Un futuro impredecible: la crisis del sistema sanitario se coló en un foro que reunió a líderes del sector
Desfinanciamiento del sector de la seguridad social y necesidad de incorporar innovación e investigación, dos de los problemas que especialistas identificaron en el encuentro organizado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos
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La crisis que atraviesa el sistema de salud se coló en todos los paneles de una nueva edición del foro sobre el sector que organiza la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (AmCham) en el país. Con tareas pendientes que lleven a su reordenamiento integral, el escenario en los próximos meses es impredecible y desafiante, según se definió durante las exposiciones y frente a las próximas elecciones presidenciales.
Durante poco más de cuatro horas, funcionarios, referentes de las ONG de pacientes, profesionales y representantes de la industria de medicamentos y tecnologías sanitarias compartieron nueve paneles. “En estos últimos años, aprendimos la importancia que tiene el sistema de salud”, dijo en la apertura Marc Stanley, embajador de Estados Unidos. La pandemia de Covid-19, según continuó, demostró como ninguna otra crisis mundial que hay que contar con cadenas de suministro más robustas, mejorar el acceso a insumos y servicios en todos los países y fortalecer la innovación y la investigación.
Ese fue, de hecho, uno de los puntos que abordaron varios de los participantes. Fernando Peirano, presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, mencionó que la principal actividad en investigación y desarrollo (I+D) del sector privado en el país es la investigación clínica. Entre los “techos” por atravesar para “darle más viabilidad” está que la actividad sigue concentrada en más de un 70% en la ciudad de Buenos Aires, en ensayos clínicos de fase 3 (la última etapa antes de la aprobación para la comercialización de un producto) y en el sistema privado de salud. Con la industria farmacéutica, según anticipó, hay un proyecto de inversión en 2024 de $10.000 millones para potenciar la investigación preclínica y clínica en los hospitales. Antes, hay que poner a punto el sistema público, desde los criterios de bioética hasta la infraestructura, tanto informática como de trabajo y de atención a los voluntarios.
Aún son pocos los hospitales que podrían llevar adelante ensayos clínicos, ya sea porque aún no se incorporan o “no tienen la gimnasia” para hacerlo, según explicó Leonardo González, neurólogo y jefe de la Unidad de ACV del Hospital Ramos Mejía, en el barrio porteño de Balvanera. Ahí se llevan adelante esos estudios. Otro desafío es poder contar con voluntarios. “Sigue habiendo reticencia [en la población] a participar de ensayos clínicos”, dijo. Agustina Bisio, directora de Investigación Clínica y Gestión del Registro de Medicamentos de la Anmat, acotó que, “en tres meses, [la agencia regulatoria] aumentó de cuatro a ocho la cantidad de centros autorizados para hacer estudios de fase 1 y bioequivalencia”.
Pero un obstáculo aún mayor para poner manos a la obra con la innovación es crear las condiciones de protección de la propiedad intelectual que vuelvan atractiva cualquier iniciativa, como se planteó en el panel siguiente. “La Argentina decidió llegar a ningún lado: tiene una insuficiente protección de la propiedad intelectual”, sostuvo Ignacio Sánchez Echagüe, socio del estudio jurídico Marval O’Farrell Mairal y copresidente del Comité de Propiedad Intelectual de AmCham. “La Argentina no protege los estudios clínicos, los datos de las pruebas de efectividad y eficacia y las innovaciones con un sistema eficiente de patentes”, continuó. Con Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de la consultora Eco Go, coincidieron al atribuir la ausencia de una “protección eficaz de la innovación” a la injerencia de la industria de los medicamentos genéricos. “No es tarea de los genéricos innovar. Es copiar”, definió la economista. Su aparición, a la vez, no terminó por mejorar el acceso ni los costos” para los usuarios “en un mercado hiperrregulado y una dispersión enorme de los precios”, con distintos alcances de las coberturas, según evaluó.
Cuestionamientos
Antes del cierre del foro con los referentes de los equipos de salud de los principales candidatos presidenciales, se analizó si es posible que la Argentina cuente con un sistema de salud sustentable e innovador. “Lo más desintegrado es el sistema de salud”, sostuvo, para comenzar, Gabriel Lebersztein, gerente médico de la Obra Social de Empleados de Comercio (Osecac).
Y repasó incoherencias, como que “la matrícula de un médico sirva para ejercer de un lado, pero no del otro de la avenida General Paz”, que “la cobertura del 100% no sea por necesidad del paciente, sino por normativa” o que los registros electrónicos no se estén utilizando para detectar a la población a la que hay que destinar un servicio o cobertura, entre otras. Rubén Torres, presidente del Instituto de Política, Economía y Gestión en Salud (Ipegsa) y exrector de la Universidad Isalud, dijo coincidir con el diagnóstico de su colega de panel y anticipó, de algún modo, lo que ocurrió con los referentes de salud de Juntos por el Cambio (JxC) y Unión por la Patria (UP).
“En salud, no hay brecha: todas las partes están de acuerdo con el diagnóstico de situación del sistema y, aparentemente, todas coinciden con los mecanismos de solución. Si esto es así, ¿por qué, entonces, no se produce la reforma?”, planteó Torres. Y esgrimió su respuesta: “Existen intereses tan importantes en cada actor del sistema que eso hace difícil en una mesa de concertación deponer esos intereses. En la Argentina, quienes manejaron la salud son las personas que la política privilegió. Son los que revuelven el estofado y no los que la destapan la olla.”
“¿Confían en que habrá algún cambio?”, les preguntó la periodista Daniela Hacker, que moderaba el panel. “Medio”, se apuró Lebersztein. “Poco”, confió Torres.
En diálogo con LA NACIÓN a propósito de su respuesta, Torres amplió que la innovación [en una reforma] puede ser disruptiva o escalable. “Sin duda, las reformas en salud son escalables porque son evoluciones. Hoy, la situación es tan grave que más allá de que toda reforma llevará tiempo, hay que hacer cambios inmediatos, como en los recursos humanos y el financiamiento del sistema”, explicó.
El último panel del foro reunió a Enrique Chiantore, referente de salud del equipo de Patricia Bullrich (JxC), y al senador Pablo Yedlin, referente del equipo de Sergio Massa (UP). Estuvo ausente Eduardo Filgueira Lima, redactor de la reforma que aplicaría Javier Milei (La Libertad Avanza). Hubo más coincidencias que diferencias en el diagnóstico de situación y las urgencias a resolver. “No es un problema solo el del sistema de salud”, había dicho más temprano Carla Vizzotti, ministra de Salud de la Nación, y sin mayor referencia que a la crisis económica, su impacto en las importaciones y hasta “la especulación de los formadores de precios”, cuando le pidieron definir los desafíos más urgentes.
La crisis “más grave”, según definió Chiantore, está en los recursos humanos del sistema sanitario, seguido del desfinanciamiento del sector de la seguridad social y la falta de incorporación de innovación e investigación. “Es un escenario muy desafiante”, sostuvo. Yedlin coincidió y planteó la necesidad de sostener un sistema mixto como el actual, pero “con equidad de resultados”. Esto, según continuó, “es una deuda”. Y agregó: “Hay que hacerlo sustentable y equitativo”, a lo que el referente de JxC asintió. Ambos también estuvieron de acuerdo en que hay que incrementar los controles, mejorar la calidad de la información sanitaria y aumentar la transparencia.
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