Turismo: la otra gran apuesta de Tucumán para marcar un récord en el verano
Lejos de los tradicionales recorridos históricos, como la Casa Histórica de la Independencia, la provincia propone actividades como el turismo aventura y rural
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TALAPAZO, Tucumán.– Alguna vez en la vida lo tenían que hacer, y al fin se decidieron. Marina Piccinin y Gustavo Pereyra, una pareja que lleva varias décadas juntos, con hijos grandes y más independientes, llegaron a esta provincia con un objetivo claro: querían volar en parapente. Y después de haber experimentado la sensación de sobrevolar la selva tucumana con los pilotos del centro Loma Bola, en el cerro San Javier y a 1200 metros de altura, estaban fascinados. Salieron desde Buenos Aires hace unos días con la carpa y las bolsas de dormir en el baúl del auto, y en ese plan visitaron varias provincias del norte argentino.
Una de las elegidas fue Tucumán, que proyecta una temporada de verano con un movimiento superior al de 2019, en épocas de prepandemia. El mejor ejemplo se vivió el último fin de semana largo, donde según los datos de la Asociación Tucumana de Agencia de Viajes y Turismo, la ocupación fue del 89 por ciento. “Nos gusta viajar, hacer senderismo y algo de aventura también. Es una suerte de turismo de lo que viene, y no cabe duda que después de la pandemia mucha gente quiere estar al aire libre, sin amontonarse en lugares cerrados y más en contacto con la naturaleza. Además, viajar al exterior es algo casi prohibitivo a nivel económico, y nuestro país tiene muchísimos lugares increíbles. Creo que el turismo local va a crecer como nunca”, opinó Pereyra.
Lo que intuía este viajero, que partió de la localidad bonaerense de Pilar para recorrer la región Norte del país, fue una convicción que resonaba en el sector turístico desde hace varios meses, cuando se comenzó a vislumbrar el momento de la reapertura. Ahora, de cara a la temporada de verano, Tucumán salió rápidamente a marcar la cancha, con una oferta que va mucho más allá de ese atractivo emblemático y cultural de la provincia, a la que algunos solo asocian con la Casa Histórica de la Independencia.
Contraste de paisajes
“Nos quedamos sorprendidos con la diversidad del paisaje –indicó Marina Piccinin–. Pasás de un verde frondoso como el que podés ver en Misiones a una tierra árida con clima seco. También las montañas, el circuito de los Valles Calchaquíes, y todo relativamente cerca”, dijo. Tiene razón: con 22.524 km cuadrados, su ubicación en el mapa la benefició en materia de diversidad y contrastes.
Después del golpe que la industria del turismo sufrió por el aislamiento y las restricciones impuestas por el Covid-19, todos los que trabajan en el sector coinciden en que la que viene puede convertirse en una de las mejores temporadas de la historia. Hoy, el impacto del turismo en Tucumán ronda el 3% de su PBI, y el objetivo de Sebastián Giobellina, presidente del Ente Tucumán Turismo, es recuperar o, incluso, superar esa marca para 2022. De hecho, de acuerdo con la estimación del Observatorio Turístico provincial, el verano que se avecina será mejor que el de 2019. Un dato significativo: en el boom de pasajes económicos en tren que salieron a la venta hace quince días, para este destino ya está todo agotado, de acuerdo con la información aportada por Trenes Argentinos. “Quedaba algo suelto para febrero, pero ya está vendido”, confiaron fuentes de la compañía de trenes.
Parte de esa estrategia, señala Giobellina, está en el impulso del turismo rural comunitario, de aventura y el senderismo, con nuevos circuitos y la construcción de infraestructura específica de servicios para el visitante. También en la expectativa de que Tucumán se convierta en un destino donde la gente se quede más días antes de ir hacia otro lugar. Pretextos para demorar la partida hay de sobra, y uno de los rincones escondidos que vale la pena conocer es Talapazo, un pequeño pueblo a siete kilómetros al oeste de la ruta nacional 40, dentro del recorrido de los Valles Calchaquíes.
