“Turismo espontáneo”, “regateo” y “mal humor”: cómo veranean los argentinos con más de 200% de inflación
El inicio de la temporada de verano 2024 está marcado a fuego lento por un radical recorte en el gasto y la puesta en práctica de alternativas que permitan maximizar el ahorro sin descuidar lo esencial
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“Una temporada atípica”, así lo describe Pedro Marinovic, presidente de la Asociación Empresaria Gastronómica y Hotelera de Pinamar (AEHGP). El impacto de la crisis económica y la escalada inflacionaria -el Índice de Precios al Consumidor de diciembre fue de 25,5% y 2023 terminó con un avance acumulado del 211,4%- no se materializó únicamente en un drástico descenso de la ocupación en la Costa Atlántica y la constante remarcación de precios en todos los rubros. Produjo además una especial metamorfosis en las costumbres y conductas de los turistas que, año tras año, pasan el verano en las playas de la Argentina.
“Normalmente, el turista de Capital Federal y del Gran Buenos Aires suele llegar con cierto mal humor a una de las ciudades más tranquilas de la costa bonaerense, como lo es Pinamar. Pero después de unos días se le pasa. Bueno, esta temporada no es así. La gente llega y el mal humor continúa”, admite el titular de AEHGP, entidad que agrupa alrededor de 170 hoteles distribuidos en todas las localidades del partido. “El golpe de la economía pegó fuerte”, suma en diálogo con LA NACION.
Uno de los pocos hábitos que la volatilidad actual no logró alterar -por lo menos en lo que a la primera quincena refiere- es la elección del auto o micro como medio predilecto de transporte. “Más del 70% de los porteños, bonaerenses, santafesinos, cordobeses, salteños y tucumanos que hoy deambulan por Pinamar llegaron en vehículos propios y alquilados. Otro 20% lo hace a través de buses que, más allá del costo del pasaje -un ticket desde Buenos Aires ronda los $40.000-. El porcentaje restante se inclina por el tren, otra opción que ganó terreno por la gran rentabilidad del boleto, que se acerca a los $2300 si partís desde la Provincia”, precisa Marinovic.
Fuera de aquella excepción, las viejas usanzas dieron un “giro de 540 grados” -como diría el presidente Javier Milei- este 2024.
“Si entra una reserva de 7 días, aplaudimos todos”, dice Alfredo Baldini, presidente de la Cámara Empresaria de Turismo de Pinamar, mientras habla con este medio. El promedio de estadía en Pinamar, Cariló, Valeria del Mar y Ostende cayó a cuatro noches y la ocupación oscila entre 65 y 75%. Sin embargo, a pesar de tratarse de un gran retroceso con respecto al año pasado, ya que la primera quincena del 2023 sobrepasó el 90% de ocupación, la novedad no radica allí.
“A la luz del declive en el número de reservas, el bajo porcentaje de ocupación y el aumento constante de los precios, una particular modalidad se acrecentó en la costa: la del ‘turismo espontáneo’”, evidencia Marinovic. Y explica en qué consiste esta nueva tendencia, que tiene origen en el escenario de crisis que afronta el país: “En diciembre, un gran número de hoteles de la Costa Atlántica pusieron en marcha una campaña para promocionar la disponibilidad de habitaciones. Eso llevó a familias a, de un día para el otro, subirse al auto con los chicos, cargar unos paquetes de hamburguesas, venir a buscar precios de hospedaje y quedarse uno o dos días”.
Esa misma espontaneidad no se reflejó, por ejemplo, en el sector gastronómico. “Hay una seria restricción del consumo”, afirman dos de los principales representantes del sector turístico acuñaron para analizar el comportamiento de los vacacionistas cuando de comer afuera se trata. Incluso, uno de ellos habló en términos del actual mandatario y líder de La Libertad Avanza (LLA): “Está todo en modo ‘oferta, demanda’. Hay mucho regateo”.
“La mayoría desayuna fuerte, come liviano al mediodía, toma mate y a ‘tirar’. Las salidas son un verdadero lujo, y una marcada diferencia con la temporada pasada; antes los turistas entraban a un restaurante, pedían, pagaban y se iban. Ahora, se acercan a los locales gastronómicos, agarran folletos y los analizan detenidamente. Preguntan por referencias de lugares baratos. Algunos llegan a sentarse en una mesa, ven los precios de la carta y abandonan el lugar”, constatan desde AEHGP.
El inicio de la temporada de verano 2024 está marcado a fuego por un recorte en los gastos, desembolsos que ya de por sí son bastante abultados, como señala el presidente de la Asociación Empresaria Gastronómica y Hotelera de Pinamar, Juan Ignacio Serra: “Una pareja que planea venir a la Costa Atlántica por un término de cuatro días acá, si tomamos como referencia un hotel dos estrellas con desayuno, la sombrilla en la playa y las comida del día, gasta fácilmente $500.000″.
“Una temporada atípica”, repite Marinovic. Y no parecería mejorar, de acuerdo a los pronósticos de Baldini. “En enero, vamos a terminar, con mucha suerte, con un promedio del 70% de ocupación contra el 95% del año pasado. Significa un 25% menos de turistas. Están todos a las puteadas (sic) y no tenemos revancha”, lamenta el presidente de la Cámara Empresaria de Turismo de Pinamar.
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