Viajar: un antídoto que calma la ansiedad y relaja
Según un estudio, armar un viaje nos acerca al sentimiento de felicidad
¿Por qué viajar produce felicidad? Thomas Gilovich, profesor de Psicología, dirigió una investigación en la Universidad de San Francisco, en 2015, que concluyó que somos la suma total de nuestras experiencias. "Nuestras mayores inversiones deberían dedicarse a crear recuerdos sobre la base de experiencias y vivencias personales, como las que se generan viajando", dijo. Los viajes producen tres instancias de placer. Es decir, se disfrutan tres veces: durante el viaje; después del viaje, ya que los recuerdos generan sensaciones placenteras similares a las que se experimentan durante el viaje; y la tercera, cuando se organiza.
Los resultados apuntan a que planificar un viaje también produce beneficios inmediatos. La tarea de planear, buscar y elegir la próxima aventura activa mecanismos cerebrales que nos relajan y nos acercan al sentimiento de felicidad. Visualizar un viaje tiene beneficios para todo el cuerpo y transporta a una sensación general de bienestar.
En casos extremos hay personas que se vuelven adictas a los viajes. Se los llama "dromómanos". Al confirmar un pasaje de avión o una reserva de hotel, el cerebro recibe una descarga de dopamina que lo transporta a la sensación de placer.
"La tecnología contribuye al sentido de inmediatez. Cualquier sensación de que lo que se viene va a durar mucho tiempo produce vértigo. Es insoportable. Genera asfixia, derrota. Sentir que faltan seis meses planos de solo trabajo nos angustia. Por eso, hacer planes alivia al cerebro de una vida que no querés", explica Federico Fros Campelo, autor de El genio que llevamos dentro y El cerebro del consumo.
La sensación de volver a la rutina activa el proceso mental de anticipación. "No queremos tener una vida monótona. En el cerebro hay determinados procesos que son congénitos, y son la manera de valorar la realidad. El proceso de la búsqueda de novedad es uno de ellos -explica-. Gracias a la tecnología, estamos adiestrados a buscar la novedad. Con solo pensar en 60 días de rutina, desesperás. Y el combustible de esa búsqueda es la dopamina. Pronosticar un futuro inmediato distinto calma la ansiedad. Es un parche de bienestar aplicado a una rutina insatisfactoria".
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