Un diagnóstico para los alumnos, los docentes y los funcionarios
Un lápiz y una goma sellarán la eficiencia de las políticas públicas que la Argentina ha intentado desarrollar en los últimos años para mejorar la calidad del aprendizaje de los alumnos de los niveles primario y secundario. Las pruebas Aprender no son un examen sólo para el chico que está sentado cuatro horas ante un pupitre, es un test para sus docentes, los directores de su escuela y los responsables de generar o modificar contenidos curriculares.
¿Cambiará para mejor, será igual o habrá empeorado el diagnóstico obtenido el año pasado? Esa respuesta llegará recién entre marzo y abril de 2018. Los resultados logrados en la evaluación de 2016 son desalentadores: sólo el 5,2% de los estudiantes del último año del secundario tienen un nivel de desempeño avanzado en matemática. Eso significa que pueden "resolver problemas de varios pasos para los cuales tienen que inferir datos o explícitos" y "realizar la conversión entre distintos registros de representación (de gráfico a algebraico) en situaciones que involucran contenidos propios de los últimos años".
Así lo explica Alieto Guadagni, director del Centro de Estudios de la Educación Argentina de la Universidad de Belgrano, en un reciente trabajo sobre los resultados provincia por provincia de las pruebas Aprender realizadas el 18 de octubre del año pasado. En ese informe se confirma la fuerte desigualdad entre la educación de gestión estatal y privada. Ya que, aunque por ejemplo el nivel de desempeño avanzado es bajo en ambas, la estatal apenas llega al 2,4% y la privada, al 10,2%; es decir que la relación es de cuatro a uno entre escuelas privadas y públicas.
Quizá la respuesta más demoledora de las pruebas Aprender sea la confirmación indiscutible de que la educación pública atraviesa una crisis difícil de resolver en el corto plazo. La desigualdad promedio entre ambas gestiones en todo el país es del 23,5%.
Es interesante observar los casos de la ciudad de Buenos Aires (15,8%), Mendoza (18,7%), Jujuy (22%) y Catamarca (22,7%). En estos distritos es donde se registran las diferencias más fuertes entre alumnos de escuelas públicas y privadas. El 30,3% de los estudiantes públicos porteños está por debajo del nivel básico en matemática; sus pares privados, sólo el 14,5%. En Mendoza la diferencia es 43,4% contra 24,7%. En Jujuy, la brecha es del 51,9% versus el 29,9%. Y en Catamarca es del 64,7% frente al 42%.
¿Qué significa estar por debajo del nivel de desempeño básico en matemática? Que los chicos que el año pasado estaban a semanas de terminar el secundario -y muy probablemente quienes atraviesen esta prueba Aprender- tengan casi los mismos conocimientos de matemática que obtuvieron en el primario.
¿Qué hará el poder político con el resultado de esas evaluaciones? En algunos distritos ya se habla de la necesidad de reformular el nivel secundario, de trabajar más en proyectos multidisciplinarios y con fuerte participación de los alumnos como gestores de su aprendizaje y en la importancia de hacer prácticas profesionales fuera del aula.
Para lograr esos objetivos, se requerirá del consenso de dos de los actores centrales de la educación: los gremios docentes, que rechazan las pruebas Aprender aunque evalúan en el aula todo el tiempo, y los propios alumnos, muchos de los cuales ven en algunos de esos cambios intenciones oscuras.
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