Tres claves y los errores más comunes que hay que evitar para que el bebé logre dormir bien
Cada vez más familias recurren a asesores, “sleep coach” o pediatras especializados en el descanso de los niños para mejorar la cantidad y calidad de las horas de sueño
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Iván y Carolina son padres de Galo, de seis años, y de Blas, de un año y cuatro meses. Después de probar sin éxito diferentes técnicas para dormir a su hijo menor, como el “ruido blanco” —un sonido constante y monótono— y el oscurecimiento total de la habitación, optaron por consultar a una consultora de sueño para que los ayudara con el descanso de su bebé. Consideraban que su hijo seguía sin dormir bien. La especialista les proporcionó un esquema progresivo con distintos consejos para que pudieran aplicar en su rutina nocturna. Y funcionó.
La experiencia de ellos se replica en cada vez en más familias que buscan guía y asistencia para mejorar los hábitos de descanso de sus hijos. Para Sol María Segura Matos, neuróloga infantil y especialista de la Unidad de Medicina del Sueño del Hospital Fleni, “entre un 30 y 40% de las familias ven un problema de sueño en sus hijos”. Y si bien aclara que “puede ser algo muy subjetivo”, dependiendo de la forma en que cada padre y madre concibe el descansar de sus niños, detalla que las principales consultas se dan por despertares nocturnos y por la resistencia de sus hijos a la hora de dormir.
“Una de las cosas que más padecen las familias es que sus bebitos se despiertan mucho en la noche”, explica a LA NACION Majo Lodola, psicóloga especialista en niños y consultora de sueño. Además, detalló que la forma en que se aborda la asistencia es “escuchando a la familia, al bebé, y conociendo su temperamento para poder pensar en una técnica que esté en consonancia con los deseos de esa madre y ese padre, de su filosofía de crianza”.
Un buen sueño nocturno
Si bien los especialistas coinciden en que “no hay una fórmula mágica”, todos llegaron a las mismas recomendaciones para mejorar las condiciones de descanso de niños y bebés: asegurar y promover el descanso diurno, fijar una rutina nocturna, y cuidar el ambiente de sueño en función de que sea fresco, oscuro, silencioso y seguro.
Asegurar el sueño diurno
“Lo primero es ver los requerimientos de sueño para cada edad, dado que hay determinada cantidad de horas que un bebé debería dormir”, especifica Segura Matos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los bebés de 0 a 3 meses de edad deben tener de 14 a 17 horas de sueño, de 12 a 16 horas los menores de 4 a 11 meses de edad y de 11 a 14 horas de sueño los niños de 1 a 2 años. “Hasta los tres años, el sueño está distribuido entre sueño nocturno y siesta. La cantidad de siestas varía según la edad de ese bebé”, detalla la neuróloga infantil
Además, precisa que la manera de saber si un bebé está recibiendo la cantidad de horas de sueño necesarias es prestando atención a “si está irritable, si no consolida los aprendizajes, o si le cuesta estar despierto durante el día”.
En la misma línea, Lodola advierte que si es un bebé que aun duerme siesta, es importante identificar y reconocer las señales de sueño para invitarlo a dormir durante el día: “Es muy común que un bebé llegue sobrecansado a dormir de noche. Cuando un niño se mantiene más tiempo despierto del que puede estar, entonces ahí se hace muy difícil que concilie el sueño”.
Generar una rutina nocturna
“La rutina de noche es fundamental para acompañar al bebé a dormir con pasos predecibles que los ayuden a saber qué es lo que viene. Eso los calma —explica Lodola—. Es el momento de separarse de mamá, papá o cuidador y eso tiene que ser un lindo momento, por eso es importante cuidar el clima emocional en esa casa antes del momento de dormir”.
La consultora de sueño Luciana Jinchuk coincide en lo fundamental de establecer un esquema para el momento de acostar y dormir al bebé e introduce el concepto de “reloj circadiano”, con el que los seres humamos experimentamos cambios mentales, de comportamiento y fisiológicos durante las 24 horas del día. “Si acuesto al bebé en diferentes horas todos los días, va a vivir en un constante estado de jet lag [descompensación horaria]. Es por eso por lo que es importante mantener rutinas. Hacer del sueño del bebé algo sagrado”.
No obstante, la especialista aclaró que “hay que ser flexible” y propuso la regla de 5/7: “No pasa nada si un día dormís más tarde a tu bebé, pero tratá de cumplir cinco días a la semana”.
Optimizar la higiene del sueño
Para las especialistas, el ambiente en el que se desarrolla el sueño del bebé es clave para asegurar la calidad de su descanso. Segura Matos habla de cuatro ejes fundamentales a tener en cuenta para preparar el espacio en donde va a dormir el bebé: oscuridad, silencio, temperatura adecuada y seguridad. Además, la médica neuróloga advierte que las familias cuiden de estos aspectos también en los despertares: “No estimularlos y tratar de mantener el ambiente oscuro y silencioso para que vuelvan a conciliar el sueño rápidamente”.
En el caso de Iván y Carolina, además de favorecer el descanso del bebé —y el de toda la familia—, querían destetar a su hijo Blas durante las noches. Fue a través de una conocida que llegaron a Majo Lodola, parte del equipo de Lucila Pistiner.
