Fundada en el siglo XVII, la Basílica de San Francisco de Asís está situada en el barrio de Monserrat; en enero de 2017 debió cerrar sus puertas porque tenía graves problemas estructurales
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La Basílica de San Francisco de Asís, situada en Adolfo Alsina 380, en el barrio de Monserrat, reabrió al público tras un proceso de restauración que duró siete años. Este templo, uno de los más antiguos de Buenos Aires, fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1942 y ha sido un emblema de la espiritualidad y el patrimonio cultural de la ciudad desde su fundación en el siglo XVII. En un recorrido de LA NACIÓN, se pudo observar el trabajo que permitió su recuperación.
La historia de la Basílica de San Francisco de Asís se remonta a 1604, cuando los franciscanos, bajo el liderazgo del obispo del Paraguay, fray Martín Ignacio de Loyola, empezaron la construcción del primer templo en Buenos Aires, en el lugar donde hoy se erige la iglesia. El actual edificio comenzó a tomar forma en 1726, impulsado por el jesuita Andrés Bianchi y fray Vicente Muñoz, quienes dirigieron una obra que tenía como objetivo ampliar y embellecer la estructura original. A principios del siglo XX, el arquitecto alemán Ernesto Sackmann introdujo elementos barrocos en la estructura neoclásica. Así aportó detalles que son hoy característicos de la basílica. En 1919, el papa Benedicto XV le otorgó el título de basílica, y se consolidó su relevancia tanto en la comunidad religiosa como en la historia del país.
Uno de los episodios más trágicos en la historia de la basílica ocurrió el 16 de junio de 1955, durante los eventos que siguieron al bombardeo de Plaza de Mayo por parte de sectores de la Armada que intentaban derrocar a Juan Domingo Perón. Ese mismo día, en represalia por el ataque que dejó cientos de muertos, grupos de civiles peronistas incendiaron varias iglesias de Buenos Aires, incluida la Basílica de San Francisco de Asís. El fuego destruyó gran parte del templo, y afectó la cúpula, los vitrales y el altar mayor. A pesar de los esfuerzos de restauración en los años 60, algunas pérdidas, como el retablo original guaraní, resultaron irremplazables. La restauración actual buscó devolverle a la basílica su esplendor tras décadas de deterioro.
El proceso de restauración reciente comenzó en enero de 2017, cuando la iglesia fue cerrada debido a problemas estructurales que comprometían su seguridad. Las filtraciones en los techos, las paredes desmoronadas y los mármoles dañados por la humedad eran solo algunas de las complicaciones que enfrentaban los restauradores. “Cuando ingresamos al templo, nos encontramos con una estructura en estado crítico”, explicó Adriana Mónica de Castro, arquitecta y gerente de Proyecto de la empresa Creaurban SA, encargada de la restauración. “Lo primero que hicimos fue consolidar los exteriores, reparando techos y paredes para evitar más filtraciones. Luego comenzamos con los trabajos en los interiores, que requerían una intervención muy delicada”.
Uno de los mayores desafíos que enfrentó el equipo fue la rehabilitación del monumental tapiz que adorna el altar mayor. Esta obra de arte, creada en 1969 por el artista argentino Horacio Butler, mide ocho metros de ancho por 12 de alto y pesa 300 kilos. El tapiz reemplaza al retablo original, destruido en el ataque de 1955. Titulado La glorificación de San Francisco, el tapiz representa la ascensión del santo a los cielos, rodeado de figuras angelicales. “Es una pieza clave en la restauración de la basílica. Es el más grande de América del Sur y el segundo más grande del mundo en su tipo”, comentó Castro. “Su restauración fue un trabajo monumental, pero fundamental para devolverle a la basílica su identidad”. La obra, que tardó siete años en ser completada, es una representación de la espiritualidad y el legado de San Francisco.
