Polémica en Pinamar: qué falta para inaugurar los paradores sustentables
De 24 estructuras que deben renovarse, sólo cuatro están construidas; quejas de los balnearios; conflicto con el lugar preferido de los políticos
A contrarreloj y cuando quedan semanas para el comienzo de la temporada, Pinamar se maquilla para recibir a los turistas con una cara renovada, pero con algunas polémicas. El plan para reformular el frente costero, que incluye la demolición de los antiguos paradores de hormigón y la construcción de otros más sustentables, provoca malestar en varios concesionarios que debieron afrontar inversiones millonarias. CR, el balneario emblema de los políticos, judicializó su situación y podría no abrir este año.
De los 46 paradores instalados en las costas de Pinamar, que incluye también Valeria del Mar, Ostende y Cariló, 24 ya fueron demolidos. Las obras comenzaron en mayo y, según un relevamiento hecho por LA NACION la semana pasada, cuatro ya están listos. En la municipalidad estima que otros 16 se terminarán a mediados de diciembre y los restantes no abrirán este verano porque no llegaron con los trabajos.
"Vamos a tener 20 balnearios finalizados antes de fin de año. Algunas obras se retrasaron porque tuvimos siete semanas seguidas de tormentas y sudestadas, pero van a llegar", asegura Martín Yeza, jefe comunal de Pinamar e impulsor del proyecto que busca recuperar 20.000 metros cuadrados de playa con las nuevas construcciones, que serán de madera y más bajas para mejorar la vista desde la Av. del Mar.
"Tengo 35 años y mis padres son pioneros en Pinamar. Abrieron dos balnearios", cuenta Francisco Muniera, cuya familia tiene las concesiones de El Pájaro y Salvador Gaviota. Si bien adhiere a la necesidad de renovar el frente marítimo, tiene reparos respecto de la mecánica. "Renovar un parador cuesta entre cuatro y cinco millones de pesos, que es todo inversión privada", admite.
Los trabajos se financiaron con ahorros de los empresarios y con créditos del Consejo Federal de Inversiones, que según Muniera tardó demasiado en entregar los fondos. "Ya estamos a mediados de noviembre y seguimos esperando que llegue la plata", se queja. Cree que las autoridades locales podrían colaborar para agilizar el proceso.
El dinero no es el único obstáculo para los dueños de las concesiones. Producto de las demoliciones, en las últimas semanas tanto la playa como la avenida que bordea el mar están repletas de escombros. La sociedad anónima que administra el parador Terrazas del Alba, y que invirtió 350.000 dólares en el nuevo edificio, tiene garantizado ya un 25% de ocupación con sus clientes fijos. Pero muchos llaman para preguntar si llegarán con la limpieza de la playa luego de las obras.
El intendente asegura que para el inicio del verano las playas y calles estarán óptimas. La municipalidad contrató máquinas para limpiar la arena y recoger los escombros. Empezarían a funcionar en los próximos días.
El balneario preferido de los políticos
La situación más conflictiva la presenta CR, el parador preferido de los políticos argentinos en las últimas décadas. Su dueño se negó a realizar las obras del plan de renovación y ahora la municipalidad le niega la habilitación.
"El tema está judicializado y hay quienes presionan para que se habilite, pero eso no es competencia de un juez, sino de la municipalidad", sostiene Yeza, que mientras resuelve el conflicto atiende llamados de ministros y legisladores que piden recomendaciones para cambiar de parador. LA NACION intentó comunicarse con el dueño de CR, pero no obtuvo respuesta.
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