer madres y mujeres perfectas. Buscamos esa perfección, en muchos casos, en el ámbito incorrecto. "Madres modernas buscando la perfección en los lugares equivocados" decía una nota reciente poniendo a Gywneth Paltrow como una de las cientos de madres que creen que el último postrecito natural que salió al mercado cambiará tu vida. Es cada vez más notorio que hay mucho esnobismo alrededor de la crianza; tener el carrito adecuado es un símbolo de cuan buena madre sos.
"El niño es el nuevo yugo de la mujer", afirman las feministas europeas. Se habla de una nueva forma de maternidad "extrema". Las mujeres sabemos lo que es: llevar y traer a los niños, clases después del colegio, consultar especialistas de todo tipo, preparar meriendas caseras, hacer cupcakes para cuando vienen los amiguitos a jugar a casa, planificar el disfraz perfecto para la fiestita del cole (y mejor aún si es hecho por la madre misma y no comprado), asistir a clases abiertas de natación/gimnasia/patín/fútbol a las 3 de la tarde.
Ninguna mujer puede tener una carrera vigorosa si está buscando recetas de cupcakes permanentemente, pensando en redecorar el cuarto de la niña o en qué regalo podrá encontrar para el día del niño. Es difícil parar esta vorágine en la que vivimos. En Estados Unidos las parejas sacan hora con meses de anticipación para llevar a la muñeca de su hija a la peluquería. A la muñeca, ya no a la niña.
El futuro luce cada vez más exigido para padres y madres. La rareza consiste hoy en ser una familia que el fin de semana elige quedarse en casa haciendo poco, disfrutando del ocio. Sin que el programa sea consumir, sin ir y venir de lugares y eventos (conviene aclarar que esta nota apunta a los sectores de la sociedad que tienen las necesidad básicas satisfechas).
En este comienzo de clases sería interesante que las instituciones educativas se replantearan el panorama y pasen a ser agentes del cambio. Esto es, ayudar a padres y madres. Liberarlos de tener que ir al cole a las 11.15 horas a compartir el Día del Medio Ambiente o a reuniones por el estilo. Hay una razón muy sencilla: es injusto. Es injusto por las madres que trabajan fuera de su hogar. Y es injusto por los niños. Terminan siendo siempre los mismos los que "mama no puede venir".
Entonces, si los colegios saben que un gran porcentaje de las mujeres hoy trabajan fuera del hogar (y ojalá sean cada vez más), deben cambiar la agenda. Así como en un momento fueron pioneros en involucrar a padres y madres y acercarlos al colegio, hoy es momento de ayudar y liberarlos.
Puede que nos quedemos sin algunas fotos preciosas de inolvidables momentos en el cole (¡no podremos subirlas a Facebook!), pero vamos a ganar en un grado más de tranquilidad en la vida familiar. Ya son legión las mujeres que suspiran con cierto grado de envidia: "Mi madre pisaba el colegio una vez al año". Siempre habrá padres y madres que quieran estar presentes en todo momento. Los expertos hablan de sobrepaternidad (o "niñismo" como lo bautizaron en España) y hay muchos padres helicóptero que están encima de sus hijos. Por algo un niño dijo en el marco de una investigación sobre infancia en EE.UU.: "Quisiera que mis padres tuvieran otro hobby que no fuera yo".
Son los mismos que cuando el niño ganó al futbol dicen "Nosotros ganamos" y el día de mañana dice "Nosotros entramos a Harvard". No es nosotros, es tu hijo. Y están las madres y padres que organizan cumpleaños cada vez más sofisticados, caros y aparatosos. ¿Los niños lo piden? ¿A los 2 años? No, son padres y madres con ganas de llenar sus vidas. Y, en algunos casos, de posicionarse socialmente. O algo por el estilo.
Entonces, en este año que comienza, bajemos la pelota al piso. Menos niños-hobby y un poco más de tranquilidad. Todos la necesitamos. Los chicos es lo que más quieren.
Adela Dubra