Umbanda, el rito negro que llegó del Africa
Por Juan Carlos Insiarte De la Redacción de LA NACION
Una verdadera explosión de ritos africanos y amerindios se registró en la Argentina desde hace un poco más de una década, aunque las primeras expresiones del culto a los dioses que vinieron del continente negro ocurrieron allá por los años sesenta.
A partir de los ochenta, en la Secretaría de Culto formalizaron su inscripción unas 350 asociaciones y templos de cultos africanos y amerindios que abarcaban a los rituales umbanda, batuke, camdomblé, camdonblé de caboclo y otras prácticas esotéricas entremezcladas con componentes parapsicológicos y astrológicos.
En la actualidad sería casi imposible precisar un número aproximado de centros dedicados a estos rituales, porque, según se estima, los que actúan en forma clandestina superarían los tres mil.
El desmesurado crecimiento es correlativo con la intensificación de la pobreza, la marginalidad y de la búsqueda de soluciones mágicas. En la opinión de integrantes del clero católico, la presencia de estos ritos viene a significar un renovado vigor de religiones paganas, de cultos extraños, esotéricos y a veces animistas, que creen en una enorme cantidad de dioses que son espíritus o ánimas.
Cuando monseñor Pedro Oeyen escribió el libro "Macumba y Brujerías", puntualizó que en el hombre existían interrogantes profundos a los que la civilización materialista no daba respuesta, como la existencia del dolor, la muerte y la enfermedad. De allí que buscase soluciones mágicas que en un instante le hagan superar sus problemas, sin requerirle ningún esfuerzo, ya que depende de causas que el protagonista no puede solucionar. Esa búsqueda de soluciones maravillosas en el campo económico, en la salud y en la vida social predispone al hombre a esperar respuestas y remedios en la magia y en la adivinación.
Los cultos afrobrasileños como el umbanda son un claro exponente del sincretismo que tiene como vertientes principales elementos de origen africano, católico, amerindio y espiritista. Los cultos africanos llegaron a América traídos por esclavos que pertenecían a distintas tribus, como Oyo, Igexa, Ketu, Gege, Omoloko,Angola, cada una con diferentes formas de adoración. La base de sus creencias son los orixás, energías de la naturaleza como Oya (el rayo), Yangó (el trueno) Oyún ( el río) o Iemanjá (el mar). Los negros hallaron dificultades en las colonias portuguesas para mantener vivas sus costumbres. El contacto con una cultura con otras concepciones provocó que asimilaran sus contenidos. Se advierte un dominio del africanismo en cuanto se impone el ritual de la matanza de animales como ofrenda a los espíritus, pero también incorpora figuras del catolicismo como Jesucristo (Oxalá), la Virgen María (Iemanjá) y santos como San Jerónimo (Xango, dios del rayo o el trueno), San Bartolomé es Oxum, orixá de los rios. El demonio es Exu.
En toda está tradición africanista se ha entremezclado una serie de ritos considerados seudorreligiosos por los pai, auténticos sacerdotes del culto.
Dicen que estafan la credibilidad pública prometiendo soluciones con el favor de los dioses mediante trabajos de magia negra. Los falsos oficiantes que provienen de Brasil, asiento del umbandismo en el continente, recaudan no menos de 10 mil dólares por semana por vender esperanza invocando a los espíritus.