Tomarles la presión a los chicos, un control preventivo que sigue pendiente en el consultorio
A más de la mitad nunca se les midieron los valores como medida de prevención; desde la Sociedad Argentina de Hipertensión aconsejan hacerlo desde los primeros años
El uso del tensiómetro sigue siendo una tarea pendiente durante las consultas de rutina de los chicos: a más de la mitad de la población infantil y adolescente del país nunca se le tomó la presión, aun cuando alguno de los padres sea hipertenso, de acuerdo con un grupo de especialistas locales.
Se sabe que la falta de detección temprana y prevención explica la aparición de ocho de cada 10 casos de este factor de riesgo de otros problemas de salud a medida que pasan los años.
"La herencia tiene un papel importante, ya que los hijos de padres hipertensos tienen una mayor posibilidad de desarrollar hipertensión en etapas avanzadas de la vida", dijo Luis Pompozzi, pediatra especializado en hipertensión del hospital Garrahan. Por eso, aconsejó que los padres les sugieran al pediatra el control anual de la presión de sus hijos. "Es un recurso que, con bajo costo, disminuye la incidencia de la hipertensión y la enfermedad cardiovascular consecuente", indicó a LA NACION.
El 50% de los hijos de padres hipertensos y los nietos de abuelos hipertensos antes de los 55 años tienen alta probabilidad de serlo también.
El Grupo de Trabajo sobre Hipertensión Arterial en Niños de la Sociedad Argentina de Hipertensión (SAHA) estima que nunca se le controló la presión a entre el 60 y 70% de los chicos y los adolescentes, de acuerdo con los resultados del Proyecto VELA de prevención cardiovascular en una población rural a 50 km de Tandil y el Estudio ERICA sobre los factores de riesgo cardiovascular adolescente en la localidad bonaerense de Batán.
Los datos se debatieron en un panel sobre el tema en el último Congreso Argentino de Hipertensión. También se dijo que entre el 1 y 3,5% de la población infantil tiene valores de presión elevados para la talla y la edad, de acuerdo con una tabla de percentiles. La prevalencia por lo menos se duplica en la adolescencia, principalmente por el crecimiento de la obesidad.
"Hace unos años, a un tercio de la población infantil nunca se le había tomado la presión, básicamente porque se pensaba que la hipertensión era una enfermedad del adulto solamente. Hoy, hay algo más de conciencia en los pediatras de la necesidad de evaluar tanto la presión como la talla, pero no superaría a entre el 30 y 40% de la población pediátrica", agregó el especialista.
Algunos obstáculos
Unos de los principales obstáculos son el conocimiento de la técnica para hacerlo y la disponibilidad de los brazaletes del tensiómetro adecuados para el diámetro del brazo a cada edad.
"Los manguitos tienen por lo menos tres tamaños: para el lactante, para los chicos de entre 3 y 6 años, y para los mayores de 6 años, que es el tamaño universal del adulto", explicó Rosa Simsolo, médica del Consultorio de Hipertensión del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, donde se responden consultas de los padres en el teléfono (011) 4962-8933.
Explicó que, a veces, a chicos ya de 8 o 9 años se les toma la presión con manguitos pediátricos, más pequeños, y se diagnostica erróneamente la presión alta. "Pero la realidad es que en la mayoría de las salas de los hospitales y los consultorios no hay manguitos para niños de menos de seis años y tensiómetros adecuados", continuó Simsolo.
Desde el Grupo de Trabajo de la SAHA aseguran que lo ideal es controlar la presión desde el nacimiento, aunque lo más común es esperar un poco más, a partir del año en adelante, para lograr una buena medición. Hasta el llanto del bebe puede alterar los valores de presión. "En el consultorio, les tomo la presión a los chicos en el control anual apenas logramos confianza y sé que no van a llorar, excepto que tengan alguna enfermedad. En ese caso, es independientemente de la edad", dijo Pompozzi.
Repetir la toma
Simsolo aclaró que una sola toma de presión con valores elevados para la talla y la edad no indica hipertensión. Ambos especialistas coincidieron en que, en ese caso, hay que repetir la toma por lo menos dos veces más para determinar si el aumento de la presión persiste o no. "Si en tres o más tomas sigue alta, hay que derivar al paciente al especialista y realizar un monitoreo ambulatorio de la presión (MAPA)", comentó.
Con la técnica adecuada, de acuerdo con ambos especialistas, también se deja de lado la llamada hipertensión de guardapolvo blanco, que es más común en los preadolescentes y adolescentes. En los más chicos, la curiosidad por el tensiómetro los distrae de cualquier nerviosismo o temor.
"Como ocurre también en los adultos, usar la técnica adecuada y tener en cuenta la hipertensión de guardapolvo blanco evita medicar a alguien que no lo necesita –dijo Simsolo–. Se trata de ver el conjunto y eso incluye evaluar si hay que bajar de peso, aumentar la actividad física aeróbica, modificar la alimentación y conocer los antecedentes familiares."
En caso de confirmar el diagnóstico, lo primero que se intenta es normalizar la presión con el cambio de hábitos si el estado de salud general es bueno. "Si un chico está en su peso, hace vida saludable, con ejercicio, y aun así sigue con la presión alta, recién entonces se intentará con medicación como en los adultos", finalizó Simsolo.
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