Topless: ¿el corpiño, último bastión de “lo moral”?
El caso de las tres mujeres de Necochea instaló el debate sobre los límites del pudor corporal para los argentinos
¿Cuál es el límite de lo que se puede o no mostrar en la playa? ¿Dónde termina exactamente el “pudor” y comienza “lo obsceno”, tal como apunta el Código Penal? Las tres mujeres que el sábado último hicieron topless en Necochea desataron un debate legal –y lo ganaron, ya que la Justicia las avaló– y desafiaron la paradoja de una sociedad que es al mismo tiempo exhibicionista y pacata. ¿Es el pecho y, en todo caso el pezón, el último bastión de “lo moral”?
"En un mundo en el que el consumo de pornografía está tan generalizado, y esto no debe ser considerado algo negativo, sino una saludable exploración del deseo humano, horrorizarse por la aparición de unos pechos al aire parece algo excesivo", apunta el filósofo Alejandro Rozitchner. "Horrorizarnos porque una mujer muestra sus pechos y no porque uno de cada cuatro niños vive en hogares con necesidades básicas insatisfechas, o porque la mitad de los argentinos no termina la secundaria, muestra que es muy fácil que el hábito perturbe una sensata jerarquía de valores", aporta la filósofa Roxana Kreimer.
Pero, ¿por qué ante la decisión de tres mujeres de tomar sol sin corpiño en la playa algunos creen ver una provocación sexual y otros una reivindicación de los derechos femeninos? Kreimer entiende la reacción en el significado que los pechos tienen para Occidente, sobre todo para los argentinos. "A diferencia de otras culturas, tenemos una visión muy sexualizada del pecho femenino. Hay hombres que cuentan, incluso avergonzados, que antes de mirarle la cara a una mujer, se fijan en el tamaño de sus senos", dice.
La veladura erótica de los argentinos -tal como llamaba el poeta francés Stéphane Mallarmé a la región del cuerpo que concita el interés sexual- son los pechos, así como los chinos tienen un fetiche con los pies pequeños, los japoneses con la nuca y los africanos con las caderas, apunta Kreimer.
"¿Qué les pasa a los hombres con los pechos? ¿Cómo pueden interesarles tanto? En serio. ¡Son sólo pechos! La mitad de las personas del mundo los tiene. Son raros. Son para la leche, tu mamá los tiene. Has visto miles. ¿Qué es ese morbo?" Lo pregunta Julia Roberts, en la película Un lugar llamado Notting Hill, una frase brillante que define la ambivalencia que despiertan.
"Es muy contradictorio. Somos una sociedad que muestra todo el tiempo cuerpos desnudos. En revistas y en la televisión. Si esos pechos son de una modelo y responden a lo que se espera de un pecho, a ese topless se lo califica de infartante. Si es un pecho real es exhibición obscena. Y desafía la moral. Y así seguimos reproduciendo estereotipos corporales", opina Lucrecia Fernández, de AnyBody, una ONG inglesa con sede en la Argentina.
¿Por qué nos siguen haciendo cosquillas los pechos desnudos y hasta incomoda la palabra "teta", incluso para amamantar? El colmo ocurrió el año pasado cuando dos mujeres policías le pidieron los documentos a una madre que amamantaba a su bebe en la plaza de San Isidro y le exigieron que se retirara. Argumentaron que había una ley que lo prohibía. Consideraban que se trataba de una "exhibición obscena", tal como castiga un artículo del Código de Faltas bonaerense, redactado en 1973 y que está mencionado en el Código Penal.
El caso también despertó el rechazo popular. Aunque los resultados de una encuesta que hizo la Liga de la Leche lo explica: tres de cada 10 hombres dijeron que se sentían "incómodos" cuando una mujer amamantaba en público.
Los estereotipos masculinos como este refuerzan la idea de que los pechos no son patrimonio de quien los porta o de quien los usa, sino de quien los ve o, en todo caso, de la humanidad. "Uno siempre tiene la libertad de mirar para otro lado. Es sencillo", apuntó Mario Juliano, el juez penal que anteayer convalidó que el topless de las mujeres en Necochea no violaba ninguna ley.
El papa Francisco hace algunos meses intentó desterrar esa visión sexualizada del pecho que impide amamantar. En una misa en la Capilla Sixtina, donde había una gran cantidad de bebes que habían sido bautizados, animó a las madres a alimentar a sus hijos mientras él hablaba.
¿Qué se entiende por exhibición obscena, tal como dice el Código Penal? El diccionario de la Real Academia Española lo define como "impúdico, torpe, ofensivo al pudor". A su vez, pudor significa "honestidad, modestia, recato", todos términos que resultan anacrónicos en el siglo XXI. Recato, a su vez, figura como "cautela, reserva".
La fiscalía general de la ciudad recibe cada año unas 150 denuncias por exhibiciones obscenas, aunque la mayoría son personas que se masturban y acosan a otras. Son muchos los juristas que consideran que la calificación de "obsceno" debería reemplazarse por otra que especifique aquello que está prohibido y no que preserve de forma generalista una moral sexual prevalente.
"Lo obsceno no es el cuerpo, sino lo que se hace con el cuerpo y para qué se lo usa", apunta Florencia Brenner, abogada y presidenta de la Asociación para el Nudismo Naturista Argentino (Apanna). El código de convivencia de las playas nudistas advierte: "No incurra en exhibiciones de carácter obsceno". Brenner explica: "Se refiere a tener actividad sexual en público, porque consideramos que es una actividad privada y debe darse en ese ámbito".
Lo obsceno no es el cuerpo, sino cómo se usa, insiste. Un bebe que nace no es obsceno. Una persona que muere y es sometida a una autopsia, tampoco, agrega. Por alguna razón nos hace ruido que Facebook elimine fotos históricas como la de Kim Phuc, la nena vietnamita corriendo desnuda tras ser bombardeada con napalm. O la imagen de los prisioneros en un campo de concentración nazi. Por esa razón, el año pasado, el Movimiento Ayuda Cáncer de Mama para concientizar sobre la detección temprana por las redes sociales recurrió a los pezones de un hombre. La campaña se llamó "Las tetas de Enrique", porque para Facebook, aunque sea para prevenir el cáncer, los pechos desnudos de una mujer siguen siendo el último reducto de aquello que no se puede mostrar.