Tradición vs. perspectiva de género: Por qué están en debate los concursos de belleza
Quienes los defienden señalan que son parte de la tradición y el patrimonio cultural; quienes los cuestionan advierten que son una forma de violencia simbólica y de cosificación de la mujer
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Con el tiempo fueron modificando sus criterios. Mientras antes las mujeres tenían que ser solteras, no tener hijos y cumplir con parámetros de altura, peso y medidas para participar de estos concursos, hoy muchos municipios ampliaron la edad límite de las candidatas y las características físicas, incluyeron personas trans, pidieron que además representen algún proyecto social u optaron por cambiar el título de “reinas” por “embajadoras”.
Otras localidades eligieron prohibirlos. En 2014, Chivilcoy, en la provincia de Buenos Aires, fue la primera. San Juan fue de las últimas en sumarse a esa lista. Después de estar dos años suspendida, este febrero volverá la Fiesta del Sol pero ya no se elegirá ninguna soberana. Ya habían ampliado los criterios de selección y cambiado el título de reina a ambajadora, en 2020. Hace tiempo que estos concursos son cuestionados debido a la presión de activistas que consideran que es una forma de violencia simbólica de género y de cosificación de la mujer.
El miércoles pasado un fallo de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza ordenó a la comuna de Guaymallén, la más poblada del distrito, que vuelva a instaurar la tradicional votación de la reina departamental de la Vendimia. El tribunal declaró inconstitucional la ordenanza comunal N°9196, de 2021, que había emitido la municipalidad que terminaba con la elección porque cosificaba a la mujer.
Las principales demandantes fueron las asociaciones de exreinas de la Vendimia que defienden la tradición y la libertad de elegir. En esa misma línea fueron los argumentos de la mayoría de los jueces: se trata de un patrimonio cultural.
“Antes de que las mujeres tuvieran el voto obligatorio ya había una reina nacional de la Vendimia, ya había una mujer posicionada que tenía voz y voto, hace más de 85 años que se elige. Defendemos esta elección y a la reina nacional de la Vendimia por el lugar que se le ha dado a la mujer. Ella es también representada y lleva la cultura, historia, patrimonio, turismo tanto en el país y fuera del país”, dijo a LA NACION Soledad Reina, titular de la Comisión de Reinas Nacionales de la Vendimia (Corenave).
Reina fue elegida soberana nacional de la Vendimia en 2006. “Me tocó ir al Mundial de Alemania, en 2006, y con tan solo 18 años para mí fue una experiencia increíble que me abrió puertas y me ayudó a crecer. Gracias a esta experiencia que viví como reina hoy soy licenciada en turismo, me ayudó a definir hasta mi carrera profesional”, detalló.
La soberana de mandato cumplido remarcó que la Vendimia representa mucho más que un concurso y que “la fiesta máxima de los mendocinos” incluye otros actos reglamentados como el desfile de las reinas con sus carros que “ya son un vínculo tanto de la tradición como a nivel cultural y patrimonio de la provincia”. Lo enmarcó en la ley nacional 25.197, que defiende el patrimonio cultural argentino y la ley provincial 9673 que, en 2002, declaró patrimonio cultural de la provincia a la Fiesta de la Vendimia en todas sus manifestaciones.
“Es muy interesante que sean mujeres quienes reclaman, podemos ser las propias mujeres las que nos ubicamos en lugares donde podemos ser cosificadas. Muchas de nosotras ya hemos descubierto que para ser visibles nos tenemos que ubicar en lugares que tengan que ver con la belleza porque no hay tantos lugares y espacios de poder para las mujeres. Esta es una regla que viene a ser confirmada”, planteó en diálogo con este medio Lala Pasquinelli, fundadora del proyecto “Mujeres que no fueron tapa” que busca mostrar la forma en la que la cultura masiva reproduce y construye estereotipos de género y mandatos para hackearlos y construir otras narrativas.
Una muestra de “tensión”
Pasquinelli consideró que es “un retroceso claro” el fallo de la Corte de Justicia mendocina “sobre todo por cómo conceptualizan a la reina como un instituto cultural. Apelar a la idea de la institución y de las tradiciones es justamente lo que estamos tratando de cuestionar desde el momento fundacional del feminismo”. Y afirmó: “Es una muestra clara de la tensión en la que estamos viviendo este momento acerca de poder materializar realmente los derechos de las mujeres”.
