Un atacante informático que dejó sus huellas por todos lados
Los hackers y los periodistas tienen algo en común: sus vidas no se parecen en nada a las que se pintan en las películas. Lo que se sabe hasta ahora sobre el "hacker de la UADE" , como fue bautizado y como -podría apostarse- quedará hasta el fin de los tiempos, es una vasta colección de incertidumbres y contradicciones. Por ejemplo, ¿intentó un ataque desde su propio domicilio? ¿Usó realmente un software malicioso o fue algo más inocente? Para aclarar estos y otros aspectos de este incidente de seguridad, LA NACION habló ayer con uno de los investigadores técnicos involucrados en la causa.
El alumno que ahora está detenido ya tiene antecedentes en otro caso similar, que investigó la Policía Federal, y en el que supuestamente sustraía dinero usando computadoras. También en ese caso se publicaron datos sospechosos. Por ejemplo, que tenía 14 discos rígidos y computadoras "con mucho más poder de cómputo de lo corriente". ¿Cuánto sería lo corriente?
En el incidente que nos ocupa ahora, el estudiante descubrió un par de vulnerabilidades en la aplicación que usan los alumnos para entrar en el portal de la universidad -llamado Mi UADE- que le permitieron saltar de usuario en usuario, hasta que llegó a los que tienen que ver con la administración de seguridad y la administración de sistemas; también pudo entrar mediante la cuenta del decano, según surge de la investigación. Al principio sólo curioseó un poco, usando siempre su propio usuario; como medida para borrar sus huellas, algo básico y elemental, no fue muy astuto. En general, los alumnos no curiosean un poco aprovechando vulnerabilidades.
Luego, por medio de las cuentas de administrador a las que había tenido acceso, empezó a hacer ciertas modificaciones. En particular, alteró las calificaciones de sus exámenes. Luego, para mayor comodidad, plantó en el sistema de la UADE lo que se conoce como shell de ASP, es decir, una herramienta tipo línea de comando (terminal o shell, en la jerga) para administrar servidores, en este caso los de la tecnología ASP de Microsoft. Ningún malware, en otras palabras.
Instalado el shell de ASP, pudo hacer cambios en las notas de forma remota, hasta que un profesor notó las inconsistencias (entre otros motivos, porque quedan asientos en papel de esta información) y allí se inició la investigación. Para entonces el supuesto hacker ya había dejado un buen número de rastros de su actividad. No queda claro si por error (uno demasiado grosero), o porque presentía que nunca lo iban a atrapar.
La UADE aportó todos estos registros a los investigadores: cuándo y cómo el estudiante se había logueado y los comandos que había ejecutado desde el shell ASP. Dato más que sintomático: en algún momento entró desde una dirección IP de Mar del Tuyú. Al rato, desde la misma IP, se logueó con la cuenta del decano. Eso equivale, en el ambiente, a dejar los dedos marcados por todos lados.
No es ninguna novedad,pues, que lo hayan detenido, y la sensación que deja está muy lejos de la de esas imaginativas películas de espías informáticos en las que los discos se borran en segundos y los helicópteros sobrevuelan el espacio aéreo, cuando en realidad los intrusos digitales son atrapados (como fue este caso) en el espacio virtual.
Llamarlo hacker, dicho sea de paso y aunque es lo menos grave de esta historia, es bastante exagerado. En primer lugar porque la confusión entre hacker y delincuente informático es común, pero irritante. En segundo, porque cualquiera sea el significado que le asignemos a la palabra, este estudiante de ingeniería de la UADE no estuvo a la altura: hizo prácticamente todo mal. Tal vez por eso necesitó alterar las notas de sus exámenes.
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