“Tomaba alcohol para evadir los problemas y, de paso, no comía”. Cuál es el trastorno alimentario que afecta principalmente a mujeres jóvenes
Se trata de alcohorexia, un tipo de desorden de la conducta alimentaria (TCA) en la que se asocian la restricción calórica y el abuso de bebidas; las señales de alarma
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El problema con su cuerpo empezó en la preadolescencia. A los 12 años su figura comenzó a cambiar: creció, se estilizó y se adueñó de unas piernas esbeltas. Le gustaba cómo se veía, hasta que empezó a notar que la miraban. Se propuso deformar su imagen, le incomodaba retener la atención. “Tuve muchos vaivenes, por momentos comía mucho y en otros muy poco”, comentó Carla, de 46 años, quien precisó que al trastorno alimentario se le sumó el consumo excesivo de alcohol cuando tenía 17. “El fin principal de tomar era evadirme de los problemas. Quería ser funcional y pertenecer a un grupo. De paso, no comía”, sumó.
La alcohorexia es la restricción calórica sumada a una ingesta desproporcionada de alcohol. Tal como describió Carla a LA NACIÓN, sus inconvenientes comenzaron a una edad temprana, en pleno desarrollo. Su familia, de clase media y radicada en el barrio porteño de Almagro, no notó los cambios por los que ella estaba transitando. “Pochita morfoni” y “gordita” eran algunos de los apodos que sus padres y sus dos hermanos utilizaban cuando advertían que no se restringía con la comida.
“Nunca se dieron cuenta de lo que me pasaba. Yo quería deformar mi cuerpo porque había muchas miradas y no sabía qué hacer con eso”, señaló Carla, hoy parte tanto de Alcohólicos Anónimos (AA) como de Comedores Compulsivos Anónimos (OA, por sus siglas en inglés), ambos programas de recuperación de 12 pasos que trabajan desde el acompañamiento y la identificación.
Quiénes lo padecen
“La alcohorexia es un tipo de trastorno de la conducta alimentaria (TCA) en la que se asocian la restricción calórica y el abuso de alcohol. En los TCA y los trastornos por uso de sustancias (TUS) se observan alteraciones en el apetito y comportamientos obsesivos e impulsivos, en este caso con bebidas alcohólicas”, explicó a LA NACION Mónica Katz, médica especialista en nutrición.
Los expertos coinciden en que las mujeres jóvenes son quienes más sufren esta enfermedad. “Tiene que ver con todos los estereotipos sociales sobre el aspecto físico que pesan sobre ellas”, sumó Francisco Dadic, médico especialista en medicina interna y toxicología, y director del sitio web Toxicología Hoy. “Hay que trabajar el ideal de delgadez mortífero, pero no cuestionado”, agregó Katz.
Sobre las dos formas en que podría presentarse la alcohorexia, Juana Poulisis, médica psiquiatra y autora del libro Los nuevos trastornos alimentarios (Paidós) detalló: “Una es la persona que restringe su ingesta de alimentos y que frente a las salidas quiere hacer atracones de alcohol para divertirse y olvidarse de su situación, pero que además no come para que le pegue más. La otra situación es que muchos pacientes con trastornos alimentarios padecen comorbilidades con abuso de sustancias, en este caso de alcohol. En general, son pacientes con base depresiva o con bastante desregulación emocional, y el alcohol funciona como un ansiolítico”.
Para Carla, tanto la comida como el alcohol eran vías de escape, formas de evadir sus problemas. “En la semana no salía mucho, pero el fin de semana comía muy poco y abusaba del alcohol. Eso venía acoplado a mi alcoholismo, pero también asociado a la percepción sobre mi cuerpo”, explicó.
Si bien no hay estadísticas claras respecto de cuántas personas padecen esta enfermedad en la Argentina, los especialistas destacan la relación que existe entre los trastornos alimentarios y el consumo excesivo de alcohol y de otras sustancias.
“Un 50% de las personas que sufren TCA tienen un consumo abusivo de alcohol, en comparación con el 9% de la población general. En tanto, el 35% de personas con TUS presentan trastornos alimentarios, en comparación con el 3% general”, detalló Katz.
Dadic, por su parte, sumó que el 50% de las personas adictas en el mundo comenzaron su consumo en la adolescencia y la niñez. “Hay que tener mucho cuidado en ese período del desarrollo de las personas en el que hay dudas, inestabilidad emocional y cierta inmadurez neurológica”, enfatizó.
Cómo identificar el problema
Los cuadros de aislamiento, de irritabilidad y de agresividad, así como la pérdida de la comunicación y la fijación en los estereotipos sociales son parte de las conductas, fundamentalmente en adolescentes, a los que los expertos aconsejan estar atentos.
Con idas y vueltas en su relación, los padres de Carla estaban enfocados en sus conflictos vinculares y no repararon en las dificultades que su hija menor estaba atravesando. “Mi familia estaba en otra y nadie me preguntaba cómo había estado mi día. Yo caminaba del colegio a mi casa y en ese trayecto me pasaban muchas cosas, sentía miradas sobre mi cuerpo y nadie me preguntaba cómo me sentía”, recordó.
Si bien intentó iniciar terapias psicológicas a lo largo de su vida, no fue hasta los 37 años que se dio cuenta de que tenía un problema con el consumo de alcohol. Por un conocido que se lo sugirió, decidió sumarse a uno de los grupos de AA.
“Llegué y empecé a escuchar los testimonios de mis compañeros. Ahí me di cuenta de que me pasaba lo mismo. Me tomaba un trago y no paraba. No tenía que tomar alcohol todos los días para ser alcohólica, sino utilizar el alcohol para tapar otras cosas”, indicó Carla, quien recordó que si bien cuando fue madre, a sus 32 años, dejó el alcohol, no fue consciente de lo que había hecho: “No pude conectar con la admisión. Dos años después, volví a tomar en exceso, al punto en que los fines de semana perdía la consciencia y no sabía cómo había vuelto a mi casa”.
A través del programa de 12 pasos de AA -en el que el primero es admitir que se tiene una enfermedad- y a partir de la identificación con el testimonio de sus pares, de su acompañamiento y de la seguridad de no sentirse juzgada, Carla pudo dejar el alcohol. Hace 9 años que no consume.
Sin embargo, fue hace tan solo dos años que registró su compulsión por la comida. Fue a través de OA y del relato de sus compañeros de grupo que Carla entendió la forma en que se comportaba.
“Cuando escuché que otros también usaban el alcohol para aplacar el hambre, ahí tomé conciencia. En mi caso era solo los fines de semana, pero igual reconocía el objetivo. En mi grupo de amigas no lo podía hablar porque todas hacíamos lo mismo”, recordó.
En su libro, Poulisis destacó esta conducta en los adolescentes y elaboró una recomendación: “Socialmente, la conducta dietante asociada al uso del alcohol y las drogas está bien vista dentro de los jóvenes, lo que hace más difícil la motivación al cambio y el pedido de ayuda. Por ello, debemos orientarlos para que comprendan que deben contar con un plan alimentario saludable, realizar ejercicio físico no compulsivo y cuidar su cuerpo, y que una de las formas es moderando el consumo de alcohol”.
Si tenés problemas con el alcohol y necesitas ayuda, podes comunicarte con AA al +54 11 5263-8621, por correo electrónico a osg@aa.org.ar, en la página web oficial, o para información sobre grupos en todo el país en este link.
Si sufrís trastornos alimentarios, podés comunicarte con OA Argentina a través de su página web, o por medio del correo electrónico: oa.ccanonimos@gmail.com.
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