Un ácido cronista de su época
Segundo hijo de un matrimonio de inmigrantes prusianos, Roberto Arlt nació en Buenos Aires, en el barrio de Flores. Escritor, periodista e inventor, fue sobre todo un observador de su realidad y un cronista de su época.
Dejó la escuela a los ocho años. En una de sus aguafuertes atribuiría años después la culpa de la deserción a su apellido, que con tres consonantes y una vocal, aseguraba, predisponía a los maestros en su contra.
Autodidacto e intuitivo, Arlt publicó su primera novela, "El juguete rabioso", en 1926. A ella le siguieron "Los siete locos" (1929), "Los lanzallamas" (1931) y "El amor brujo" (1932).
La felicidad, la pérdida de Dios, el mal, la locura y la condición humana -sus temas obsesivos- reaparecerán en sus dos volúmenes de cuentos, "El jorobadito" (1933) y "El criador de gorilas" (1941) y en sus obras de teatro, como "300 millones"(1932), "Saverio el cruel" (1936) y "El desierto entra en la ciudad", (1942). En ellas, Arlt combina el más crudo realismo con elementos de la farsa y el grotesco.
Dio sus primeros pasos en el periodismo como cronista policial del diario Crítica y, entre 1928 y 1935, el diario El Mundo publicó sus aguafuertes, retratos cotidianos de los personajes de Buenos Aires, escritos en un tono entre cínico y cómplice que enseguida atrajo a los lectores. Tanto que los días martes -en los que aparecían los relatos de Arlt-, El Mundo duplicaba sus ventas. Entusiasmado, el director del diario, Carlos Muzio Sáenz Peña, empezó a publicarlos alternativamente en distintos días de la semana.
En 1933, las columnas de Arlt fueron recopiladas en un libro, "Aguafuertes porteñas", que se convirtió en un clásico de la literatura argentina. A él siguieron las "Aguafuertes españolas", que Arlt escribió desde España y el norte de Africa en 1935, como enviado especial de El Mundo.
Su prosa ingeniosa, desprolija y marginal -y con faltas de ortografía, dicen- le valió las críticas de muchos contemporáneos. "Escribe defectuosamente y parece que no se empeña en hacerlo mejor", dijo uno de sus detractores. Arlt replicó: "Yo no escribo ortografía, escribo ideas, y podría citar numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen miembros de su familia".
Aficionado a la química, Arlt instaló, junto con el actor Pascual Naccaratti, un pequeño laboratorio en Lanús. Allí nacieron unas medias femeninas reforzadas con caucho que nunca llegó a patentar.
"Lo único que sé es que voy a trabajar, vaya adonde vaya. La única válvula de escape que tengo en la vida es eso: escribir. El agrado que recibo es saber que me leen", escribió en el aguafuerte del 10 de marzo de 1930.
Arlt murió de un ataque cardíaco en Buenos Aires, el 26 de julio de 1942.