Frangollo, pan casero y café de higo
El frangollo, un guiso a base de maíz, zapallo, cebolla de verdeo y pimentón, es la especialidad de Paola Agüero, la cocinera que recibe a los turistas más intrépidos que llegan a Talapazo, donde viven familias descendientes de la comunidad Quilmes. Hace algunos años, además del cultivo de papa, zapallo, algarroba, un sinfín de hierbas medicinales que naturalmente crecen en la zona y la cría de cabritos y de algunas ovejas, los habitantes de esta localidad empezaron a impulsar el turismo rural comunitario.
La aldea está a unos 2100 metros de altura. Incluso, durante el viaje se llega en algunas zonas hasta los 3040 metros. Por eso, lo primero que hace Agüero es ofrecer un té de cedrón, incayuyo y muña, para aliviar algún mareo o dolor de estómago. “Somos unas 25 familias que aún vivimos en un asentamiento de los años 800 d.C., escenario de invasiones y conquistas. Mucho se ha perdido de la cultura y las costumbres de nuestros antepasados, y la idea es rescatar todo eso. No queremos que desaparezca nuestra tradición coplera, ni la lengua kakán ni las recetas de las abuelas. Por eso, decidimos quedarnos en el pueblo y ofrecer todo esto al que quiera venir a visitarnos”, cuenta Sandro Llampa, que tiene 34 años y un hijo de 5 y que es el guía oficial de Talapazo.
Con él se pueden hacer varias excursiones por senderos de la zona, como el camino a la antiguas minas, unos 4 kilómetros de ida y vuelta que pueden resultar sencillos, depende de la capacidad aeróbica y pulmonar de cada turista, y el sendero a la cascada, de unos 7 kilómetros de ida y vuelta y una dificultad media o el sitio arqueológico Talapazo, en el que se demora unas 2 horas en todo el paseo y que no requiere de un gran esfuerzo físico.
Antes, contó Llampa, salvo algún turista suizo o alemán, el pueblo no recibía demasiadas visitas. Pero desde que comenzaron con las capacitaciones del Ente Tucumán Turismo hace casi dos años, el movimiento creció. “Hace poco vino una pareja de Córdoba a pasar su luna de miel acá, algo que nos llena de orgullo –dijo–. Por ahora, entre todas las casas del pueblo podemos alojar a unas 20 personas, y también ofrecemos nuestras comidas típicas, como el frangollo, las empanadas o el locro. Y si vienen con chicos hay muchas actividades para hacer en familia”, propuso.
El hospedaje por persona en Talapazo, con desayuno incluido, cuesta 800 pesos, y si a eso se le suma el almuerzo, altamente recomendado, el precio por visitante es de 1300 pesos. Una docena de empanadas, para salir en plan de trekking y hacer un picnic en medio de la montaña, cuesta 500 pesos. Todo con sabor casero. Al trabajo de los Agüero y la familia Llampa, se sumó hace poco Rubén Soria, que tiene su emprendimiento de café, con variedades atípicas y bien autóctonas como el café de higo, de algarroba y de tusca, una planta medicinal. “Nuestros abuelos ya hacían este tipo de café, molido en la pecana [una piedra que también se usa en lugares como Perú y Bolivia para moler los alimentos] y secada al horno”, contó.
Talapazo tiene lo que cualquier viajero amante de la aventura y de los paisajes vírgenes puede anhelar. Hay cascadas naturales, sitios arqueológicos y travesía inédita por minas donde se extraía la mica. La vida en comunidad y el contacto diario con la tierra marcan el compás del pueblo, en una economía que aún es de subsistencia rural. Pero Talapazo, poco a poco y como cientos de pueblos tucumanos, también quieren abrirse al turismo.
“Nos conocen como el Jardín de la República –admitió Giobellina–. Pero a partir de ahora nuestra intención es crecer en otras actividades, como el senderismo y el turismo aventura. De hecho, nuestro stand de la próxima Feria Internacional de Turismo [que se realizará del 4 al 7 próximos, en La Rural] tiene que ver con eso”. La apuesta ya está hecha.
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