Último primer día: “Es un festejo que rompe con todas las reglas sanitarias vigentes”
El lunes próximo comienzan las clases en la Provincia los alumnos del último nivel del secundario; los directores de los colegios piden que no se festeje
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Algunos ya lo tuvieron, y otros se están preparando para la gran celebración: el Último Primer Día (UPD), ese ritual de despedida que se popularizó entre los estudiantes que terminan el secundario, inquieta y preocupa más que nunca a los padres, docentes y directivos de las escuelas, que en medio de la situación extraordinaria por la pandemia del coronavirus piden que el UPD no se festeje este año. Eso es lo que reclama un grupo de directores de colegios secundarios de la Provincia de Buenos Aires, que no solo están en total desacuerdo con este tipo de festejos que realizan todos los años, sino que lo consideran inadmisible en el actual contexto epidemiológico y las normas vigentes de Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Dispo). La fecha de inicio para los estudiantes del último nivel en la Provincia está fijada para el próximo lunes, y el reloj ya entró en cuenta regresiva.
La idea del festejo, básicamente, consiste en reunirse y pasar la noche en vela para llegar a la escuela al día siguiente sin dormir. Pero según advierten los directores de escuelas secundarias consultados por LA NACION, el rito se convirtió en un problema, sobre todo por el consumo excesivo de alcohol. Las experiencias de los últimos años dan cuenta de los múltiples casos en que el colegio debe llamar a las familias para que retire a un alumno que llegó a la escuela en estado de ebriedad después de haber celebrado el UPD.
Pablo Calvo es director del Instituto Santa Clara de Asís, en Longchamps, y dice que hace unos días recibió una notificación de la subsecretaría de Educación Provincial que lo sorprendió. El documento se llama Rituales de despedida, el último primer día (UPD) y la situación extraordinaria de Covid-19, y entre otras recomendaciones invita a las instituciones escolares y comunidades en la que esta práctica está vigente, “a desarrollar un conjunto de estrategias y acciones situadas y anticipatorias, de carácter preventivo y enmarcadas en las políticas integrales de cuidado para que, a la vez que los estudiantes festejen, puedan cuidarse, ser cuidados, cuidar el contexto y sean recibidos y bienvenidos por las instituciones escolares”. También sugiere que “la estrategia no es prohibir ni invadir los espacios de los jóvenes, sino enseñarles previamente en todos los lugares a cuidarse, ser solidarios y responsables”.
“En la notificación que recibimos queda expuesta la gran incoherencia que hay entre el protocolo que debemos aplicar dentro de las escuelas y todo lo que sucede afuera. Creo que debería haber un mismo mensaje, y lo que se tendrían que proponer es que este año los chicos no festejen el UPD”, dispara Calvo.
Y reflexiona: “El mensaje que se les transmite a los estudiantes con la habilitación de este tipo de eventos en un momento tan crítico como el actual es que lo más importante es festejar, sin importar cuáles sean las consecuencias”.
Una guía que procura orientar
Desde la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia, respondieron que estas actividades de despedida no son alentadas desde las escuelas ni desde la cartera de educación provincial. “Las organizan las y los estudiantes por fuera del ámbito institucional desde hace más de diez años. Por eso, mediante esta guía lo que procuramos es orientar a los equipos docentes para que sepan cómo abordar la situación desde un enfoque preventivo y de cuidado, que minimice cualquier tipo de daño que pueda ocasionar —señalaron—. Y, en este mismo marco, que trabajen con los estudiantes y sus familias para que esos cuidados se realicen de manera integral, considerando también el contexto de pandemia”.
En el Colegio del Parque, en Ramos Mejía, la guía oficial fue recibida con desaprobación absoluta. Mariela Dionisi es la directora del nivel secundario de la institución, y cree que para este tipo de festejos no hay protocolos que puedan aplicarse en el contexto actual. “El UPD es un festejo que organizan los alumnos y financian los padres, y que todos los años nos lleva a una reflexión profunda, a un trabajo muy personalizado de compartir textos, videos, de analizar estadísticas y de armar reuniones con los chicos y los padres antes de que empiecen las clases para debatir sobre este tema. Derribar el concepto que propone el UPD y entender que no está bien. Que la idea de que los chicos se alcoholicen en una fiesta y estén toda la noche sin dormir para ir a la mañana siguiente a la escuela en esas condiciones no está bien. Jamás imaginé que este año los adultos habilitarían un festejo que rompe con todas las normativas y reglas sanitarias vigentes. Nunca pensé que fuera posible, porque no solo es un potencial peligro de contagio entre ellos, sino que involucra a todos los que vamos a tener contacto con los estudiantes durante los días posteriores”.
Con declaración jurada bajo el brazo
A pesar de que se trata de un festejo que se organiza por fuera del marco institucional de los colegios, Dionisi entiende que, en esta oportunidad, no basta con el trabajo de reflexión profunda que se hace todos los años, y decidió activar otras medidas. “En primer lugar, les pedimos a las familias que compartan la fecha del UPD para que sexto año comience la presencialidad 14 días después. De esta manera nos cuidamos todos. Finalmente, muchos de los chicos nos dijeron que no van a realizar el festejo, y también hubo padres que ya habían hablado con sus hijos para no permitirles ir a la fiesta —explica Dionisi—. Además, como escuela hemos elaborado una declaración jurada para los alumnos que quieran comenzar su presencialidad el lunes próximo, donde consta que no han participado del ritual UPD. Como escuela tenemos la obligación de marcar las pautas, hacer énfasis en la única manera de transitar este ciclo lectivo es con un profundo sentido de la responsabilidad colectiva. Estoy sorprendida que desde el Estado se baje un protocolo que rompe con las reglas establecidas”.
Guillermo Lengazzi es el director del colegio Sendas Verdes, otra institución de gestión privada en Longchamps, y explica que, por decisión de la cartera educativa provincial, las escuelas están obligadas a recibir a los chicos luego del UPD. “Hacemos un desayuno con los padres, y después muchos se los llevan a sus casas porque los chicos están en condiciones deplorables. Hay colegios que han tenido episodios con alumnos desmayados dentro del aula. La normativa que nos llegó ahora indica que tenemos que recibirlos, y tener estrategias. No coincido, como dice el documento, que el UPD puede devenir en instancia pedagógica. Más bien creo que poner un límite preserva un valor. Decirle que no a un alumno que viene alcoholizado a la escuela es poner un límite que preserva el valor de la vida. Aislamos a un alumno que viene del exterior, pero tenemos que recibir a otros que vienen del UPD, sin ningún tipo de control ni cuidados”, refuerza Lengazzi.
Roxana Catanzaro, directora y representante legal del Instituto del Salvador, en Burzaco, coincide con sus colegas y admite que sintió una gran contradicción al recibir la guía. “Durante todo el 2020 se trabajó en la contención de las dificultades y problemáticas que transitaban nuestros adolescentes y sus familias. A partir del mes octubre, cuando se pasó de la Aspo a la Dispo, hubo turnos de directores en la escuela para atender estas situaciones. Noviembre nos encontró trabajando con la revinculación de estudiantes y todos los egresados, que pudieron asistir de forma presencial, siempre con los protocolos exigidos y aprendiendo sobre los cuidados. Pusimos en práctica cómo convivir y trabajar en el marco de la pandemia. Es por eso por lo que siento la contradicción en este documento sobre el UPD, donde de alguna manera se invita a incumplir con lo establecido y a permitir lo que hasta ahora sabemos, puede perjudicarnos”, concluye Catanzaro.