“Nos recomendó que le digamos al bebé que nos íbamos a ir a dormir, que le dijéramos ‘chau’ al día, ‘chau’ a la luz y que estaba por venir la noche. Le jugábamos un ratito en la cuna, le dábamos una teta y después se dormía en su cuna en el cuarto nuestro”, cuenta Iván.
“La primera vez que se despertara iba a estar yo, hasta los despertares de las 2 de la mañana. Después la mamá. A medida que pasaban los días, íbamos aumentando las horas de atención del padre, hasta llegar a las 6 de la mañana”.
Cuando los bebés que se despiertan porque demandan la presencia de los padres se llama “despertar nocturno aprendido” y cuando los bebés se despiertan para dormir con la teta o con la mamadera se llama “alimentación nocturna aprendida”. Para el médico pediatra y especialista en trastorno del sueño Martín Gruenberg, un 70 o 75% de las consultas son por estos dos problemas.
Los errores más comunes
Para Gruenberg, autor del libro ¡Vamos a dormir! Cómo prevenir y solucionar los problemas del sueño de tu hijo sin culpa y según su edad, y con más de diez años de trabajo en consultorio, el error más común en referencia a estos dos problemas más frecuentes es dormir al bebé en brazos, paseando o con mamadera y luego acostarlo dormido en su cuna. “Cuando se despierta, el bebé se encuentra en un lugar desconocido para él y va a llorar pidiendo el mismo estímulo que lo durmió la primera vez. Los bebés cuando se duermen recurren a algo que se llama objeto ‘transicional’, un objeto que los acompaña en la transición entre estar despiertos y estar dormidos”, dice.
Y precisa: “Los bebés tienen despertares que son normales cada dos o tres horas. Si el objeto transicional con el que se durmió está en alguno de esos despertares, se podrá volver a dormir solo sin necesidad de estímulos”.
Otro de los desaciertos que se repiten y que dificultan un descanso óptimo del bebé es la idea de que el agotamiento va a posibilitar un sueño profundo y sin interrupciones. “Se tiene esta idea de ‘agotarlo para que duerma’. Puede sonar contraintuitivo, pero si hay sobreagotamiento, hay exceso de cortisol que le genera estrés al bebé. El niño está en estado de alerta y por eso se le va a dificultar conciliar el sueño y va a tener más despertares”, advierte Lucila Pistiner, consultora en sueño infantil y crianza con 138.000 seguidores en Instagram.
Modificar el lugar en el que el bebé duerme de manera constante es otro de los hábitos comunes que los especialistas desaconsejan. “Una vez que decidimos dónde va a dormir, es muy importante que, en lo posible, duerma siempre ahí. Si durante el día duerme sus siestas en huevito, sillón, cochecito sin usar su cuna para ninguna siesta, y por la noche recién lo acostamos en la cuna o cama, difícilmente entienda para qué es la cuna”, reflexiona Liliana Bellomi, consultora de sueño de bebés.
Del “duérmete niño” al sueño respetado
Pistiner repite que en los abordajes de su equipo se respeta la dinámica familiar, los deseos de las familias y sus objetivos. Así, habla de evitar fundamentalismos, y de mejorar las condiciones de sueño sin imponer nada.
En ese sentido, Lodola explica que la diferencia entre las técnicas como el “duérmete niño”, en la que se dejaba llorar al bebé hasta que se calmara solo, y las recomendaciones de hoy, es que en la actualidad se incluye la empatía y la escucha. Lo que cambió es que en la actualidad son técnicas mas graduales, en donde se puede incluir el colecho, se puede no ser tan drástico, y tomar caminos más progresivos para llegar al mismo objetivo”.
En sus abordajes, el bebé siempre es pensado en una dinámica familiar. “Todo se tiene en cuenta: se escucha a la familia, si tiene hermanos, si comparten habitación, si duerme con los padres, entre otras cosas”.
Por su parte, Segura Matos indica que las técnicas antiguas son de índole conductual, que terminan siendo efectivas porque en un corto período de tiempo se consiguen buenos resultados, aunque puntualiza que se demostró que a largo plazo pueden perpetrar estrés en el bebé.
En cambio, precisa que los abordajes de ahora son estrategias más graduales, respetando los tiempos del bebé y los resultados no son tan automáticos. “Muchas veces los padres están muy agotados y abandonan el camino porque no ven resultados rápidos. Son de largo aliento y por lo general los primeros días son difíciles, es un ejercicio”.
Esmeralda Llamazares, mamá de Silvestre, acudió a una psicopedagoga para mejorar el sueño de su bebé cuando tenía siete meses. “Tenía muchos despertares nocturnos. Dormía muy mal. Ahí hablé con Milu, que es una psicopedagoga. Me dio una mirada mas amplia: trabajé en la independencia de Silvestre y me ayudó a diferenciar entre llanto y queja. Si había llanto sí intervenir y consolar. Cuando había queja, dejar que se queje porque no pasaba nada, no había angustia”, detalla.
Respecto de las técnicas más antiguas, Llamazares dijo: “Nunca pude dejarlos llorar mucho tiempo. Mi idea fue buscar a alguien que tuviese una mirada más abarcativa, y que me ayudara acompañando el crecimiento de Silvestre”.
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