Uno de los aspectos centrales de la restauración fue la recuperación de los vitrales, destruidos durante el incendio de 1955. Las piezas originales, que representaban la vida de San Francisco, se perdieron completamente debido a la explosión provocada por el calor del fuego. “Restauramos los vitrales siguiendo los diseños originales, añadiéndoles vidrios de protección. Fue un proceso delicado, ya que son esenciales para mantener la atmósfera espiritual del templo”, explicó Castro. Además, se realizó la limpieza de las imágenes religiosas y la intervención en dos de los once retablos. “Aún faltan nueve por restaurar, pero estamos satisfechos con los avances logrados hasta ahora. Respetamos los colores y formas para conservar la autenticidad del lugar. El templo ya está listo para recibir nuevamente a los fieles y visitantes”, concluyó la arquitecta.
Fray José Enid Gutiérrez, rector de la Basílica, asumió su cargo hace dos años y fue una de las figuras claves detrás de la reapertura del templo. “Este lugar tiene un significado profundo para todos nosotros”, comentó. “La basílica ha sido un refugio espiritual para generaciones de porteños. La restauración fue un esfuerzo conjunto, y ver a la gente volver a este espacio es muy emocionante. Para nosotros es un nuevo comienzo”, afirmó. La ceremonia de reapertura, celebrada el 17 de septiembre pasado y presidida por el arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, fue un evento cargado de emoción. “La iglesia estaba llena de personas que querían reconectarse con este lugar tan especial. La ceremonia fue muy emotiva, y la bendición de la basílica marcó un nuevo capítulo en su historia”, añadió.
“Es una gran noticia que la Basílica de San Francisco, con su gran valor histórico y religioso, reabra sus puertas. Es uno de los primeros templos de la ciudad, que tanto vecinos como turistas no pueden dejar de visitar”, celebró Fulvio Pompeo, secretario general y Relaciones Internacionales del gobierno porteño, a cargo del área de Cultos.
Durante la visita realizada por LA NACIÓN, varios asistentes compartieron sus impresiones sobre el renovado templo. Adriana Medina, de 65 años, recordó con nostalgia sus visitas a la basílica cuando era niña. “Solía venir con mi abuela, y ver la iglesia así, restaurada, me trae muchos recuerdos. Es como si el pasado hubiera regresado”, comentó emocionada. Jorge Ruiz, de 40, destacó la importancia espiritual de la iglesia para la ciudad. “Este es un lugar de paz, un refugio en medio del caos de la ciudad. Verlo cerrado durante tanto tiempo fue triste, pero ahora, con la basílica restaurada, siento que hemos recuperado algo muy valioso”, expresó. María Laura González, de 32, quien visitaba la basílica por primera vez y quedó impresionada por la majestuosidad de su arquitectura. “Es un lugar increíble. La cantidad de detalles en la decoración, los retablos, las pinturas. Es una muestra del valor patrimonial que tenemos en la ciudad. Es un lugar que todos deberían conocer”, señaló.
El proceso de restauración no estuvo exento de complicaciones. En 2018, un recorte presupuestario detuvo temporalmente los trabajos en el interior de la basílica, aunque los esfuerzos continuaron en los exteriores. “Fue un momento muy difícil porque todos queríamos ver la iglesia restaurada lo antes posible. Afortunadamente, pudimos retomar los trabajos con el apoyo de la comunidad franciscana y el equipo de restauradores”, explicó Castro. Aunque algunos elementos del templo aún no han sido completamente restaurados, la basílica reabrió, y ya se están planificando las siguientes etapas de restauración.
La iglesia está abierta al público de martes a viernes, de 8 a 15 horas, y los fines de semana con horarios extendidos. Los visitantes podrán recorrer el templo, admirar su imponente arquitectura, sus vitrales restaurados y el monumental tapiz que adorna el altar mayor. Además, la capilla de San Roque, ubicada dentro del mismo complejo, también fue renovada y está abierta para ceremonias y actividades religiosas.
Hoy, 4 de octubre, el día de San Francisco de Asís, es una de las más importantes celebraciones para la comunidad franciscana, ya que conmemora la vida y obra de San Francisco, el santo patrono de la orden, conocido por su humildad, devoción y amor a la naturaleza. La fecha es especialmente significativa este año, ya que es la primera vez en siete años que la basílica podrá celebrar el día de su santo patrono con las puertas abiertas. “Esperamos una gran convocatoria. San Francisco es un santo muy querido, y esta será una celebración especial”, concluyó fray José Enid Gutiérrez.
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