Tucumán: el conmovedor reclamo de los familiares de las víctimas, a un año del derrumbe de un edificio histórico
SAN MIGUEL DE TUCUMAN.- "No fue un vientito que lo tiró todo. Fue una mala praxis. Los responsables tienen que responder". La voz de Lucrecia Augier suena combativa del otro lado del teléfono porque está liderando una lucha que exige toda su energía: convocó a una marcha para pedir justicia hoy, a las 20 en la Plaza Independencia de Tucumán, a un año del derrumbe del ex cine-teatro Parravicini, donde murieron tres personas, entre ellas, Cora Sosa, su suegra y Miguel Morandini, su pareja desde hacía cinco años, el amor de su vida.
Como todos los miércoles, el 23 de mayo del 2018 Miguel llevó a Lucrecia al terciario en el que daba clases de 19.30 a 22.30. Al despedirse, le dijo lo mismo que siempre, "te busco diez y media", y ella le dijo "sí, mi amor". Como todos los miércoles, mientras ella daba clases, él hizo tiempo en la casa de su madre, María Cristina, de 80 años, o "Corita", así la llamaban todos los que la querían. Muchos. Pero ese día, Miguel y su madre alterarían levemente la rutina. Irían a comprar una funda para el celular en una tienda que quedaba exactamente al lado del Parravicini. Así es la fatalidad.
El Parravicini estaba siendo refaccionado por la empresa Antonio José Fortino Construcciones SRL. A las 20.30, sin indicios previos, se vino abajo. En los escombros yacieron los restos de Miguel, Corita y Víctor Aranda. La noticia se difundió rápidamente vía redes sociales puesto que el siniestro ocurrió en pleno centro de la ciudad de Tucumán, en una hora pico de tránsito, en una calle de compras y de cafés.
En un intervalo de sus clases, Lucrecia prendió el celular y vio que uno de sus grupos de Whatsapp comentaba la noticia. Cuando vio la foto del Parravicini derrumbado sintió que se iba a desmayar. Llamó a Miguel dos veces. Llamó a Corita una vez. No hubo respuesta. Y supo que estaban ahí. "Me fui hasta la puerta del instituto y me puse en cuclillas porque estaba muy descompuesta. Llamé a mi hija, le dije Carla, por favor, vení que me siento mal. Cuando llegó me dijo que estaba llamando a Miguel para avisarle lo que me había pasado. Le dije no te va a contestar porque está en ese derrumbe".
"Fuimos hasta la esquina del Parravicini, que a esa hora ya era un revuelo. No me dejaron pasar. Ni a mí ni a mi hija. Me informaron que los heridos iban al Centro de Salud. Pasamos por la casa de Corita. Estaba a oscuras. Yo ya no podía hacer nada. Fuimos al Centro. Llegaron los heridos. A las 10.30 Miguel me tenía que buscar del Terciario. No fue. ¿Viste que no fue?, le dije a mi hija. Yo ya sabía. Cuando me dijeron ‘por favor, Lucrecia, ¿me acompaña por acá?’ y vi que los que me hablaban no eran médicos… Ya no había forma de que piense que él estaba vivo. Ahí, en una salita pequeña, me dijeron por favor siéntese. No necesitaba que me dijeran nada. Por favor siéntese, me pidieron. Sí señora, él está muerto y su mamá también". Lucrecia puede repasar hoy los hechos en detalle en voz alta, y puede simular fortaleza. Pero por dentro su vida se vino abajo con la misma virulencia con la que cayó el edificio que se llevó la vida de su amor.
"A partir de ahí no existí. Hubiera deseado morirme. Yo soy una excelente madre, pero es mentira eso de que por los hijos uno desea seguir. No estoy tan convencida", aclara. Sin embargo, la lucha por justicia la mantiene activa. No es querellante en la causa, porque ya tomaron ese rol los hijos de Miguel, pero fue la que levantó la voz para reclamar, con acciones en las redes sociales y en los medios, y ahora, con esta marcha a un año sin demasiadas novedades: sólo se supo que está imputada la empresa. Ni rastros de responsabilidades del Estado. "No me quita el dolor de todos los días, pero estoy más fuerte. Aún no tengo ganas de seguir viviendo. Pero estoy en pie, trabajando. El reclamo, lo que uno pueda hacer en pos de que no se repita, ayuda en la etapa de recuperación. Ayuda al corazón. Lo que no ayuda es que no haya justicia. Es un deber que responda el Estado. Hay miles de causas que quedan impunes. Pero si no hacemos algo básico como pedirlo, nunca va a pasar nada. Lo menos que puedo hacer por el amor de mi vida es reclamar justicia. Es lo menos".
En qué está la causa
Según pudo saber LA NACION, están imputados en la causa por estrago culposo los dueños de Antonio José Fortino Construcciones SRL, a cargo de la obra para refaccionar el ex Parravicini, que implicaba transformar el edificio en dos locales comerciales con estacionamiento, conservando la fachada. "Se estableció casi el total de las indemnizaciones de las personas con derecho. Faltaría atender la de una joven, que nunca se presentó en la causa y se la está buscando", dijo a LA GACETA Arnaldo Ramón Ahumada, abogado de la firma.
En tanto, el fiscal que instruye la causa, Diego López Ávila, dijo al diario tucumano que las pericias demostraron que la fachada se cayó porque la firma Fortino modificó la estructura del edificio sin estudiarlo y sin tomar precauciones, y comunicó que la Municipalidad de Tucumán no había autorizado esos cambios estructurales. Según el fiscal, la empresa sólo había recibido un permiso de obra para arreglar las partes superficiales del edificio.
"La culpabilidad es de la empresa privada. Pero el reclamo le cabe también a la Municipalidad por no hacer los controles. Creo que cualquiera me daría la razón de que la Municipalidad tiene la responsabilidad de controlar. En esa y en cualquier obra. Después de ese día empezaron a cuidarse otras obras, a poner controles, barras, a reclamar si había fisuras, de lugares públicos y de obras privadas. Es un hecho que hay construcciones y no hay controles", denunció Augier.
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