Tragedia ecológica en Corrientes: los incendios llegaron a los Esteros del Iberá y amenazan su amplia biodiversidad
Los especialistas consideran que aún no es posible dimensionar las pérdidas de fauna y flora de uno de los ecosistemas más grandes de la Argentina
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Corrientes atraviesa una crisis de quemas histórica que, por su amplitud territorial y por la velocidad con la que avanza el fuego, es inédita para muchos especialistas. En pocas semanas, desde el inicio de este año hasta ahora, los incendios ya destruyeron cerca de 600.000 hectáreas de los 9 millones totales que tiene de superficie la provincia (el 7% de su territorio), un número que crece a razón de 20.000 hectáreas más por día “en una tendencia lineal y positiva que se incrementa”, según detalló el ingeniero agrónomo Ditmar Kurtz, del INTA Corrientes.
Las quemas, que comenzaron en el centro de la provincia y siguieron en el norte, han afectado porciones importantes del centro norte (San Miguel e Ituzaingó) y del centro sur (Concepción) de los Esteros del Iberá (en guaraní, “aguas que brillan”), un gigantesco macroecosistema de unos 12.000 kilómetros cuadrados que alberga humedales únicos por su altísimo grado de biodiversidad. “Ya se ha perdido muchísima fauna porque no tienen sitio de escape, todavía no podemos dimensionar esto, pero es algo nunca visto”, alertó Cristian Piriz, de la organización socioambiental Guardianes del Iberá. Los Esteros del Iberá albergan especies como el yacaré y osos hormigueros y otras amenazadas como el aguará guazú, el lobito de río, el venado de las Pampas y el ciervo de los pantanos.
Sofia Heinonen, bióloga y directora ejecutiva de Rewilding Argentina, dijo que otro grave problema que deja el fuego es la destrucción de alambrados, que genera consecuencias como la invasión de vacas y búfalos en las zonas protegidas. “Los fuegos no son malos, lo malo es la sequía extrema que provoca incendios de alta intensidad y enormes. Hay que hacer quemas prescriptas para evitar fuegos catastróficos, porque a la Administración de Parques Nacionales le va costar mucho reponer todo ya que se quemaron unos 200 kilómetros de alambrados. Un parque lleno de vacas pierde los valores de conservación y también su atractivo turístico”.
Sebastián di Martino, director de conservación de Rewilding, agregó que “los pastizales dependen de que se produzcan fuegos cada tanto para subsistir”, pero que eso no es lo que está pasando esta temporada ya que los incendios “se están produciendo todos muy de golpe”. “El problema es el cambio climático que genera estos eventos extremos y vuelve todo desproporcionado”, apuntó.
Sequía y fuego en la tierra del agua
Una sequía interminable con lluvias muy por debajo de lo normal, la bajante que afecta a los ríos de la cuenca del Plata desde mediados de 2019 y la escasa capacidad estatal para ordenar los usos del territorio y armar estrategias de prevención en un marco global de crisis climática acelerada explican, al menos en parte, la magnitud del desastre ecológico en Corrientes.
“El cambio climático potencia los eventos extremos como el aumento de las temperaturas y los cambios en los regímenes de las lluvias. Esto, sumado a la evidencia sobre los servicios ecosistémicos que nos brindan los humedales, debería conducir a una mayor planificación y gestión por parte del Estado, lo cual no está ocurriendo”, señaló el experto en gestión ambiental y miembro de la Red Nacional de Humedales (Renahu) Emilio Spataro.
Según explica el último reporte del grupo de Recursos Naturales del INTA Corrientes dirigido por Kurtz, las escasas precipitaciones de los últimos dos años y las elevadas temperaturas registradas en la zona desde fines de 2021 crearon las condiciones ideales para la proliferación de incendios tanto espontáneos como intencionales. “Tuvimos un enero extremadamente seco y cálido con temperaturas máximas hasta cuatro grados superiores a los promedios históricos”, dijo el especialista, que agregó que este año apenas el 15% del territorio correntino está cubierto por agua, cuando en años “normales” casi el 40% de la superficie provincial está sumergida.
“No hay agua, es increíble, todos los ambientes están extremadamente secos”, explicó. Las lluvias también brillan por su ausencia en esa región del país: según Kurtz, el promedio de precipitaciones anuales fue en 2019 de casi 1800 milímetros, mientras que en 2020 y en 2021 fue de 1400 milímetros. En enero pasado apenas llovió el 10% de lo habitual: “El promedio histórico para enero es de 140 milímetros y este año apenas si cayeron 10 o 12 milímetros, que con una evotranspiración de 7 a 8 milímetros por día por el intenso calor es igual a nada”, razonó.
Cuando el fuego afecta durante tanto tiempo y con tanta intensidad un territorio, los efectos van más allá de los inmediatos y más visibles y se traducen en una pérdida de biodiversidad difícil de cuantificar. “Los ambientes naturales se van a ver muy afectados en su composición de biomasa y en su biota, porque están muy secos. En un enero normal no tendríamos tantos incendios, este año se prenden fuego hasta los esteros y bañados, es muy compleja la situación”, explicó Kurtz.
Plantaciones forestales, bajo la lupa
Los cambios en los usos de la tierra relacionados con diferentes sectores productivos inciden en el desarrollo de los incendios. Así lo explicó Spataro, para quien si bien estas quemas son un evento extremo “se podían prever” porque hay monitoreos y herramientas tecnológicas para eso. “Esto no toma por sorpresa a nadie, cuando se llega a tanta pérdida de ambientes y de bienes materiales es por falta de gestión estatal, y dentro de eso hay un componente que es el no ordenamiento del territorio”.
Esto incluye los monocultivos forestales de una o dos especies (eucaliptos o pinos) en grandes conglomerados que reemplazaron a las lagunas, los esteros y los bañados. “Las plantaciones forestales reemplazaron a los humedales y ahora tenemos biomasa concentrada que, en condiciones de sequía, hace que haya muchísimo más combustible disponible. Esto no debería ocurrir”.
Cristian Piriz, de la agrupación ambientalista Guardianes del Iberá, avanzó en el mismo razonamiento al apuntar que la zona de los Esteros “está cada vez más rodeada de plantaciones forestales y eso los vuelve más vulnerables”, ya que esos cultivos, afirmó, “tienen una tendencia mayor a incendiarse por ser madera y tener un colchón seco de hojas debajo”.
“La frontera forestal está al lado de la reserva ya y fue avanzando eliminando muchos espacios y cuerpos de agua que hubieran ayudado a mitigar la sequía, porque además esos cultivos absorben un montón de agua”, agregó.