Trenes con demoras: “Estoy muy cansado, solo quería llegar a casa y dormir, y ahora no sé si buscar un bondi, si esperar”
Por una protesta gremial de La Fraternidad, los trenes funcionan más lento; la medida afecta a más de un millón de usuarios para un día hábil normal
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El médico Lucas Barbosa se inclina hacia las vías desde el borde del andén de la estación de Morón con la esperanza de divisar el próximo tren. Lo espera desde hace 30 minutos. Viene de una guardia de 12 horas en una clínica de la zona, y tiene que viajar a Once y luego tomarse un colectivo hasta Barrio Norte, donde vive.
“Estoy muy cansado. Todo lo que quería era llegar a casa y dormir. Y ahora no sé qué hacer, si buscar un bondi, si esperar. El tren anterior vino tan lleno que no entré”, cuenta, a eso de las 8:30.
El tren finalmente llega media hora después. Pero, incluso antes de que frene del todo, la problemática se hace evidente: en sus vagones no hay lugar para la multitud de usuarios que esperan subir. La puerta se abre y los usuarios se agolpan para lograr subir. La puertas se cierran, pero no del todo: se traban con los hombros y los pies de quienes no están dispuestos a esperar el próximo tren, hasta que algunos se acomodan y otros se dan por vencidos. Abajo, sobre la plataforma, quedan la mitad de los pasajeros que esperaban el tren, entre ellos, nuevamente Barbosa, quien entonces decide marcharse y combinar colectivos. “Voy a tardar horas en llegar a casa”, dice abatido, antes de partir.
Es tal el retraso de los trenes y la acumulación de pasajeros en las estaciones que la hora pico se desdibujó y, pese a ya ser las 9, los andenes de Zona Oeste no se vacían en ningún momento.
Las complicaciones en el transporte se deben a una medida de fuerza impulsada por 24 horas por La Fraternidad, uno de los gremios más importantes del sector ferroviario Si bien los trenes de las líneas metropolitanas están operativos, las unidades circulan a un máximo de 30 kilómetros por hora, a la mitad de la velocidad en una jornada normal. Esta forma de reclamo, que afecta a más de un millón de usuarios para un día hábil, implica que los servicios de las distintas líneas ya estén funcionando desde temprano con demoras de entre 30 y 50 minutos.
COMUNICADO DE PRENSA. pic.twitter.com/19WN7c3yXx
— La Fraternidad (@FraternidadArg) May 28, 2024
Desde la empresa Trenes Argentinos informaron a LA NACION que el promedio de velocidad habitual varía entre los 60 y 80 kilómetros, algo que depende del tendido de vías. “La circulación a baja velocidad implica un incremento considerable de los tiempos de viaje, lo que genera demoras para los pasajeros”, enfatizó la compañía. También se resaltó que “adicionalmente, las llegadas a cabecera tardías, por los retrasos en la circulación, implica cancelaciones de servicios porque no pueden cumplirse los diagramas del personal de abordo”.
En la estación Castelar, también del ferrocarril Sarmiento, la pantalla que anuncia la llegada de los futuros trenes en dirección a Once está vacía. “Próximo tren: 0; Siguiente tren: 0; Subsiguiente tren: 0″
La multitud de pasajeros que esperan sobre el andén se miran entre ellos, preguntan a los empleados del Trenes Argentinos, pero no obtienen novedades sobre la próxima formación. Cuando la ven llegar, a una velocidad mínima, la duda pasa a ser otra: si subirse o no. El tren, al igual que el anterior, y al igual que el próximo, llega colmado de pasajeros.
“Era imposible subir, no entré. No se puede viajar así”, dice el vecino de Morón Sur Juan Cruz Bogado, de 39 años, quien ni intentó subirse a la fuerza a la última formación. Prefiere esperar al próximo, pese a que va a llegar tarde a su trabajo, en un local de cosméticos de San Justo.
Para la mayoría de quienes esperan, tomarse un transporte alternativo hasta Capital no es opción: o implica demasiadas combinaciones de colectivo, o es muy caro. Carlos Carreras, que tampoco pudo subirse a la formación anterior, mira alternativas en el celular. “Podría tomarme un Uber, pero me sale 8000 por la alta demanda. Ya me tomé un Didi desde mi casa hasta acá, y me salió 5000, y no me lo paga el trabajo”, dice el pasajero, que viaja hasta Once.
“El médico le dijo ‘hacé reposo’, y acá estamos, esperando eternamente”
Mónica Gómez se cubre la boca con una bufanda. “Estoy engripada –explica–. Me siento medio mal todavía, pero no puedo faltar al trabajo hoy porque es el último día del mes, y tengo que liquidar salarios”, afirma la vecina de Morón, de 50 años, que viaja en tren hacia Flores, como todos los días.
Tampoco puede llegar tarde. “Aunque el próximo esté lleno, me subo igual. No puedo seguir esperando. Hace tres días que no trabajo por gripe”, anticipa, pocos minutos antes de tener que hacer fuerza para subirse al tren que sale lentamente de la estación, en dirección a Once. Normalmente el trayecto llevaría uno 30 minutos, pero debido a la reducción de la velocidad, los trabajadores de Trenes Argentinos anticipan, por lo menos, 20 minutos extra.
La llegada a la estación de Once es más caótica que de costumbre, y la partida desde esta terminal hacia zona oeste se hace esperar 50 minutos. Ese es el tiempo de espera que tienen los pasajeros que llegaron primero a la terminal y que ahora forman largas filas sobre la pasarela.
“La espera es complicada por mi esposo, que está enfermo, tiene problemas del corazón. Recién salimos del Favaloro y el médico le dijo ‘hacé reposo’, y acá estamos, esperando eternamente”, dice Gloria Padilla, de 60, mientras sujeta del brazo a su marido, de 70. Para llegar a su casa deben tomar el tren hasta Ciudadela, un recorrido que normalmente es de un aproximado de 20 minutos, pero hoy ya les lleva más de 45 minutos, solo de espera, y luego un colectivo hasta Caseros.
“Lo que está mal es que la medida de fuerza nos afecte a nosotros, los pasajeros. Al menos nos deberían dejar viajar gratis, estamos pagando un boleto carísimo, y hoy nos están ofreciendo un servicio terrible. Viajamos como sardinas, y tardamos, desde Padua hasta Once, una hora y media, en vez de 50 minutos”, resume Gladys Díaz, mientras baja del tren en Once junto a su hija, que debe rendir un parcial de la facultad.