Tragedia en Barcelona: “Cómo puede ser que por bullying lleven a una nena de 12 años a tomar esta decisión”, dijo el abuelo de las gemelas
Gustavo Lima y su exesposa y abuela de las gemelas están desesperados por lo vivido y en la búsqueda de alternativas para viajar a España
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MAR DEL PLATA.— No para de sonar el teléfono de Gustavo Lima. Una radio, un canal de TV, medios de España. Pero solo le interesa que llegue el mensaje de su hijo, Lucas, para que le cuente cómo va la evolución de Leila, su nieta que sigue internada y grave, en estado de coma, con múltiples fracturas y lesiones internas delicadas tras lanzarse junto a su hermana, Alana, desde un tercer piso del departamento donde vivían en Barcelona. “Ella sigue con nosotros, ahora es nuestro angelito”, cuenta a LA NACION del extremo más trágico de este conmovedor caso.
Con Fernanda Casanga, su exesposa y abuela de las gemelas, están desesperados por lo vivido y también por la búsqueda de alternativas que los pongan en un avión para acompañar de cerca a los padres de las nenas.
“Es increíble que haya llegado a semejante decisión por bullying, porque en el colegio primero la molestaban porque no hablaba catalán y ahora porque había decidido cambiar de género”, explica Lima, sobre una postura que Alana dejó clara y expresa en la carta que dejó en la habitación, con fundamentos de por qué llegó a quitarse la vida. Decisión en la que la acompañó su hermana. “No me quiero morir, jeje…”, escribió Leila, luego de advertir de puño y letra que acompañaría a su hermana en lo que fuera.
En estas poco más de 48 horas que pasaron desde que les avisaron de lo ocurrido, los abuelos paternos van y vienen en busca de la posibilidad de disponer de un pasaje y pasaporte, porque jamás viajaron al exterior. Gustavo es chofer de taxis y sin resto para afrontar el costo del vuelo internacional.
Como primera alternativa le sugirieron abrir una cuenta donde recibir donaciones en busca de fondos para costear el viaje. Mientras dialogaba con LA NACION le llegó una buena noticia: una gestión particular lo pondría en vuelo a Barcelona en las próximas horas. “Tengo que hablar, espero que se de”, dice, ilusionado. Una hora después, confirma que consiguió dinero para pagar el boleto, por si aquel plan falla o se demora. “Ahora espero que me hagan fácil el trámite de pasaporte y Migraciones, quiero estar lo antes que pueda con mi hijo y mi nieta”, dijo ya con bolso en mano, listo para partir desde Mar del Plata rumbo a Ezeiza.
Fernanda, la abuela de las nenas, es la que recibe el último parte de salud de Leila. “Sigue estable”, comenta sobre lo muy escueto del informe frente a una multiplicidad de lesiones: fracturas en ambos brazos, mandíbula y cráneo. Lesiones en un pulmón y sangrado en el hígado, detalla.
Las nenas saltaron al vacío a la hora de la siesta, al regreso del colegio y cuando solo su papá estaba en casa. Cuentan los abuelos que, por datos que recibieron, ambas habían planificado lo que luego consumaron.
Alana, explican, había manifestado su decisión de cambiar de género. “Quería que la llamen Iván”, precisa Lima sobre una situación que había advertido en últimas videollamadas. Ella le había mostrado su nuevo corte de pelo, bien cortito, para que el abuelo le de un OK. “Hermoso, sos mi princesa”, le dijo.
“Cómo puede ser que por bullying lleven a una nena de 12, casi 13 años, a tomar una decisión de estas, no sabía yo que es tan grave cambiar de género”, dijo, indignado por la tragedia, y siempre muy preocupado por la recuperación que pueda tener Leila, que sabe que no será fácil y llevará tiempo.
Amor de hermanas
No le alcanzan los elogios para hablar del amor que se tenían ambas hermanas. “Eran un solo corazón”, dice sobre su relación. Él pudo vivir de cerca esa relación hasta el 13 de marzo de 2020, cuando en vísperas de la pandemia su hijo, Lucas, y la pareja, Maia, decidieron partir hacia Barcelona con las gemelas y Amadeo, el más pequeño, de 10 años. Cambiaron Mar del Plata por el sueño de una vida mejor en España.
Recién en las últimas horas le comentaron detalles del contenido de las cartas que dejaron sus nietas, una cada una. Alana, que murió en el acto, contaba en esas líneas de su situación de no sentirse comprendida y, por si fuera poco, ser maltratada por sus compañeros. Primero porque no hablaba catalán, luego por un giro en su identidad.
Algo de eso también había pasado con el más pequeño de la familia, que como sus hermanas era blanco de bromas crueles de sus compañeros de colegio por cuestiones de idioma. Los padres plantearon la situación a las autoridades y asegura que les respondieron que no era nada grave, que “eran cosas de chicos”.
“Ellas hace tiempo que se querían volver para Argentina, me lo dijeron varias veces, con la idea de regresar los cinco y estar de nuevo con nosotros”, cuenta Lima.
Leila, dice, la siguió y respaldó hasta en esa última decisión. “Su hermana era su amor”, aclara. “Es impresionante la valentía que tuvo para acompañarla a Alana hasta en ese momento”, comenta Fernanda, la abuela, a LA NACION.
Los padres de las nenas son jóvenes. Lucas tenía 16 años cuando Maia, su pareja, quedó embarazada de las gemelas que este 7 de marzo deberían cumplir 13 años. “Nunca le hicieron faltar nada a los chicos, mi hijo dejó de estudiar y se fue a cuidar coches para que tengan siempre un plato de comida y escuela”, resalta Lima.
Ahora no ve el momento de llegar a Barcelona y estar con ellos en el hospital, donde dice que la nena está muy bien atendida, con médicos que la siguen de cerca y a la espera de una reacción positiva. Espera, dice, que pueda ayudar su presencia. “Porque yo, con lo que pasó, estoy muerto en vida”, afirmó.
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