Un héroe perdido durante sesenta años
Se creía que su avión había caído al mar, pero los restos de la nave fueron encontrados en Holanda
El 22 de junio de 2003 se cumplió el 60a. aniversario de la desaparición de un joven piloto de guerra angloargentino, el teniente James Stanley Watt. Perdido en una misión nocturna, se informó que había caído mientras cruzaba el Mar del Norte.
"Perdido en acción sobre el agua" fue la conclusión oficial de la Fuerza Aérea Real (RAF). Pero el hermano de Watt, Frank, que también fue piloto de la RAF y que actualmente vive en Buenos Aires, nunca abandonó la creencia de que su joven hermano había caído en territorio alemán antes de desaparecer.
No lo había hecho. Pero gracias a un experto trabajo de investigación de dos estudiosos argentinos, Frank ahora sabe que su hermano cayó en tierra. En lo profundo de los bosques Alphen en las afueras de Tilburg, Holanda, Claudio Meunier, historiador oficial de los veteranos de guerra argentinos de la RAF, y Oscar Rimondi, investigador aeronáutico, encontraron los restos de la aeronave Stirling de Watt, con lo cual disiparon para siempre la historia oficial de que este joven héroe de guerra se había perdido en las aguas, ante el fuego enemigo.
Nacido en Córdoba
El lugarteniente James Stanley Watt DSO.DFC había nacido en Córdoba en 1929, creció en Buenos Aires y se entrenó en Canadá antes de ser enviado, en 1941, como voluntario en la RAF. Volaba un pequeño bombardero Stirling en el escuadrón N° 7 con base en Oakington, Cambridgeshire, y dos veces fue condecorado por el rey Jorge VI por sus acciones heroicas, especialmente cuando se le concedió la Distinguished Flying Cross por su exitoso vuelo de regreso a Inglaterra luego de haber sido alcanzado por fuego antiaéreo sobre Düsseldorf, Alemania.
La noche de su desaparición, entre el 22 y el 23 de junio de 1943, al escuadrón de Watt se le había asignado una misión particularmente difícil. Tenían que bombardear las plantas químicas y las fábricas metalúrgicas en la ciudad industrial de Krefeld.
Para lograr su objetivo, tenían que volar por encima de la más pesada artillería alemana estacionada en el irónicamente llamado Valle Feliz.
Su tarea era localizar y disparar sobre las plantas del lugar marcándolas para los siguientes bombardeos. Con el fin de llegar lo más cerca posible, tenían que volar entre la artillería alemana en lugar de sobrevolarla y una vez identificados los objetivos debían salir lo más rápido posible para evitar el consiguiente ataque.
Noche desgraciada
Fue una noche desgraciada para el escuadrón N° 7. Mientras se aproximaban a la costa, tres de sus aviones fueron derribados, el último estaba capitaneado por Watt. Al ser interceptado por un joven capitán de la Luftwaffe llamado Walter Milius, el avión de Watt también fue alcanzado desde atrás por la artillería antiaérea. Cuando uno de los motores se incendió, Watt perdió el control de la máquina.
El sobrino de Watt (hijo de Frank), Jimmy Watt, que reside en British Columbia, Canadá, afirma: "Mi tío Jimmy fue visto por última vez por uno de los sobrevivientes de su tripulación que logró lanzarse en paracaídas cuando Jimmy dio la orden de saltar. Este miembro del personal lo vio intentando dirigir su bombardero Sterling hacia tierra, pero lo perdió de vista sobre el Mar del Norte".
Los restos de los otros dos aviones derribados fueron recuperados, pero el de Watt nunca se encontró.
El veredicto oficial fue que su avión había caído antes de alcanzar territorio alemán.
Informe incongruente
Meunier, de 33 años, que reside en Bahía Blanca, se interesó por lo incongruente del informe oficial. Decidió resolver el misterio hace más de cuatro años cuando "detectó que un manto de silencio rodeaba la desaparición del joven oficial".
Armado sólo con los documentos oficiales que describían el incidente y su ferviente creencia de que Watt había sido subestimado, se dispuso a abrir el caso.
Considerando que Watt había realmente alcanzado la costa, Meunier y Rimondi concluyeron que las descripciones de "la ostensible "zona de choque" como fue determinada en 1943, debía ser descartada. Partieron de la hipótesis de que la verdadera zona de caída era más probablemente cerca de la ciudad de Tilburg.
Siguiendo este pálpito, viajaron hacia Holanda donde junto a un socio holandés, Adriaan Van Riel, y equipados con detectores metálicos partieron para los bosques.
Enterrado bajo escombros acumulados durante 60 años, encontraron los restos que, luego de cuidadosos análisis, se confirmó que eran los de la aeronave de Watt.
Las escasas partes de éste fueron enviadas a la Argentina y donadas al Old Georgian´s Club, un grupo de alumnos de la St. George´s School de Quilmes, donde están bajo la custodia temporal de Geoffrey Gedbrooke.
La familia está inmensamente satisfecha y orgullosa. Un hijo perdido durante mucho tiempo, finalmente recibió, luego de tantos años, lo más parecido posible a una vuelta a su merecido lugar de descanso.
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