Un drama cada vez más frecuente
La violencia contra mujeres y niñas es cada día más frecuente. La mayoría de los casos no llegan a conocimiento público, de los que llegan muchos nos impactan por su crueldad. De los cientos que no nos enteramos y que muchas mujeres viven cotidianamente, la mayoría son espeluznantes. Los agresores, en la mayoría de los casos, son sus esposos o novios o ex parejas. Son producto de las desigualdades de poder que existen entre hombres y mujeres y del sentido de propiedad de la mujer que tienen sus parejas.
Tiende a perpetuarse porque se naturaliza como algo habitual en las relaciones de pareja. El femicidio o la muerte de la mujer es la expresión más brutal de esta violencia. Se manifiesta inicialmente con otras modalidades, pero hay que saber detectarla a tiempo para prevenirla. Los insultos, los empujones, la desvalorización, el control constante sobre las actividades de la novia o esposa, cuando aumentan, son signos de alerta.
No es aceptable que todo el tiempo nos controlen dónde estamos, qué hacemos, esos que parecen "tan amorosos" por su atención son de quienes hay que precaverse. Un ejemplo es el caso de Sarandí a la que le revisó el celular y la torturó durante cuatro horas.
El video de Bahía Blanca mostró algo muy frecuente, pero que como ocurre en la intimidad o en privado no se ve. Los niños suelen ser los únicos testigos y, en general, a ellos no se les cree. Los vecinos muchas veces ignoran los gritos y los golpes, o consideran que no deben inmiscuirse.
Otras veces, familiares y amigas cuando la mujer lo cuenta, le piden que espere que cambiará, ésta es una forma de perpetuar la naturalización de la violencia.
Desde marzo de 2009 tenemos una muy buena ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, pero no se está implementando. Lamentablemente, el gobierno nacional no ha evidenciado decisión para hacer lo que la ley establece. Los gobiernos provinciales, salvo excepciones, tampoco.
La respuesta más articulada es la de la Corte Suprema de Justicia por medio de la Oficina de Violencia y la de la Mujer.
Una característica es la multiplicidad de organismos nacionales, provinciales y municipales que actúan con escasa o nula articulación, aumentando su costo con pobres resultados. Mientras las mujeres sufren y mueren, esperamos la decisión política para que se implemente la ley.
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