Trang, la vietnamita que cuando llegó no podía diferenciar a los argentinos
Vino a Buenos Aires en el 2008 por el trabajo diplomático de su padre; apenas sabía unas pocas palabras de español pero logró entrar a quinto año en el colegio Carlos Pellegrini; hoy estudia Economía en la UBA
Cuando se bajó del avión que la trajo de su Hanoi natal a Buenos Aires, Trang Dinh, de entonces 15 años, no podía creer las dimensiones de la ciudad. “Es gigante. Hay muchos espacios en los que no hay nada. Con mi familia nos preguntábamos "¿qué hacen con estos espacios vacíos? ¿por qué no ponen más casas ahí?".
"En Hanoi no podés ni caminar porque es una ciudad muy chiquita, hay un montón de gente y muchísimo tránsito", señala risueña, mientras describe cómo por primera vez en su vida pudo desplegar su paraguas en la calle. “Como en mi ciudad no existen las veredas, el único modo de transporte es la moto o la bici. Aunque vayas a 2 cuadras, sacás la moto”.
Llegó con sus padres y su hermana menor. “Ella tenía 9 años, así que la metieron en la escuela sin saber nada de español, con un diccionario en la mano. Tres meses después empezó a hablar como una porteña”, cuenta.
Trang, en cambio, se quedó un año estudiando español en su casa y preparando el ingreso al Carlos Pellegrini. “Ese año me vino bien para aprender el idioma”, recuerda.
Terminada la secundaria, comenzó a cursar la Licenciatura en Economía en la UBA. En el medio, la misión diplomática de su padre en la Argentina terminó, su familia volvió a Vietnam y ella se quedó hasta, como mínimo, terminar la carrera.
Hoy tiene 23 años, vive sola, continúa sus estudios y trabaja como data analist en una compañía de clasificados online. “Me costó dos años recordar el nombre de todos mis compañeros de trabajo”, confiesa. Cuando llegó a la Argentina le costaba mucho diferenciar a las personas: “Al principio para mí eran todos iguales. Es lo mismo que les pasa a los argentinos que no pueden diferenciar entre un chino, un japonés, un tailandés y un vietnamita”, recuerda.
Consultada sobre sus sueños, no piensa un segundo porque acaba de cumplir el de toda su vida: viajar a Puerto Madryn a conocer las ballenas. “Mi papá trabajó en los noventas acá – participó en la creación de la embajada de Vietnam- y cuando se fue de Buenos Aires los amigos le regalaron una atlas enorme de la Argentina, que llevó a Hanoi. En la página central había una foto de la cola de una ballena. Quedé fascinada. Quería ir, quería verlas. Y lo logré. Fue impresionante”, señala.
Diferencias
¿Qué nos diferencia a los argentinos de los vietnamitas? Para Trang, en primer lugar, que hacemos filas. “Los argentinos son muy respetuosos, hacen filas en todos lados. En Vietnam la gente no hace cola: vas, te metés, empujás y chau. Allá vivimos así”, dice.
Con respecto a la comida, si bien es fanática del asado y las empanadas, lamenta que no existen demasiadas opciones de comida callejera, algo muy común en su país. “Allá hay tantos puestos de comida en la calle que tenés dificultad para elegir qué vas a comer. Acá tengo la misma dificultad, pero porque no tengo opciones”. No come pescado ni mariscos, parte fundamental de la dieta de su cultura. “Siempre me dicen que soy una vietnamita trucha. Si pudiera comería tira de asado, bien finita, todos los días”, asegura.
Otras diferencias llamativas que encuentra entre ambas culturas son el rol de los vecinos y el cuidado de los abuelos. “Cuando era chica vivíamos en un barrio al lado de un río, donde conocíamos a todos los vecinos. En mi casa la puerta siempre estuvo abierta. Acá es muy difícil conocer a un vecino, cada uno se queda en su propio mundo. Casi no conocés a la gente de al lado”, se queja. También encuentra extraño que los abuelos no vivan con sus familias: “En Vietnam, es tu responsabilidad cuidar a tus padres hasta el final”, afirma.
La comunidad vietnamita en Argentina
Es muy pequeña la comunidad vietnamita en la Argentina. Según cálculos de Trang, que participa en actividades del Instituto de Cultura Argentino Vietnamita (que acaba de cumplir 20 años), la última vez que se juntaron todos eran alrededor de 200 personas. De ellas, aproximadamente 40 viven en Buenos Aires. Trang los conoce a casi todos. “Voy a eventos que hace la embajada para dar una mano. Es una embajada muy chiquita, donde no hay gente que hable español”.
La edad más común para casarse en Vietnam es alrededor de los 23 años. “La mujer en mi cultura todavía tiene muchas responsabilidades. Una vez que se casa tiene que cuidar a su familia y a toda la de su marido hasta que termina su vida”. En ese sentido, Trang piensa que es una sociedad más machista. “Acá es distinto. Las mujeres pueden trabajar, estudiar, casarse o no: no es algo obligatorio. Lo podés hacer o no”. En ese y muchos otros sentidos, ya se siente más argentina que vietnamita.
¿Qué es lo primero que le contestan los argentinos cuando dice que es de Vietnam? “Me preguntan si soy de Vietnam del norte o del sur”-Se ríe- Yo contesto directamente que soy de la capital, ¡la gente no sabe que la guerra terminó hace 40 años! Entiendo que es un mundo muy distinto y muy lejano”.
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