Tras los dichos de Kicillof: por qué para los expertos la polémica por el lenguaje inclusivo en las aulas profundiza la grieta
Hoy, el gobernador bonaerense llamó a los estudiantes a tener libertad para expresarse, y así agitó el debate por su uso en las aulas
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La utilización del lenguaje inclusivo en las escuelas sigue provocando polémica. A la medida que lanzó hace dos semanas la ciudad para regular su uso en las aulas se sumó hoy una aparición del gobernador bonaerense, Axel Kicillof , que frente a alumnos de 15 municipios los llamó a rebelarse y a utilizar la forma de expresión que más sientan.
“No nos gusta prohibir. Nos gusta que puedan expresarse, decir lo que sienten, ser libres”, indicó el mandatario. Y sin mencionar a la Real Academia Española (RAE), que rechazó los cambios, ni al lenguaje inclusivo agregó: “Hoy, a tanto tiempo de la Revolución de Mayo, desde España no nos van a explicar las palabras que usamos”. En este contexto, ayer la jefa de Educación Pública del partido de Berisso, Susana Aguirre Ponce, fue abucheada por usar el lenguaje inclusivo durante un acto escolar.
“Acá, en la provincia, también rebelarse es hablar como uno quiere, como una quiere, expresar lo que uno siente”, dijo Kicillof que sin mencionarlo directamente se refirió a la medida que tomó Horacio Rodríguez Larreta el 9 pasado. Horas después, el director de Cultura y Educación bonaerense, Alberto Sileoni, en declaraciones radiales, ratificó los dichos del gobernador: “Dejamos que el idioma fluya porque no se pueden ordenar las olas del mar, no se puede ordenar cómo habla nuestra gente”.
Problemas
Para los expertos consultados por LA NACION la discusión ya no se está dando en el ámbito educativo, sino en el plano político y se metió de lleno en la grieta, mientras, advierten, hay problemas más serios en las aulas, como la discriminación.
“El debate va cayendo cada vez más en una disputa política y se empobrece, porque es si o no, a favor o en contra del lenguaje, y este no es un buen camino para pensar qué se enseña en las escuelas y cómo se enseña. Yo prefiero pensarlo fuera de la grieta”, sostuvo Claudia Romero, profesora e investigadora en Educación de la Universidad Torcuato Di Tella, que relativizó la problemática “que solo se da en la ciudad de Buenos Aires y en el área metropolitana”, porque en el interior del país “no existe el lenguaje inclusivo”.
Los cambios en el lenguaje que fueron sucediéndose en el tiempo se generalizan en la sociedad y luego los ámbitos académicos establecen una normativa, explica Ana Borzone, doctora en Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires e investigadora principal del Conicet. “Fue lo que sucedió con el voceo que se fue expandiendo y la gente lo fue incorporando. Los cambios no se pueden imponer y, por eso, creo que este debate se da en un plano político y no en uno académico, porque fue una propuesta de una corriente”, explicó.
Para Irene Kit, presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos, las palabras de Kicilioff también se tratan de una chicana política “con el deseo de empatizar con los más jóvenes” como una forma de cortar camino sin ocuparse de otros problemas más severos que siguen apareciendo en las aulas.
“Hay que construir más conocimiento sin una postura tomada, sin mostrarse como el más joven, más ‘progre’ o más inclusivo. Me resisto a que digan que esto sea el lenguaje inclusivo porque es muy barato, muy básico, porque siguen habiendo otras formas de discriminar por gordo, por estar fuera de moda, por inmigrante o por ser religioso. Todas esas son interacciones basadas en miradas discriminatorias”, sostuvo Kit.
“Hay que construir conocimiento sobre el efecto que pueden tener en algunos aspectos de la producción escrita y comprensión oral, sobre todo en las edades más tempranas. Los chicos hablan como quieren y lo que menos necesitan es que los adultos les digan cómo hablar. La jerga no necesita ser avalada por una autoridad. Eso de ponernos a decir cómo hablar o expresarse es muy pretencioso”, agregó.
Cambios
Borzone propone “analizar, estudiar e incorporar” los conocimientos antes de opinar sobre los procesos de cambios lingüístico. “Las lenguas cambian, si no estaríamos hablando en latín, pero los cambios no los impone una minoría, sino que se producen y se extienden a toda la población”, razona la especialista. “Cuando una comunidad hablante incorporara el cambio ahí se lleva a una normativa, pero no se puede hacer a partir de una minoría que quiere imponerse ante una mayoría. Las modificaciones en la lengua no se imponen, sino que se adoptan”, agrega.
En la ciudad, la ministra de Educación, Soledad Acuña, explicó en su momento que la normativa lanzada por el gobierno no prohíbe el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas, sino que lo regula dentro de las aulas donde se concentra la enseñanza. Las autoridades porteñas justificaron la decisión basándose en que los docentes debían respetar el idioma español.
Hace algunos días, el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, se refirió al tema en una visita en Uruguay. “Es la sociedad, son los hablantes quienes deciden cómo evoluciona su lengua. Lo decidirán también con el lenguaje inclusivo. La lengua cambia muy lentamente siempre”, dijo. El académico sostuvo que en España no existe esa tensión que aparece en América del Sur.
“Las distintas expresiones y los modos de hablar, de forma coloquial, seguirán estando en las escuelas donde cada uno hablará cómo le parece. Pero a la hora de enseñar y difundir comunicaciones institucionales es esperable que sea bajo los parámetros de la RAE, porque lo que se enseña en la escuela debe tener alguna legitimación científica o de la comunidad de expertos. Todas las enseñanzas deben tener un fundamento por fuera de las preferencias personales”, explica Romero.
En la misma línea, Kit manifiesta que se debe diferenciar el lenguaje coloquial del educativo. “El sistema tiene la responsabilidad de transmitir el dominio de la palabra como un acervo cultural acumulado. Estamos hablando de instituciones como la RAE que dan un paragua común para todos los hispanohablantes y enojarse con que haya una regulación de pautas gramaticales, no es una causa válida”, sostuvo.
Además de las chicanas políticas y del debate por el uso del lenguaje inclusivo corrido del plano educativo día a día surgen episodios relacionados al tema. Como el que ocurrió ayer en Berisso. “Mis querides (sic) estudiantes”, dijo la funcionaria y despertó los murmullos en el salón de fiestas. “En el día a día, debemos construir la democracia que nos ennoblece y conquistar el conocimiento que nos libera, y nuestro futuro y el de las sucesivas generaciones de argentines (sic)”, prosiguió a pesar de los reproches.
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