Myriam Pelazas, docente del área de género de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que fue coordinadora del Observatorio de la Discriminación en Radio y TV desde 2008 hasta 2017, también enfatizó ese punto. “No todo lo que tiene que ver con la tradición es bueno, justamente suele tener que ver con orígenes patriarcales”, señaló aunque agregó: “Puedo entender que algunas mujeres se sientan discriminadas porque no puedan presentarse”.
El fallo de la Corte de Justicia de Mendoza fue casi unánime: seis votos contra uno. Entre sus argumentos, Mario Adaro señaló que el Municipio de Guaymallén tiene la capacidad de “innovar, modernizar, adaptar la fiesta vendimial y sus expresiones, conservando el patrimonio cultural, sin que por ello implique o apele a suprimir o prohibir la elección de la reina departamental, en pos del fundamento de prevenir ‘la cosificación de la mujer’”. Y agregó: “Ambos derechos humanos fundamentales, la cultura y la protección de las mujeres, pueden convivir, ser compatibles, dialogar e interactuar, en un proceso de resignificación tanto de la cultura como del rol de la/s mujer/es en Mendoza”.
“Están haciendo una afirmación que carece de sentido. No especifican cómo es esa convivencia, cómo convive con la ley 26.485 que prohíbe la violencia simbólica con facilitar este tipo de concursos”, cuestionó Pasquinelli y lamentó: “Parece que todavía no nos hemos podido poner de acuerdo en que la cosificación de los cuerpos de las mujeres tiene consecuencias en la violencia de género”.
“Claro que pueden convivir, lo que no entiendo es porque el único lugar que se le puede dar a la mujer es que sea una reina. Puedo entender que sea considerado patrimonio. Ahora, lo cultural se vincula con la época. Lo que era válido cuando se inicia la Vendimia, dejo de ser válido. Se premiaba el trabajo que desarrollaba durante la vendimia, y eso fue cambiando. Nadie les pide que abandonen la vendimia, el patrimonio cultural”, consideró Perla Prigoshin.
Prigoshin, que se define como una abogada defensora de mujeres, está al frente de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (Consavig), que depende del Ministerio de Justicia, desde su creación en 2011. El organismo no se ocupa de monitorear los concursos sino que interviene en los casos a los que acceden por el aviso de organizaciones de la sociedad civil para señalar que estos concursos ejercen la violencia de género. “Desde la Consavig planteamos que no estamos oponiéndonos a las fiestas de las localidades bajo ningún concepto, nos oponemos a que simbolicen a la localidad en una mujer”, remarca.
En un mapa titulado “Ciudades sin Reina”, Prigoshin registra tanto los municipios que decidieron terminar con estos concursos por completo -celebra que entre ellos figuren capitales como Viedma o Resistencia- como aquellos que optaron por cambiar la figura de la reina. Decenas de localidades que aún los mantienen decidieron ampliar los requisitos de participación o las formas de exhibición de las participantes.
“Cuando amplían los requisitos, suman la educación, la amabilidad. Seamos sinceros, primordialmente después eligen por los estereotipos de la belleza, yo no he visto ninguna reina que pertenezca a los pueblos originarios, por ejemplo. ¿Qué significa la educación? ¿Que no digan malas palabras o que hablen tres idiomas? En ese caso otra vez estás discriminando porque discriminás a las mujeres de clases bajas que no pueden acceder a ese tipo de educación”, agregó la abogada.
El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación también cuenta con un programa interministerial -trabaja en conjunto con la cartera de Turismo y Cultura- que busca promocionar la perspectiva de género en las fiestas nacionales y populares.
“Hay que romper los estereotipos de la belleza hegemónica que genera esa violencia simbólica. Creo que es un trabajo de consenso para logar la transformación cultural para entender que eso se tiene que romper. Buscamos mostrar que eso nos lleva a la violencia y trastornos alimenticios. La elección de una reina parece menor, pero tiene que ver. Las políticas culturales buscan este cambio y transformación, todos nos tenemos que deconstruir, pensar”, dijo a LA NACION Graciela Santos, directora nacional de Políticas Culturales para la Igualdad de Género y puntualizó que este año trabajarán con “una guía de buenas prácticas entre las provincias”.
Por su parte, Prigoshin reflexionó: “Es una tarea muy lenta porque los cambios culturales requieren tiempo, no castigo”.
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