“Todo igual”. Pese a las medidas, el transporte público sigue lleno
Hubo una cierta disminución en el aforo de gente y también controles más estrictos, pero en horario pico, tanto a la mañana como a la tarde, la distancia social sigue siendo esa utopía difícil de cumplir
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Hoy entró en vigencia la batería de medidas que el gobierno nacional dispuso en el AMBA para combatir la segunda ola de coronavirus, entre ellas el límite a la circulación nocturna y la suspensión de clases presenciales desde el lunes. Hoy se cumple, además, una semana desde el inicio de las restricciones al transporte público, que desde el viernes pasado solo puede ser utilizado por trabajadores esenciales.
De acuerdo con los testimonios de pasajeros habituales, en estos días hubo una cierta disminución en el aforo de gente y también controles más estrictos en las principales terminarles y centros de trasbordo. Pero en horario pico, tanto a la mañana como a la tarde, la distancia social sigue siendo esa utopía difícil de cumplir.
Esta mañana, en la estación Morón del Ferrocarril Sarmiento, a la Gendarmería se había sumado la Policía Federal Argentina (PFA) para verificar los accesos. Además, estaba habilitado el sistema que permite escanear automáticamente la reserva del tren, algo obligatorio para viajar en ese horario hacia Once.
Algunos usuarios protestaban porque el sistema permite el acceso solo 10 minutos antes del horario elegido. “Se solicita respetar la distancia”, repetía regularmente un empleado ferroviario con un megáfono.
Misma gente
“Yo veo todo igual que siempre, la misma gente”, dijo Lucas Fernández, operario de 27 años mientras aguardaba el tren para viajar hasta su trabajo en Flores. En al andén, el movimiento confirmaba sus palabras: en los trenes regulares había algo más de espacio, pero los rápidos iban repletos, especialmente en los últimos vagones. Muchos pasajeros incluso viajaban en la manga que une los distintos coches.
En la formación que partió de Morón a las 7.15, se liberó un poco de espacio recién en Liniers. Hasta ese momento, los pasajeros viajaban prácticamente hombro contra hombro.
En Liniers bajó también Rocío Flores, de 23 años, docente de nivel inicial, vecina de Morón. “Yo veo todo más o menos igual que siempre, con muy poca distancia social”, señaló. Flores estaba preocupada por la decisión repentina de suspender las clases presenciales, que provocó incertidumbre en su institución.
“No estoy de acuerdo con que se cierren. Nosotros no sabemos todavía nada de cómo va a seguir, supongo que hoy habrá reunión con las autoridades”, comentó. Y consideró que la medida tendría un impacto negativo: “Volver a lo virtual es complicado. Hay chicos de 3, 4, y 5 años que el año pasado no hablaban y ahora empezaron a hacerlo. Creo que ellos respetan más los protocolos que los adultos”.
Esteban Abarca, un joven de 26 años que viaja a diario de Ituzaingó a Once en el furgón, aseguró que en el horario pico de la tarde el aforo es aún mayor. “Hoy bajó un poco, pero la verdad es que cuando hay mucha gente con la bici ni te podés acomodar”, explicó.
Panorama distinto
En Once, un empleado de seguridad de la estación reconoció que en el primer día de las nuevas restricciones imaginaban un panorama distinto: “Nos sorprendió la cantidad gente que vino a primera hora. Estaban todos con la aplicación, pero esperábamos menos”. Muy cerca, en los molinetes de salida, personal de la PFA verificaba los permisos de los pasajeros al descender del tren. “Desde hace una semana, se lo piden a todos”, apuntó Luis, trabajador de un local de comidas del sector.
A las 8.30 los alrededores de la estación Constitución tenían un movimiento algo menor a lo habitual. Había personal de Tránsito del gobierno porteño apostado en el ingreso a la línea C del subte y también en la zona de paradas de colectivos, donde pedían a la marea de personas que salían de la estación con cada tren que conservara la distancia social. Por momentos, la tarea parecía imposible.
“Ayudan con el movimiento, pero yo veo muy pocos control serio - aseguró Brian, empleado de la línea 100, mientras cargaba saldo a los pasajeros que iban a subir al colectivo-. El caudal de gente es el mismo de todos los días”.
Para Andrea Miryam Montiel, en el tren se notó desde mitad de semana una disminución en la cantidad de personas. “Ahora viajan parado solo el que quiere, porque hay más espacio. Creo que estas medidas son necesarias para cuidarnos. Perol a gente no hace mucho caso”, opinó.
Recién descendida de una formación del Ferrocarril Roca, Montiel llevaba en la mano el permiso impreso porque trabaja como cuidadora de niños y adultos. “Acá combino con el 168, pero esos a veces sí siguen viniendo muy llenos”, completó antes de enseñarle el papel a un efectivo de la PFA.
En el interior de la estación, retumbaba una y otra vez el mismo mensaje reproducido por los altoparlantes: “Recordá que solo puede viajan en transporte público el personal esencial con permiso de circulación”. Gabriel, dueño de un puesto de diarios ubicado en el hall central desconfiaba. “No están controlando en serio, porque siguen viajando muchos que no son esenciales, los veo todos los días”, aseguró. Y se lamentó por el difícil presente económico: “La circulación esta semana tal vez bajó, sí, un 40%. Pero mis ventas bajaron el 80%”.
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