José Emilio Burucúa: un enciclopedista generoso y admirable
Es el ensayista e historiador más prestigioso y erudito, y el autor de este artículo lo describe como si su nombre formara parte de una enciclopedia ideal
Burucúa, José Emilio (aka "Gastón"). Entrada accidental en una enciclopedia (artículo redactado por un pedante irresponsable, no por un iconoclasta)
Aparte de los títulos que suelen figurar en contratapa, polígrafo inveterado, didacta eximio, diderota antes que enciclopedista. Diderota en sentido estricto del encuentro de Diderot con el estilo, en el que Leo Spitzer encontraba ya una comprensión de los ritmos y las pausas exactas, la semejanza con una secuencia oral, una buena correspondencia que tal vez provoque la naturaleza de la semejanza ya en la secuencia enciclopédica que más debe importarnos: la transmisión.
No es fácil medir el alcance de la época o período "burucual" (para el que se habría extendido el uso en su honor de la medida "burucúa"). Dado que Huizinga habría compensado el ímpetu de los fines con el sombreado del período siguiente, inicial, el alcance de un "burucúa" sigue acusado de inexactitud, aunque por el contrario se trate solo de la sobriedad que permite a cada paso aquilatar su huella. Para el dictamen obligatorio de Theodor W. Adorno acerca de los campos de concentración, tal vez la dedicatoria de Momigliano en La sabiduría de los bárbaros haga justicia más o menos inmediata, y la de C.E. Feiling a "Un héroe de nuestro tiempo" (en el libro Amor a Roma) y sobre todo la de Burucúa (a "Una explicación provisoria de la imposibilidad de representación de la Shoah"...)
A su vez, aunque no al mismo tiempo, Chambers (Cycles of Taste) y Borges (dondequiera) establecieron que la historia misma es también una modulación del estilo. Los traductores, en tal caso, María Rosa Lida, José Mor Fuentes y Alicia Bleiberg no renuncian al estilo de los originales (Heródoto, Gibbon, Runciman); tratan de adoptarlo. Traman en el estilo una historia singular. Ahora bien, otra cosa -pero lo mismo- es la historia del arte. Y ahí es donde el gran arco "burucual" exige que leamos atentamente las últimas décadas del siglo pasado y las primeras de éste de acuerdo con aquello que enseña a emular el Renacimiento, una extenuación exenta de extorsión. Cada nuevo paso es una desganada (pero imprevisible) decisión estética. Desganada porque los indicios se han ocupado de borrar más que de hacer que el entusiasmo coincida con la concreción. Pound contra la usura no se equivocaba en su vehemencia, pero sí en todo lo demás. Una prédica, pero no de sumisiones rencorosas sino de adscripciones casi involuntarias: Historia y ambivalencia. Tomarse el trabajo -placer- de leer a Burucúa. (Disculpatio: Todo lo que aparece como excesivamente grave y alusivo en este artículo es culpa del atolondrado cronista; todo en Burucúa es generoso y admirable, recto como una plegaria que Hyeronimus Bosch enviara en dirección a cualquiera de los puntos cardinales que considerara, beneficioso, beneficiado cielo).
Del editor: ¿por qué es importante? El historiador del arte recibió el Konex de Brillante en Humanidades. Es un sabio con los pies sobre la tierra
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